Hoy me apetece contarles una historia, bien podría parecerse al guión de una película de moda, ya que el contenido desgraciadamente está a la orden del día. Lo que les cuento es una historia real, pero cambiaré los nombres de los protagonistas, para que esta sociedad en la que vivimos, no se convierta en ejecutora.
Ellos son mis amigos, Vidina y Hacomar, tienen una hija adolescente, muchos quisieran tener a esta chiquilla como hija, vecina, amiga o simplemente como compañera de clase, porque es un encanto. Es lista, con muy buenas notas, estudiosa, generosa, con un corazón más grande que ella, muchas ganas de vivir y a todo esto le podemos añadir que es guapísima.
A sus trece años se enamora perdidamente, del que cree que es el hombre de su vida, un chico guapo, atento, educado, buena gente. Cristina, que así se llama la protagonista de esta historia, cree vivir un cuento de hadas y se siente princesa, va pasando el tiempo y cada día quiere más a su enamorado.
Unos meses más tarde, Vidina, que así se llama su madre, empieza a notar unos ligeros cambios en su actitud, que no le gustaban nada. Cristina era una chica que le contaba todo a su madre, no mentía… y ahora era todo lo contrario, se había vuelto seria, triste, sus frases eran cortantes, nada le importaba, había perdido la ilusión, pero seguía amando locamente a Julio, su chico.
Empezaba a tener notas bajas, a encerrarse cada vez más en sí misma, a no querer salir con sus amigos y amigas de toda la vida, pero eso sí, solo quería estar con él.
Vidina me contaba que entendía que su hija estuviera cambiando, se estaba haciendo mayor, pero no comprendía por qué ese alejamiento, parecía que no existía nada más, que no había vida, más allá de Julio. Y empezaron los problemas cuando Vidina se sentó a hablar con su hija, y a explicarle que lo que ocurría no era lo normal, que parecía que se estaba enterrando en vida.
Fue cuando Cristina le dio a entender, a su madre, lo que sucedía. Su gran amor, controlaba su vida, no quería que saliera con sus amigos, no quería que llevara el pelo suelto, le decía cual era la ropa que tenía que ponerse, le decía como tenía que hablar. Y cuando su madre entiende a qué está expuesta su hija, se lo dice pero ella no lo entiende, cree que es lo normal y que si su chico le impone todas estas cosas, es porque la quiere, y pretende lo mejor para ella.
Hacomar y Vidina no saben qué hacer y deciden ir al colegio de Cristina y que también es el de Julio. Hacomar habla con los tutores y hasta con el director, pero dicen que no pueden hacer nada, no es un tema de su competencia, pero sí que a uno de ellos se les escapa esta frase; “Julio es considerado un chico agresivo, pero desde que está con Cristina parece que ha cambiado”.
Claro, cuando te enteras de todo esto, no lo crees, se ve como algo lejano, no puede ser que esto le esté sucediendo a alguien conocido, pero así es… mis amigos deciden prohibir a su hija cualquier tipo de contacto con este chico. Y qué ocurre… pues todo lo contrario, ya se sabe lo prohibido atrae. Pasan unos meses y en vista que la situación sigue siendo la misma, optan por darse por vencidos, es decir, que salga con su chico, le permiten que entre en su casa, los domingos salen todos juntos como si no pasara nada, eso sí demostrándole a su niña, todo el amor del mundo.
A partir de ese momento Cristina, empieza a darse cuenta que su pena, no era culpa de sus padres, porque ahora tiene toda la libertad del mundo pero sigue sin ser feliz. Cada vez que ella se imponía a los mandatos de su chico, él reaccionaba pidiéndole disculpas, diciéndole que cambiaría, que no volvería a suceder, pero que de todas formas lo que hacía, era porque la quería.
Hacomar y Vidina siguen desesperados ante tal situación, no pueden más, no saben qué hacer, hablan con psicólogos, con amigos, con familiares… están viendo venir una situación, que en un momento no muy lejano hará que todo salte por los aires…
Nadie nunca llegó a pensar que la solución, la iba a dar el propio Julio, en una de esas demostraciones de poder que suelen hacer los maltratadores, lo hizo. Pasó un chico por un parque donde Cristina y Julio estaban sentados, este chico al pasar miró a Julio… cosa que le molestó muchísimo, hasta tal punto que se levantó y por tres ocasiones intentó sin buen resultado pegarle al niño, Cristina abrió los ojos, desesperada agarraba el brazo de su amor y le gritaba que parara, que no lo hiciera, pero él tenía que demostrar quién era, así que la apartó bruscamente y fue en su cuarto intento cuando lo consiguió, golpeó al chico que en ese momento tan solo pasaba por allí, lo hizo tan fuerte, que comenzó a sangrar, según cuenta Cristina horrorizada por lo que vio… que ya no sabe si hablaba en voz alta o era un pensamiento, pero que en su mente sonaba ¿qué has hecho? ¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho?..., debe ser que no fue un pensamiento porque obtuvo respuesta, y fue… “yo no he hecho nada, me han hecho así, a mí la gente me miraba bien y desde que estoy con una niña tres años más pequeña, me miran mal.” A todo esto, el padre del niño lo llevó a urgencias y amenazó a Julio con que lo iba a denunciar, cosa que al parecer no sucedió porque Julio, se presentó en el ambulatorio, llorando, para pedir disculpas por lo que había hecho.
Cuando Cristina llegó a su casa y contó a sus padres lo sucedido, la respuesta fue “tú serás la siguiente”. Ella en ese momento de ansiedad, les confesó que él ya había agredido en otras ocasiones a chicos mayores que él e incluso en el colegio también lo había hecho, (debe ser por eso, la respuesta de uno de los profesores). Mis amigos, han tenido que tragar muchas lágrimas, pero siguen estando ahí, demostrándole a su pequeña, que no está sola. Eso debe ser lo que la ha impulsado a cortar la relación con este chico, pero… siempre hay un pero… y es precisamente que Julio, la hace sentir culpable, la llama por teléfono, le envía correos, en el colegio llora desesperadamente ante ella. Envía a l@s amig@s comunes para que le hablen y logren convencerla, para que vuelva con él, algunas chicas han llegado a negarle el saludo, en fin que esta criatura que es la auténtica víctima, pasa a ser verdugo y todo por negarse a pagar un peaje por vivir.
Vidina me contó, que ha leído mucho sobre este tema, y que existen unas preguntas planteadas por psicólogos, que se les hace a las personas maltratadas, así que ella ante el desamparo y la impotencia, cogió uno de estos test y comenzó a hacerle el cuestionario a su hija. Me dice llorando que todas las respuestas fueron afirmativas, pero que el comentario de Cristina fue… “mamá, pero él no lo hace queriendo” Y esto, realmente ¡¡¡CLAMA AL CIELO!!!
Les cuento todo esto porque es duro ver como tus amig@s están sufriendo, junto con toda su familia, tremendo latigazo. Parece que esto no nos va a tocar nunca, y está ahí al acecho. Hace unos días, otro amigo, me contaba como en su trabajo le pasaba lo mismo pero en este último caso, no solo era maltrato psicológico sino también físico, tanto a la chica como a sus hijos. Hace un ratito, estuve hablando con otra amiga sobre lo mismo, y enorme fue mi sorpresa, cuando me comentó, casi susurrando, que a ella le había pasado lo mismo, nadie le pegó pero la ningunearon durante toda su vida y me agradecía que hubiera tocado el tema, porque así lo puede hablar. Yo desde aquí, les ruego a todas que me perdonen, por contarlo, pero creo que es necesario hablarlo, para que sepan que no están solas.
¿Nos vamos a estar de brazos cruzados? Porque hoy es la hija de unos amig@s, pero mañana puede ser la tuya, ¿Qué se puede hacer? ¿A dónde recurrir? Porque en el primer caso, tanto Julio como Cristina, son menores. En el segundo, me consta que hay denuncias interpuestas. Pero la chica sigue saliendo con sus padres y sus hijos, porque tienen miedo a dejarla sola.
¡¡¡NO AL MALTRATO!!!
LYDIA DÍAZ PÉREZ