Había una vez… una mujer y un hombre, viviendo juntos, en una casa preciosa, en un monte, al que todos los días, estaba dándole el sol sus rayitos, y por la noche siempre la luna brillaba. Pero había una pequeña estrella radiando día y noche. De esto trata la historia.
La mujer llamada Ana, estaba embarazada, sabía que era una niña y había elegido su nombre: Isabela. Para ella, era un nombre precioso y no dudaba un solo momento en ponerle ese nombre. El padre, ilusionado por el embarazo, decidió darle una sorpresa a Ana.
Una mañana soleada, el padre se levantó pronto. Desayunó rápido pero fuerte, se vistió y fue a un taller de pintura, y compró pintura rosada. Fue a una tienda de bebés y miró toda la ropa que había, seleccionó la mejor, para su niña.
Más tarde, fue a una tienda de muebles y compró una cuna, un armario y una pequeña caja de juguetes. Se dirigió a una juguetería y compró unos muñecos, una mantita, unos cojines y salió a buscar el coche, para regresar a su casa.
Llegó y primero pintó las paredes de una habitación que había vacía, en la casa… fue al coche y trajo la cuna, la montó… bajó nuevamente hacia su coche y recogió los muñecos, la mantita y los cojines, los cuales los puso en la parte de arriba de la cuna. Puso la mantita encima de los cojines estirada y colocó los muñecos, en el suelo hasta traer la caja de juguetes. Cuando subió la caja, los metió dentro uno a uno con cuidado y le puso la tapa encima.
Volvió a bajar y cogió el armario, lo llevó a la habitación y lo montó, lo pintó de rosa, bajó y cogió la ropa de la niña, la puso bien colocadita en el armario y cuando por fin, terminó, fue a la cocina y le preparó el desayuno a su mujer Ana, la despertó cariñosamente y se lo dio, eran tan felices…
Al cabo de tres meses, la niña nació y fue directa a su habitación… fue creciendo y había que cambiarle el vestuario y comprar los libros y una cama. Isabela, quería mucho a sus padres, pero desgraciadamente, su padre murió cuando ella tenía quince años. Isabela, siempre estaba triste, quería mucho a su madre y una vez que estaban las dos en el jardín, le dijo la madre:
- ¿Lo echas de menos?- ella respondió- Sí mamá y mucho. La madre para alegrarle la cara le dijo: -¿Ves la estrella que está en el cielo?
- Sí, es muy bonita- contestó Isabela. Pues ahí en esa estrella, está tu padre.
Ella sonrió y le dijo: - mamá, ¡tienes razón!, papá una bellísima persona, está en una bellísima estrella.
Ahora esa estrella, tiene mucho valor para Isabela.
YAIZA SALVADOR DÍAZ