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viernes, 17 de abril de 2020

* HASTA SIEMPRE POLADURA

Conocí a Poladura, en las primeras andaduras, cuando en mi etapa infantil de “descubridor”, salíamos desde mi barrio de las Alcaravaneras, con dirección a Ciudad Jardín para recorrer todos los túneles que atravesaban la zona. Él vivía en la esquinita, misma frente al histórico Estadio Insular.  

Con el paso del tiempo, recién comencé a trabajar en Televisión Española, en un desplazamiento a la isla de Lanzarote, para el programa el Pueblo Canta, nos hospedamos en el Arrecife Gran Hotel. Mi sorpresa fue grande porque después de tantos años, volvíamos a coincidir y cuál fue mi sorpresa que él, era el Director del hotel en aquella época. Cada día, al regreso, nos sentábamos y hablábamos de lo divino y de lo humano. Manuel Poladura, sentía por la música de la tierra y sus tradiciones, un cariño muy especial.

Más tarde, para el programa 300 Millones de TVE, el grupo invitado era nada más y nada menos que Los Sabandeños, volvimos a recalar por el Gran Hotel y allí, se armó una buena carajera musical. Manolo, siempre fue muy atento, también nos acompañó a la grabación hasta la zona de Papagayo que, hacía poco,  sobre 1960, Elías Serra Rafols y su hermano había redescubierto  los restos de San Marcial del Rubicón.  

Después, en distintas ocasiones Manuel Poladura, participó en programas como “Tenderete” y como no, en mi otro programa “La Bodega de Julián”. Recuerdo, como ahora mismo, aquella ocasión en que lo invité en Agüimes, a que participara con los tres palos de nuestro folclore y terminó enganchándose en polcas. 

Manolo Poladura, un día, junto a otros amigos, teniendo ese veneno folclórico metido hasta en la médula, formaron un grupo que el nombre le venía al pelo: “Los que no escarmientan”... Mentiría si digo que le echaba una corta andadura porque unos u otros tenían una dilatada trayectoria en otros grupos y poner disciplina en lo que yo entendía anárquicos, pues me resultaba difícil. Por eso, en La Casa de la Condesa, los invité para que participaran en la Bodega de Julián y allí, afinaitos, tuvieron una lúcida actuación... 

Hoy, Manolo, sin  tiempo para decir adiós, nos dejó. Una muerte repentina, le sorprendió en un recodo del camino.  Últimamente, nosotros nos saludábamos a través de las redes sociales y hasta hace unas horas, allí estaba, compartiendo vida con su legión de amigos. 

Descansa en paz querido amigo... Y mi pésame a la familia. 

ALFREDO AYALA OJEDA

* MI ADIÓS A UN CAMPEÓN, "KILOVATIO"

El boxeo, me apasiona. Desde pequeñito, de la mano de mi padre, acudía cada sábado a las veladas de boxeo. Fui testigo de los combates más sonados, de la disputa de títulos, de entrenos y de conversaciones con entrenadores, árbitros y púgiles. Incluso en cierta ocasión, me puse unos guantes, fui al gimnasio y me dieron dos cachetones, que fueron como si me pasaran el tipex del olvido, y me borraran para siempre la posibilidad de practicar este deporte. 

Pero hay combates y combates. Unos... que estás deseando que finalicen o lo paren y otros, que el reloj de los aficionados corre a toda velocidad. Vibrantes, eran aquellos combates entre Orteguita, Kid Gavilán, Kilovatios, Mosta. Veinticuatro minutos intensos, donde no podías cerrar los ojos, porque te perdías muchos detalles de la pelea. Eran combates que, sin tanteo inicial, se encaraban los boxeadores a intentar doblegar a su rival... Ungido, “El torito de Santander”, que venció al estilista Lelo Suárez por K.O. y al que después Salvador Domínguez “Boro”, ganó con facilidad. O aquellos otros combates de rivalidad entre Cabrerita Gil y Rodri II, donde se dejaban el alma en cada golpe. También aquellos estilistas, machacones, con poca pegada pero con un martilleo incesante, que le robaban la iniciativa a sus rivales: eran Magro “El Sastre” y Vicente “El Estudiante”. 

Además, andaban por ahí, haciéndose un hueco o en olor a multitud, Kid Tano, Kimbo, Cesáreo Barrera, García “Gancho”, Lelo Suárez, Matías, Boro Domínguez, Kid Melenara, Kid Teror.... Por esos días, llegaba a la presidencia de la federación de boxeo , José Joaquín Ruíz Arocena que rápidamente prendió la llama de la pasión por el boxeo. Se celebraron los campeonatos de España, en la grada curva del Estadio Insular, con un rotundo éxito y empezaron a llegar boxeadores de leyenda, como Urtain, Legrá, Robinson García, etc. 

Pues todo eso, empecé a vivirlo en la calle León y Castillo, allí donde estaba Educación y Descanso que, en la época era como un laboratorio donde se entrenaba lucha, boxeo y otras series de actividades. En la entradita, con ventana a la calle, estaba ejerciendo su oficio de Barbero Tomás Gordillo, amigo de la familia. Él, nos arreglaba el pelo y contaba las excelencias de sus púgiles entre los que se encontraba, Salvador Domínguez, junto a un púgil que estaba dando sus primeros pasos y al que le veía unas condiciones extraordinarias. Se trataba de Manuel Rodríguez “Kilovatio”, nombre que le viene por su empleo fijo, en Unelco. 

Manuel, era un buen hombre. Responsable, que se enamoró del boxeo. Nacido en 1.939, comenzó sus entrenos en boxeo, cuando contaba con 16 años. Tenía una cabeza bien amueblada y boxeó contra los mejores, de la que se considera como la mejor época del boxeo canario. Debutó en la Gallera del Cuyás, allá por los años 60 y en su primer enfrentamiento, con los nervios a flor de piel, venció al incómodo Ray Ross. Se calzó el título de Canarias, en un enfrentamiento contra el tinerfeño Chinea... Boxeó contra todos los de su peso (gallo) con suerte varia, pero siempre dejando sobre la lona el grato recuerdo de su boxeo, honradez y valentía. Y el caso más curioso, fue que jamás boxeó fuera de Gran Canaria. 

Por eso, cuando a la edad de 26 años decide retirarse, el público no lo entiende, porque estaba en un buen momento. Pero, sabedor de los tiempos que corrían, vio claro que el boxeo no dejaba muchos beneficios y sí, muchos sacrificios y decidió colgar los guantes... 

Hace unos días, el bueno de kilovatio, falleció a la edad de ochenta  años. Pero antes, fue capaz hasta de ganarle el último combate, al mismito cáncer. 

Hacía tiempo que no le veía en esos paseos que realizaba por distintas zonas de la capital, como por la avenida de Las Alcaravaneras y pararse a conversar con la gente de la zona, los amigos de siempre como Matías “El paleta”, Ricardo “El buzo” y otros. 

Descansa en paz querido amigo.

ALFREDO AYALA OJEDA

martes, 14 de abril de 2020

* RESISTIREMOS

Echando la vista atrás y poniendo orden en mi memoria, lo mucho vivido y lo mucho leído, termino dándole las gracias a la pandemia. 

Hoy, como siempre, casi esperando que den las siete de la tarde, estamos como agazapados detrás de la ventana o el balcón, para asomar el flequillo y aplaudir, tocar el bucio, cantar el "Hola, Don Pepito" o el "Resistiré". Todos a una, nadie llega tarde a esta cita de apoyo, a cuantos de una manera u otra, arriesgan su vida en beneficio de todos. 

Antes, las casas estaban casi abiertas de par en par, por si se recibía alguna visita, o algún vecino precisaba algo. Pero los tiempos fueron cambiando y muchos se ufanaban diciendo, vivo en un bloque de veinte plantas, casi unas mil personas y tengo la felicidad de no conocer a nadie. ¡qué triste!

Pues bien, desde que estamos en este recogimiento necesario y salimos a hacer piña, con los vecinos, con los médicos, enfermeros, empleados de supermercados, farmacéuticos, carteros etc., parece que se ha vuelto a aquellos viejos tiempos. Ahora, todos salimos a la hora en punto, a mostrar nuestra gratitud a todos y aunque a veces no veamos a los vecinos, sí sabemos que están ahí, al lado, arrimando el hombro y dispuestos a echar una mano si es necesario. 


La pandemia, no solo trae la desgracia. También ha llegado para recordarnos, que todos somos necesarios y que juntos, resistiremos.

ALFREDO AYALA OJEDA

miércoles, 8 de abril de 2020

* A JUAN PERICO, DEFENSOR DE NUESTRAS TRADICIONES

Mi primera visita a la isla de El Hierro, prendió la llama de la pasión por lo nuestro. Tenía, en algún rincón de este blog, ya lo he contado, conocimientos dormidos en los que nunca había reparado. Pero esa primera visita fue como el volador de salida, para que me metiera de lleno en conocer y divulgar nuestras costumbres y tradiciones. Para este primer desplazamiento acudíamos para realizar un trabajo para la serie “El Pueblo Canta” sobre el recién creado grupo Tejeguate y la intención era recoger las voces de aquel numeroso grupo de componentes, donde se alternaban veteranos y mucha gente nueva: Cantos de arada, de siembra, de higos, espantar cuervos, moliendo, segando, etc. 

Mientras se realizaban los preparativos, deambulé por el entonces derruido hotel más pequeño del mundo, por las ruinas del poblado de “Guinea los juaclos”, casi oculto por las calcosas y me llegué hasta un barcito, donde estaba el cuervo parlanchín azabache... 

De regreso, me encontré con Juan Perico, que iba con su morral y su regatón, camino de la Fuga de Gorreta, para llevarle algo de comer a los lagartos de Salmor. Hablamos durante largo rato, sobre nuestro deporte la Lucha Canaria y me contó algunas historias sobre los lagartos y su vínculo familiar con esta valiosa especie. 

Foto: En el lagartario con Juan Perico

Al paso del tiempo, nos había llegado nuevo material a Televisión Española y entonces se pensó en hacer una serie, para recoger el momento actual en el que estaban todos nuestros municipios. Y como no, dentro de todos esos municipios se encontraba el de La Frontera...  Entre los temas que debíamos abordar, estaba el lagarto de Salmor y la única manera que teníamos de llegar hasta allí, era contando con la valiosa colaboración de Juan Perico, que estaba acostumbrado a las subidas y bajadas, tenía potencia física y además era un hombre experto en el manejo de la lanza.  

Hablé con él y nos prestó toda la ayuda. Era un material delicado y pesado. El vídeo sólo, pesaba sobre los 20 kilos, más trípode, cámara, batería y hasta los dos operadores.  Después, las imágenes obtenidas, grabaron a una colonia de 90 ejemplares de lagartos, que estaba en la más absoluta de las libertades. Al llegar el equipo como la grabación, recuerdo que gente estaba expectante porque todos habían oído hablar de los lagartos, pero pocos era los que los habían visto. Y en el mismo bar de Tigaday, pusimos las imágenes... Fue un momento mágico.  

Otro de los encuentros con Juan Perico, fue en lo alto de Guinea Los Juaclos, cuando emprendimos un capítulo del programa etnográfico Senderos Isleños, dedicado al Salto del Pastor. Y Juan Perico, no dudó en ponerse a nuestra disposición, para que el programa se hiciera realidad. 

Más tarde, en distintos encuentros lo vi luchar, junto a su hermano Francis Pérez “Pollito de la Frontera”.  

Hoy, en casa, disciplinado por el recogimiento al que nos ha obligado el Coronavirus, cuando las redes sociales dan la noticia de su fallecimiento.  

Amigo Juan Perico, desde aquí, mis condolencias a familiares y amigos. 

Se me ha ido no sólo un amigo, sino también todos hemos perdido a una buena persona. 

Descansa en paz. 

ALFREDO AYALA OJEDA

sábado, 4 de abril de 2020

* LA VOZ DEL BUCIO

“Abuelo”, -le preguntaba el nietito a la vez que le acariciaba su huesuda mano, vestida de esa característica piel arrugada, que va dejando el paso del tiempo- “tú fuiste niño como yo lo soy ahora...” El abuelo, como queriendo entrar en su breve mundo, se enternecía al escucharlo. Su fina voz, era como un regalo para sus oídos. Eran dos mundos distintos: uno dispuesto a comerse el mundo, hablando atropelladamente con sus prisas y sus repetitivas preguntas,  mientras el abuelo, pausado, con la mirada cansada, y respiración entrecortada, veía pasar el tiempo disfrutando de cada segundo. 
Los dos estaban en casa, confinados, viviendo con incertidumbre la pandemia de COVID-19. Solo tenían contacto con la calle a las 20h, cuando juntos, con el corazón en un puño, salían para expresar con el aplauso su agradecimiento y admiración a cuantos de una manera u otra, prestaba su trabajo y su vida en ayuda de los demás... 

Después, de nuevo, la repetitiva pregunta: Pero Abuelo, dime, tú, fuiste niño como yo lo soy ahora... Sí hijo. Sí. Yo fui un niño travieso y también aplicado. Obediente y respetuoso. Hoy, te voy a hablar de una triste historia que la transmisión oral ha traído hasta nuestros días... Recuerdo que en casa, según me contaban mis padres, hubo una plaga que arruinaron los campos: “La cigarra berberisca”, llamada así porque estas enormes cigarras procedían de la Berbería. Los europeos utilizaron el tema de Berbería en los siglos pasados, para referirse a las regiones costeras de Marruecos. Fue una tremenda plaga y no había medios para combatirlas. Se cernía sobre la isla, el peor de los males: el hambre. El cigarrón berberisco, amenazaba con devorarlo todo... Los cultivos desaparecían, millones de cigarras engullían todo cuanto encontraban a su paso. Era principios de 1.811 y los medios para emprender la lucha, no existían. Se hablaba de fuego, pero las llamas se descartaron porque era el peor de los remedios... Se usaron todo cuanto hacia ruido, almireces, latas, cucharas, tambores, cajas de guerra, bucios... Todo esfuerzo fue inútil... Pero hombres y mujeres de los municipios de Guía, Gáldar y Moya, no desmayaron... Un día, en la montaña de Vergara, hicieron la promesa votiva a la Virgen de Guía y al poco, la virgen puso la mano y envió tan tremendo aguacero, que la cigarra desapareció de la isla. La virgen, cumplió y hoy, cuando han pasado más de doscientos años, se recuerda ese dramático momento acudiendo todos hasta la montaña de Vergara, para rememorar el momento y darle las gracias a la Virgen.  

El bucio, la caracola o la bocina, que de todas estas maneras se conocen, en las islas, sirvió en tiempos cercanos para prolongar la voz. A través de él, se anunciaban las fiestas, las llegadas de enemigos, las desgracias, el comienzo de la jornada... El bucio, era el móvil de la época... 

Hoy, querido nieto, estamos viviendo unos momentos delicados. El Coronavirus, se ha plantado en el mundo y hace estragos entre la población, No tenemos medios para luchar. No tenemos otra arma que el recogimiento, en nuestras casas para alejarnos del bicho... Hay hospitales, clínicas, polideportivos, preparados para atender a los contagiados... Por esos estamos en casa, recogidos, para dejar espacios libres en centros sanitarios, para facilitar la atención a los afectados. 

Pasas por la calle y no ves un alma. Las obras, paradas: los estadios, vacíos. Guardamos distancia entre iguales. Todos y cada uno, estamos en un encierro domiciliario. La ciudad está solitaria, casi muerta. Pero pese a ello, estamos unidos. Juntos, por una causa que se me antoja un fino hilito, que separa la vida de la muerte. De tu conducta, de seguir las instrucciones, depende de que el sinvivir de hoy, mañana sea olvido. Estamos unidos simbólicamente a los que se juegan la vida por nosotros, a los que abren sus centros comerciales para facilitarnos adquirir la comida; panaderías bancos, taxistas, farmacias, guardias y policías... Estamos lejos, pero cerca de superar este mal.  

Es duro el encierro voluntario. Durísimo, pero cada día nos sorprende la actitud de la gente, que convierte sus terrazas, balcones o ventanas, en escenarios para alegrarle unos minutos a los vecinos. En El hierro, en La Gomera, las chacaras, pitos y tambores a la hora convenida suenan y transmiten su aliento a la población... 


Lo mismo sucede en Santa María de Guía, como supongo que sucederá en otros muchos lugares... Por eso, cada día, a las doce en punto, me emociona escuchar la serpentina y angustiosa voz de los bucios, desde cualquier azotea del municipio de Guía, queriendo llamar a la Virgen de Guía, para que acuda en nuestro auxilio a esta cita de urgencias. 

Ahora, vivimos en Gáldar, pero la cercanía y el barranco, trae y lleva noticias y sonidos. Lydia, ayer no dudó en contestar a los bucios de Guía, desde su ventana de Gáldar. Soplaba con fuerza mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. La voz del bucio, aguda, prolongada, vigorosa, se me antojaba que llamaba a las puertas del cielo, buscando que la Virgen de Guía, repitiera el milagro realizado hace más de doscientos años. 


Ya ves hijo, que yo también fui niño, como hoy lo eres tú... Y cuando tú llegues a mi edad, habrás vivido otros momentos delicados y le contarás historias a tus nietos... Y es posible que le cuentes este hecho real, para entretenerlo. Hoy intento con todas mis fuerzas, hacerte agradable este tiempo para evitar que salgas de casa, porque este virus se combate quedándonos en casa. Aquí, resistiremos. Nos ha unido la desgracia y el sonido del bucio, los aplausos, los gestos, la solidaridad, son, las armas que disponemos para luchar contra esta pandemia. 

¡NO HAY QUE BAJAR LA GUARDIA! 

¡¡¡¡¡¡ RESISTIREMOS !!!!!! 

ALFREDO AYALA OJEDA