A mediados de la década de los 60, el turismo nos puso las pilas. Nórdicas de rubias cabelleras, menos encorsetadas que las del país invitaban a romper con lo establecido y con la tranquilidad que se respiraba en los hogares… eso de a las diez en casa, los sábados sabadetes camisa limpia y… a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga, empezaba a tambalearse. Comenzó entonces a abrirse nuevos locales comerciales, nuevos bares y afloraba otra manera de entender la vida.
Algún avispado empresario dio con el mecanismo de colocar detrás de los mostradores a alguna que otra rubia y por allí, como moscas aparecíamos todos a ver si caía algo… Al grito ese de “¡¡ de esta noche no pasa!! Nos paseábamos noche tras noche por el búho, el saxo, el papagayo, las cuevas, Pinito del oro y yo que sé… Hacíamos kilómetros sin tino y llegábamos a casa, la mayoría de las ocasiones con un “hambre” del carajo. Pero al día siguiente, desde que llegaba el oscuro de nuevo de cacería… Era lo que había…
Otro tipo de establecimientos también se abrieron. Así, apareció el Tamba Nova, la Casa de mi Tía, el Pollo Dorado, en todos estos lugares el guitarreo era la moda… Incluso en el Pollo Dorado, en la calle Gravina, en Guanarteme, fue donde nació el programa Tenderete... Allí, un día sí y otro también, nos reuníamos los amigos y se escuchaban a los parranderos de siempre alegrando con sus coplas o canciones la velada. Detrás del mostrador los instrumentos siempre a mano para atender la solicitud de quien los pudiera pedir…
Allí, los Viejos Tendereteros, estaban siempre presentes, incluso Jorge Cafrune llegó a estar presente y se llevó una gratísima impresión, de haber vivido el intenso latido insular de nuestra música.
Nadie, que tuviera ganas de pasar un rato distendido, ameno y con ganas de tomarse una copa y cantar una copla, salía desatendido… Después, surgió El Cuasquias, allá en la calle Venegas y el último que se levantó estaba situado en la Solana, en el balcón de Schamann… axial que cuando las copas había que refrescarlas bastaba con asomarte al muro y que te diera el fresquito en la cara..
Muchos parranderos aparecieron por aquel lugar y así entre copla y copla, entre copa y copa, hasta el amanecer…
Sergio Correa, vivió con intensidad estos lugares. Incluso estuvo presente cuando se me metió entre ceja y ceja reunir a los Viejos Tendereteros y proponerles alquilar el Tamba Nova, que estaba cerrado por la época a la que me refiero, para alquilarlo y montar un lugar donde el tenderete estuviera presente y de camino solucionar el problema de trabajo de alguno de los componentes que estaba en situación delicada.
Pues Sergio Correa, como digo escribió estos versos a la Solana de Schamann:
DONDE EL DUENDE MUSICAL
CAMBIA LA NOCHE POR DIA
CUANDO LA LUNA ES LA REINA
CON CORONA DE FOLIA
LUNA DE PARRANDA Y TIMPLE
EN CONTROLADA ALGARABÍA
SIEMPRE CON LA PUERTA ABIERTA
PARA AQUÉL QUE SABE ENTRAR
Y DECIR ESTA ES MI CASA
LA SOLANA DE SCHAMANN
DENTRO DE UN VOLCAN ESTOY
CUANDO TRASPASO SU PUERTA
Y ENTRE SU GENTE DESPIERTA
ESE AMOR QUE VIVE EN MI
Y SE ME ARRANCA EL SENTIR
CUANDO COMPARTO VIVENCIAS
ES DEL FOLCLORE LA CIENCIA
Y EL HUECO DEL TIMPLILLO
PORQUE EN SU LECHO DE COPLAS
TODO LO CANARIO ES BRILLO
NIDO ERES DE SENTIRES
PRENDIDO A TU VERDE RAMA
VIVA MADERA DE DRAGO
HOY Y SIEMPRE, LA SOLANA
ALFREDO AYALA Y SERGIO CORREA
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