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jueves, 21 de junio de 2018

* LECHE MECIDA O AMOLÁN

Hace algún tiempo, en una visita realizada a la isla de La Gomera (1.977), un reducido equipo de Televisión Española en Canarias, con Fernando Díaz Cutillas a la cabeza, nos desplazamos para mantener una entrevista sobre costumbres y tradiciones con el documentado historiador don Virgilio Brito. Don Virgilio, gustoso, nos contó la historia “Del Muerto que mató al vivo”, “páginas de la constante del isleño: la emigración y nos mostró su particular Museo Etnográfico de Hermigua. También, nos dio una lección práctica de la obtención de la Leche Mecida, manteca de ganado o Amolán, que de todas estas formas se conocía en las islas. 

“Durante varios días, - nos dijo- una o varias cabras se seleccionan y se dejan pastar en el campo sin ponerle ninguna ración. Solo las hierbas que brotan en fechas próximas a la festividad de San Juan. En esa época, las hierbas, enriquecidas por los rayos solares, tienen propiedades sanadoras y esas virtudes se reflejan en la leche que día tras día, tras el ordeño, se va depositando en un recipiente situado en lugar fresco. El último ordeño se efectúa el día de San Juan, antes de la salida del sol. 

Con la leche reposada se pasa al proceso de mecerla. Para ello se introduce en un odre o fol, que en Fuerteventura recibe el nombre de “borracho”. El odre, se cuelga sobre la gruesa viga cumbrera, se deja al pairo y se le introduce la leche. Luego, se cierra y se empieza a columpiarlo, hasta que el suero se separe de la leche. Con esta larga operación, los vaivenes del odre permiten que la leche se vaya espesando, hasta obtener la manteca de ganado, que los aborígenes isleños conocían como Amolán. 

Foto: Tomás Marichal elaborando leche mecida

Hoy, cuando se aproxima la festividad de San Juan, me ha venido a la memoria el recuerdo de aquellos momentos, recogidos y emitidos por Televisión Española, en que la tele iniciaba su andadura en las islas, pero, desgraciadamente estas valiosas imágenes, por pésima conservación o por distintos cambios de formatos, desgraciadamente, ya no existen. 

Recuerdo que las busqué, por todos los recovecos de los archivos televisivos, pero sin fortuna. Por eso, cuando dimos los primeros pasos sobre la serie Senderos Isleños, uno de los primeros capítulos fue el de “Tres historias majoreras”: El Amolán, La pesca de la anguila mediante embrosque y el queso enterrao... Fijamos nuestra atención en Tomas Marichal y durante días estuvimos alrededor de estos viejos oficios. Pero la memoria, desgraciadamente, le jugó una mala pasada y no pudimos terminar ninguno de los tres cometidos. Hacer el proceso sí; recogerlo, sí. Pero hacer el proceso completo fue imposible, porque la memoria ya no alcanzaba. 

Foto: Preparativos del embrosque

Embargo, Tomás Marichal, si nos comentó, con todo lujo de detalles algunos interesantes aspectos como_ “La leche, en esa época víspera de San Juan, era mantecosa y más rica en grasa. Estaba enriquecida porque las hierbas son más ricas en vitaminas por el efecto de los rayos del sol. Hasta no hace mucho, familias enteras, mecían la leche. Incluso, el “borracho”, se prestaba. La leche mecida o manteca de ganado, era aconsejable para desflemar, realizar estregaditos en el estómago cuando se tenía el “pomo esconchabao” y, también se empleaba, como pomada, para evitar la inflamación o irritación en las ingles o culito de los niños de pañales. 

ALFREDO AYALA OJEDA

martes, 19 de junio de 2018

* VERSIONES PARA LA CURA DE LA HERNIA

Todavía no se han apagado las fogaleras del día de San Antonio, cuando los chiquillos y galletones, empiezan a trastiar por los alrededores acarreando ramas, muebles viejos, cartones y todo cuanto pueda servir de combustible para alimentar las hogueras purificadoras de San Juan.

Ayer, cuando regresaba de la capital en dirección a la zona norte de la isla, fui divisando distintos montones de materiales viejos que prenderán en la víspera de San Juan.

Pero la noche de San Juan, la más larga del año, da para tanto que muchas de las tradiciones que se celebran en las islas no caben en estos folios.

Baños, fuegos, quemar lo viejo para renovarse, saltar la hoguera, plomo derretido, clara de huevos, los tres papelitos, el rezo de las tres papas “San Juan Bendito, por ser tu día, pon en mi mano la fortuna mía, el lavarse la cara con agua del rocío, baños de cabras y otros animales, apartar las cabras sin comer otra cosa que hierbas hasta el día 24, tomar las nueve olas, bañarse en la playa a las doce en punto, las cabañuelas de San Juan, la danza de las brujas, poner la escoba tras la puerta, preparar los hachitos, en los altos de Icod de los Vinos... En fin son tantas...

Pero a mí me tiene atrapado, por su sencillez, por su fe “La Cura de la Hernia”, en cualquiera de la especialidades que conozco: “El Drago”, “La Higuera”, “La Caña” o la “Mimbrera”. Cada una de estas creencias contadas por gente experta y hecha la practica por personas que venían haciéndolo desde hace muchísimos años....

Domingo Barbuzano, periodista y documentado en esta tradición, cuando hacíamos el programa Senderos Isleños de Televisión Española en Canarias, nos acompañó hasta un viejo drago en la Laguna. Nos mostró el drago, herido por las distintas operaciones sanadoras, sobre la cura de la hernia. Para ello, nos explicó, había que traer al enfermo y colocar, descalzo, la huella del pie y hacerle a lo largo una hendidura silueteando la planta del pie. Esta operación debe realizarse antes de la salida del sol el día 24 de junio.

En Icod de los vinos, en la zona de Las Canales, nos reunimos con Isabel, Juan y María y al oscuro caminamos durante un larguísimo trecho en busca de una vieja higuera. Queríamos estar temprano para que no nos sorprendiera los primeros rayos de sol. Hicimos los preparativos y, rápidamente, Isabel, saco un afilado cuchillo y lo limpió cuidadosamente. Juan y María, con un niño de un año aproximadamente, eran testigos de toda la operación. Llegado el momento el niño puso el diminuto pie sobre el tronco de la higuera para que Isabel lo silueteara... Con anterioridad, Isabel, con su cuchillo, abría la rama de una mimbrera para hacer un aro por donde pudiera pasar la criatura... “Las madres son muy desconfiadas cuando se trata de la salud de sus hijos. Por eso, me doy prisa porque así lo paso por la higuera y después, como refuerzo, por la mimbrera.

En el ritual María y Juan se colocan a uno y otro lado del aro por donde pasa la criatura y le dice:

Juan que me traes

María: un niño quebrado para que me lo devuelvas sano.

Esta operación, se realiza tres veces.

Para confirmar estas variantes viaje hasta la isla de la Gomera, donde tenía noticias que don Juan Santos, tocados de chácaras, artesano del tradicional ramo de frutas y flores, hizo esa practica. Juan Santos, con el que había compartido espacio en romerías y programas televisivos, me llevó al barranco de Arure. En el camino, cogió una rama de “bimbre”, le decía él y empezó a dar sus explicaciones. No solo hace falta para el ritual una Isabel, Juan y María (que no tienen otra virtud que llevar esos nombres de pila). Además, hace falta que las dos partes en la que se divide la rama de mimbre y por la que se había introducido la criatura, hay que sellarla con un hilo carreto uniendo ambas caras y regándolo con un barro finito. Después, cada tiempo, hay que visitar la ramita y cuidarla para que pegue y recupere la vida. Si la rama se sana, la criatura, también.

Por otro lado, en Lanzarote contacté con una vecina, de nombre Isabel, que había realizado esta practica en distintas ocasiones. En un viaje de localización, quedamos emplazados para una fecha próxima. Pero, siempre hay un pero, cuando llegué con los equipos la señora me dijo que lo sentía pero que no lo hacía porque su nietita le pidió que no lo hiciera porque en el colegio le decían que eso era brujería. Y, claro, me quedé con las ganas.

Pero como uno tiene amigos hasta debajo de las piedras acudí a don Juan Brito, mi catedrático de cultura popular. Y Juan que sabe de lo escrupuloso que soy para estas cosas de la tierra pues me preparó un equipo amplio y me recreó una de aquellas curas multitudinarias que se hacían por aquellos tiempos., El escenario, increíble y la vestimenta de los intervinientes, rigurosa y sencilla:

Foto: Alfredo Ayala en un ritual de San Juan, en  La Laguna, Tenerife

Así lo conté para Andar Canarias y tal cual lo reproduzco:

Alfredo Ayala: Estamos ahora mismo en el escenario donde se celebraba la práctica de la sanación de la cura de la hernia en la caña.

Juan Brito: Sí, estamos en el Barranco del Obispo. Aquí, antiguamente, a principios de siglo, porque esto data del siglo XVIII, se sabe que venían aquí. Había un cañaveral, todo esto era bosque y había cañas muy grandes, porque esa fuente alimentaba a todo el cañaveral.

Bueno, y en las mañanas de San Juan, que era cuando se hacía esto, venían aquí muchas familias, sobre todo de los pueblos del centro, por ejemplo de Teguise para abajo, Mozaga, San Bartolomé, Montaña Blanca... de toda esta parte venían aquí. Y esto era una fiesta, las mañanas de San Juan, a los claros del día, estaba toda la gente aquí. Venían en parrandas, en sus camellos, burros, traían sus viandas, sus cosas caseras que hacían...

Entonces la cosa era abrir una caña, coger al niño y hacían como un arco. Cogían la madrina y el padrino, que se tenían que llamar Juan y María, había una tercera persona que se llamaba Isabel, que era la que amasaba el barro y hacía el hilo en la rueca y el huso para ratear la caña cuando se terminara todo el ritual.

Bien, pues entonces cogían el niño, lo pasaban por la caña diciendo las palabras sanadoras, no sé si lo sabes...

Empezaban: María: “Ahí te va, Juan” – Él dice: “¿qué me das, María?” – Ella: “Un niño roto y quebrado. San Juan y la Virgen María me lo devuelvan sano”. Cuando ya lo tiene Juan en las manos se lo da a ella y dice: “Ahí te va, María” / “Qué me das, Juan” / “Un niño roto y quebrado. San Juan y la Virgen María me lo devuelvan sano”... Así seis veces. Entonces Isabel va hilando su lana, haciendo el hilo y tal. Pues cuando ya terminan los padrinos el niño pasa a otras manos, Isabel coge el barro que ya tiene amasado, lo pasa por la caña... Es decir, coge el hilo antes y lo ratea alrededor de la caña diciendo: “Con este hilo te amarro la vida, con este hilo te amarro la vida...”, hasta que termina el hilo de liarse en la caña. Luego coge el barro y unta toda la caña de abajo a arriba y dice: “Con este barro te curo la herida, con este barro te curo la herida“ hasta que termina este ritual.

Si al año de pasar el niño, la caña no se muere y echa nuevos revientos, está el niño curado. Si no, hay que repetirlo al año siguiente, siempre las mañanas de San Juan.

Hoy, ni Juan Brito, ni Juan Santos, están entre nosotros. Por fortuna, llegue a tiempo a esa cita de urgencias con nuestras costumbres y tradiciones para que futuras generaciones nos entiendan y comprendan mejor.

ALFREDO AYALA OJEDA

miércoles, 13 de junio de 2018

* JUAN GARCÍA “EL CALZONES” LA VOZ QUE ENAMORABA

Internet, durante un fleje de días me ha dejado fuera de circulación. Mi mujer, llamó repetidamente, pero no había forma. Hoy, por fin, nos han solucionado el problema y no vean el trabajo acumulado que tengo. En mi aislamiento voluntario comprobé que el mundo sigue girando, los corruptos dando con sus huesos en la cárcel y las pensiones a punto de ir colocándose en el lugar adecuado.

Y uno de esos mensajes, enviado por David Rodríguez “Millaquito”, me llegó a través del “fisbu”. Lo remitió un amigo de mil batallas televisivas. Un cámara de verdad, con el que tuve el placer de hacer transmisiones, fiestas, romerías, la Bodega de Julián… Un cámara de ley siempre pendiente cual podenco en cacería. Su noticia decía así:

"Maestro Ayala, hace tiempo que no nos vemos, pero te sigo leyendo por redes sociales. Tengo que darte una mala noticia, sé que le tenías aprecio. Anoche falleció en mi pueblo de Punta del hidalgo El Calzones. Recuerdo llevarlo a la bodega de Julián con mi coche para algunos programas."

Recuerdo como ahora mismo, aquella recalada por la Laguna, en esa continua lucha que tenía, para que en los programas que dirigí: Tenderete y la Bodega de Julián, aparecieran voces que no pertenecían a la disciplina de grupos o asociaciones. La gente, siempre me ha tendido la mano facilitándome o allanándome el camino. Recuerdo al Centinela cantador y lagunero de prestigio y cómo no, al amigo Juan José García “El Calzones”, una voz que enamoraba, que, tras un largo paseo por La Punta, donde habíamos quedado, me dijo: ¡coño! tengo ganas de ir a tu programa a cantar. Y en plan coña le contesté: ¡eso es fácil! Solo basta con que vayas. Lo demás corre por mi cuenta. Y con la misma neutralidad que me lo dijo, le entregué una tarjeta, con fecha y teléfono de actuación y le dije: “Millaquito”, cámara de TV Canaria, vendrá a buscarte. Así que estate preparado. Después, hablé con “El Puncha” y le comenté el tema. Y dicho y hecho. En la fecha señalada apareció... un ensayito, unos enjuagues, como diría Dacio Ferrera y hombre tenemos.  Fue, precisamente, para el día de Canarias y había esa noche, un ramillete de excelentes voces. Y allí “el Calzones” se arrancó con una folía y luego, desbordando entusiasmo, nos brindó una isa. Haciendo las delicias de los presentes y de cuantos tuvieron ocasión de verlo en la tele canaria, en La Bodega de Julián.


El Calzones, en aquellos primeros comienzos de Los Sabandeños, siendo un pollillo, se convirtió, junto al Minuto, en las voces principales del extraordinario grupo. Más tarde, por un quítame allá esas pajas, tuvo sus más y sus menos y buscó la puerta de salida.
El Calzones, fue un cantador estrella, de esos que mandaban las coles a la plaza. Una voz, que empezó a escribir la historia de Los Sabandeños, junto a otras muchas voces como El Minuto o Dacio…

Tres nombres, tres estrellas que siempre brillarán en el firmamento de nuestra música popular o folclórica.


Descansa en paz querido amigo.

ALFREDO AYALA OJEDA

jueves, 7 de junio de 2018

* A MANOLO VIEIRA

Hace un fleje de años que conocí a Manolo Vieira, el hijo de Carmita. Lo conocí cuando era un pollillo, despierto como el hambre. Y, desde aquellos primeros momentos, con el paso del tiempo, hemos estrechado amistad. Manolo, al que quiero y admiro, es un emprendedor y autodidacta. Creo que no le debe a nada ni a nadie el lugar que ocupa. Él solito se lo ganó. He trabajado junto a él en distintas ocasiones: En Tenderete, en la Bodega de Julián, en los especiales de fin de año, en programas de entretenimiento y durante algunos meses, día tras día, en una serie televisiva “Unas Hora Menos”.

Foto: Alfredo Ayala y Manolo Vieira

Y, por lo méritos contraídos, llego a la conclusión que Manolo es un monstruo de la escena. Un intérprete de lujo que llega y conecta con el público casi sin esforzarse.  En cierta ocasión, cuando yo estaba en activo en la tele canaria, quise hacer una serie de humor, con la sana intención de regalar unos momentos de humor a los espectadores, para que se acostaran con una sonrisa. Contaba, para este ambicioso proyecto, con Sergio Correa, Lorena Petit, Jaime Marrero, Piedra Pómez, Lolo “el Gomero”, Jesús Farráis y como no, a Manolo Vieira, pero como este mundo es un mundo de etiquetas, a mí me pusieron los lindes dentro del apartado de folclore, costumbres y tradiciones lo que quiere decir que a criterio de cuantos llevan las riendas de la tele, no sirves o no estas capacitado para otra cosa que fiestas, romerías, costumbres, tradiciones y música popular. Y el proyecto, claro, quedó durmiendo el sueño de los justos, donde aún continúa…

Pero volviendo a Manolo Vieira, con el que repito, he trabajado muchísimo, tengo que decir que me destoco ante él, porque Manolo para mí, encarna a ese hombre que hace su trabajo en clave de humor. Pero es un humor distinto, cercano, costumbrista… Un humor que no solo nos dibuja una sonrisa en la cara o una amplia y sonora carcajada pero que, sobre todo, invita a pensar… Él, descorre el fino velo que cubre a la sociedad isleña, la observa y estudia detenidamente y extrae sus penas y alegrías de un pueblo y las vuelve a entregar al pueblo. Manolo, con su humor retrata el día a día de nuestra gente hasta convertirse en notario de la época que le ha tocado vivir. Por eso, en cada actuación, levanta el acta de lo que hay.

ALFREDO AYALA OJEDA