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lunes, 31 de agosto de 2015

* LUCHADORES DE LEYENDA: MIGUEL CABRERA "MANDARRIA"

Hasta no hace mucho, me consideraba un hombre motorizado… Las prisas me robaban la mirada y muchas veces lamentaba con que frecuencia las cosas importantes se me quedaban al margen del camino. Pero por fortuna, llegó la jubilación y con ella la calma, el reposo, el darle a cada momento el tiempo justo…

Hace unos días por las inmediaciones de mi residencia habitual, en el municipio de Gáldar, saqué a pasear a mi perrita Luna. El paseo no tenía, ni lo pretendía, una dirección fija. Andando y andando, llegué a la histórica ermita de San Sebastián (1.500). Admiré dos vetustos troncos de Laureles de Indias que celosamente la custodian… Me paré en el parterre de uno de esos espléndidos árboles y leí con detenimiento, la leyenda escrita en una fría lápida de jazpeado mármol en la que decía:

“EN ESTE BARRIO DE SAN SEBASTIÁN, EN DONDE LLAMAN EL BURRERO NACIÓ EL 4 DE ABRIL DE 1.854 JOSÉ DOLORES LÓPEZ MARTÍN, DÉAN DE LA CATEDRAL DE SANTA ANA, EMINENTE ORADOR Y LITERATO. DOCTOR Y FIGURA DE LA LUCHA CANARIA, GLORIA DEL CLERO ISLEÑO”.
EL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE LA REAL CIUDAD DE GÁLDAR, DESCUBRIÓ ESTA LÁPIDA EN SU HONOR EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE FESTIVIDAD DE SAN CRISTOBAL EL 27 DE JULIO DE 2007…

Abandoné los alrededores de la ermita, intentando situarme en aquellos tiempos en que don José Dolores López, correteaba por estos desérticos andurriales…  Era, claro, una difícil misión establecer con exactitud los andares de un niño fortachón, con estampa de luchador pero inclinado por sus deseos de ser cura… De prontó, como de sopetón, me vino al tino otro luchador de leyenda:  Miguel Cabrera “Mandarria”, también de Gáldar que partió luchas dentro y fuera de nuestro territorio regional y en la perla de las Antillas, lugar donde la costumbre de luchar pasó al papel para confeccionar el primer reglamento de nuestra lucha Canaria (1.872)… Y al poco, recordé a otro temible luchador galdense Domingo Mederos “El Pollo de Gáldar”, campeonísimo…
Y claro cuando uno tiene esos datos en la mano, no le queda otra que bucear por los senderos de la historia… Una historia que refleja las hazañas de distintos luchadores galdenses… Recordaba, con pelos y señales, aquella ocasión en que mi padre, Antonio Ayala (A. Palmada) me habló de “Mandarria”, al que yo no conocí…

“Yo me acuerdo de “Mandarria”, -me contó mi padre- aquél viejo maestro de la lucha canaria, que creó escuela de arte en los terreros, hasta el extremo de compararse los estilos de “Mandarria” y de “Camurria”, como similares por sus artísticas ejecuciones. Cuando yo conocí a “Mandarria” el viejo luchador ya había pasado los mejores días de fama y era admirado por los que vieron luchar, pero ya no luchaba. Estaba viejo, era seco, huesudo, usaba largos bigotes y vivía pobremente. Calzaba a la moda artesana alpargatas, traje de hilo, oscuro, no bien afeitado, muy conversador y su charla –generalmente sobre lucha- se estimaba mucho.Conocí a “Mandarria”. Solía ir por el Parque de Santa Catalina y se recorría las calles repartiendo los programas de la luchada, cuando don Diego Mesa  López era empresario del Campo Canario. Por esa época el Campo Canario se llenaba los domingos después que el mismo “Mandarria” anunciaba el inicio de la luchada mediante el lanzamiento de cohete indicativos de que ya estaban allí los luchadores. No habían clubes y se luchaba por bandos: Norte y su sur a lucha corrida.Una tarde, no me olvidaré nunca, figuraba en la lista del norte, un hijo de “Mandarria”, llamado también Miguel Cabrera. No era buen luchador o al menos no respondía al nombre que llevaba. El hijo de Mandarria cayó sin pena ni gloria y aunque nadie dio importancia al hecho, a Mandarria debe ser que aquello le afectó grandemente, porque se armó un revuelo enorme junto a la caseta de los luchadores norteños y de pronto salió el viejo Mandarria por “caída de su hijo”. Intentaron disuadir al viejo, agarrándole, sacando otro contrario para el vencedor de su hijo, creándose escenas verdaderamente sentimentales ante la gran figura del que fuera gran artista de la lucha, pero no hubo manera., “Mandarria” quería vengar la derrota de su hijo que asistía a la escena profundamente apenado, con su propia derrota. Era – entendemos así- una forma de haraquiri. El viejo, con su arrogancia de pintura, con nobleza sin igual, decidido, seguro, tal vez en su interior de lo estéril de su gesto, se presentó al sacrificio. Agarró y también fue vencido. Una derrota honrosa aunque cayó más fácilmente que su hijo, pero con orgullo. Aquél día hubo lágrimas, al ver en el suelo, viejo, sin fuerzas, vencido, al que fuera gran figura. Pero el publico quiso premiar el gesto haciéndole donaciones que “Mandarria”, recordando tal vez sus días de gloria, recibió lloroso… Fue la única vez que vi a “Mandarria” en un terrero me dio mucha pena y ya simpaticé con él para siempre…"

Hace un tiempito caminando por la arteria principal del municipio de Gáldar  me tropecé con un viejo amigo, pariente, precisamente de “Mandarria”. Me habló que se estaba acariciando la posibilidad de levantarle, en un lugar distinguido de Gáldar, un monumento que perpetúe el reconocimiento público a tan distinguido luchador. Un monumento como el de José María Gil, Juan Quintana “El Claca” y otros…. Es justo que señale que esta conversación la mantuve en esos penosos momentos en que la crisis nos atenazaba y hacer estos reconocimientos, entendía, no era el momento por carencia de posibles... 

Ya señalé que no tuve la fortuna de conocer a "Mandarria"...Sin embargo, si conocí -en el palacio de los deportes de la época, en el viejo Campo España, donde prácticamente me crié en medio un ambiente de galgos, luchadores, boxeadores y gallos de riña- a alguno de aquellos legendarios luchadores que se le enfrentaron... Me refiero a José Navarro “El Rubio”… Era viejito. Flaco. Ateado. Sentado en primera fila de sillas, apoyado en su bastón, los aficionados y luchadores le saludaban con cariño y respeto. Le recuerdo tocado con su sombrero de fieltro, endomingado, siguiendo atentamente, las evoluciones de la luchas…

También conocí a don José Rodríguez “El Faro de Maspalomas”, Campeón de Canarias a José Santana “Tabletas” y a otros “ases” como don Justo Mesa, al que entrevisté para el periódico “El Eco de Canarias”…. Hace unos días, con motivo de una grabación para un documental sobre la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, tuve oportunidad de acercarme hasta la puerta de su antigua vivienda que, se da la circunstancia,  está ubicada en la primera calle que se construyó en la ciudad de Las Palmas (Calle de la Audiencia).

Y, como no a Domingo Mederos, “El Campeonísimo”, al que tuve ocasión de entrevistar en su casa en la calle Maninidra y del que hablaré en los próximos días…. Pero algunos aspectos de estos dos personajes los contaré próximamente.

ALFREDO AYALA OJEDA

domingo, 23 de agosto de 2015

* CAGANCHO, FALLECE DE UN ICTUS

Hoy, me desayuné con una triste noticia: “Cagancho”, el famoso caballo que revolucionó el mundo del rejoneo, ha fallecido con poco más de 30 años de edad, a consecuencia de un ictus… Cagancho, se había retirado de los ruedos en 2002. Desde entonces hasta el momento de su fallecimiento, anduvo suelto, a su aire, gozando de un bien ganado retiro sin que nadie lo montara. Animal entero solo se ocupaba de su función de semental, cubriendo a numerosas yeguas en estado receptivo.

Cagancho, cuenta en su amplio historial con enfrentamiento exitoso ante más de mil toros…

Hace algún tiempo, en este mismo blog, que atinadamente dirige Lydia Díaz, me adentré en una tierna y sentida historia de un caballo de triste, esquelética y enclenca estampa. De aspecto desgarbado, era lo más parecido a un saco de lástimas. Negro, azabache, “Cagancho”, que así se llama, tenía la sangre pura de sus padres pero su figura carecía del porte y la templanza de su raza… De apariencia desagradable, toreros y rejoneadores, entendidos y tratantes, nunca repararon en él… Pasaba el tiempo y todos le vaticinaban un penoso final…

Cierto día, un navarro, de limitados recursos económicos, buscaba un caballo para destinarlo al rejoneo… Ojeó numerosos ejemplares de rico porte… Todos, estaban valorados en cantidades inalcanzables… “Tengo uno, le dijo un criador valorado en 1.800€. Es el único que se ajusta a su presupuesto.”. Sellaron el trato y Pablo, el nuevo dueño de “Cagancho”, lo trasladó a su modesta cuadra… Pablo, según cuentan numerosas crónicas, cuando regresó a casa, su padre, con ojos de asombro, le dijo: “¿De dónde has sacado “eso”…? ¡Cosa fea!” 

Una tarde, luminosa, en plena faena de rejoneo, uno de sus caballos se lesionó y “Cagancho” salió a sustituirlo… Llegó, ¡por fin! su debut en el ruedo de la verdad, escenario donde te juegas el todo o la nada. “Cagancho”, dispuesto, decidido, alegre, desenfadado, se convirtió en la prolongación del jinete… Gambeteos, elegancia, filtreos… los resoplidos del astado le hacían disfrutar del momento… Los toros, en fallidas acometidas, parecían embestir una sombra… Tanto arte desplegó que el público puesto en pie, aplaudía a rabiar su arrogancia, valentía y destreza… “Cagancho”, no solo era arte. También espectáculo. Así paso “Cagancho” del anonimato a la aclamación popular… “Cagancho”, desde aquel entonces, continuó durante más de dos lustros enamorando a los aficionados… Su despedida fue una auténtica peregrinación por los distintos ruedos del mundo… Se cuenta que en las tardes del adiós, como si de un diestro se tratara, se le cortaba una parte de la “coleta”…
Hoy, como diría el “Tío Simón”, “Cagancho” es un caballo viejo que sestea por La Sabana, dándole tiempo al tiempo, esperando poner su semilla en la potranca que le brinde la oportunidad…

ALFREDO AYALA OJEDA