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domingo, 29 de abril de 2018

* LAS CRUCES DEL PINAR


En el pueblo del Pinar
tenemos una gran virtud
todavía conservamos
la Fiesta de la Cruz.

 “Vestir la Cruz”, es una vieja tradición que se refleja en el “pique” que sostienen, desde antiguo, los pueblos de Taibique y Las Casas, en el nuevo municipio de El Pinar, en la isla de El Hierro.  Hace algunos años, tuve la fortuna de vivir con los grupos que visten la cruz, todos los entresijos de los preparativos. Me resultó plausible y gratificante compartir el riguroso secreto en que se llevan todos los preparativos. Incluso, al caer la noche, con la finalidad de evitar “tentaciones”, una persona se convierte en celoso guardián custodio de las valiosas prendas cedidas para adornar la Cruz.

Cuenta la tradición que, hace muchísimos años, vestir las cruces del Pinar era cosa de los barrios Taibique y El Gusano, pero al empezar el barrio de Las Casas a realizar su cruz, desapareció la del Gusano.
La responsabilidad de “vestir la Cruz”, recae en las mujeres. Son ellas las que diseñan y elaboran los diferentes pasos encaminados para embellecer la Cruz.

Vestir la Cruz, ha ido evolucionando. Antiguamente, La Cruz, se vestía con flores, con frutas, con lazos o con tarjetas postales. Sin embargo, fruto de la emigración, con la llegada del poder económico de los indianos, los antiguos adornos fueron sustituidos por joyas: cadenas, medallas, anillos, pendientes, etc.

Las joyas se solicitan entre la vecindad. La petición corre a cargo de un amplio grupo de jovencitas se encargan de pedir durante días, en la calles o puerta a puerta. Ellas, llevan una libretita en la que por medios de dibujos describen la filigrana de orfebrería de cada una de las prendas. También le anudan una hebra de hilo de colores para evitar confusiones en el momento que, una vez finalizada la fiesta se devuelvan a sus propietarios. El hilo y el dibujo son como acta notarial que se da fe de propiedad.

Pero las tradiciones a veces cambian y se acomodan a los nuevos tiempos. Antiguamente, también, las portadoras de las cruces eran solteras y vírgenes, y de boca en boca corría la leyenda que al año siguiente las cuatro señoritas, contraían matrimonio. Hoy no, hoy las andas de la cruz la llevan cuatro mujeres y pueden ser solteras, casada o viudas.

Vestir la Cruz, es un ejercicio pensado y meditado durante largo tiempo. La Cruz, tiene aproximadamente un metro de altura. Se forra con tela y poco a poco, una vez seleccionadas las joyas que servirán de adorno, se equilibran a uno u otro lado. A veces, yo fui testigo, una joya que pendían del cuello de una vecina, las chicas le pidieron esa prenda con la que estimaban compensaban la Cruz. La donante, sin pestañear, la cedió.

Con las cruces vestidas cada una, acompañada por los bailarines danzando al compás que marcan las chácaras, pitos y tambores, se encaminan hasta el pino Granadillo donde las cruces, por primera vez se ofrecen, de manera comparativa, a los ojos de cuantos acuden al lugar. Después de la santa misa, las cruces, junto a la virgen de la Paz se procesionan y terminan en la plaza Grande del Pinar, donde la fiesta logra su máximo esplendor. En ese momento se ofrece a los visitantes, quesadillas, queso herreño y vino de la tierra y se aprovecha el momento para que los visitantes se hagan algunas fotos junto a las Cruz para el recuerdo.

También, algunos gallos tapaos, aprovechan la presencia de Pitos, chácaras y tambores para dar rienda suelta la imaginación y empezar una porfía con una sabrosa Meda, un aire que está a punto de desaparecer.

ALFREDO AYALA OJEDA


viernes, 6 de abril de 2018

* TIEMPOS DE TRASQUILA

Tiempo hubo en que los amigos de lo ajeno, llegaban a las pensiones a hospedarse con una maleta llena de crin. Durante su breve estancia descocían los colchones, le sacaban la lana y la sustituían por crin. Como crin se conoce a esa cabellera que lucen algunos animales en la parte posterior de su cuello y, también, a los filamentos elásticos, flexibles que se obtiene de las hojas del esparto y de ciertas algas y musgos que se emplean en labores de artesanía para rellenos.

Pues en esa época, la lana era valorada y apreciada cosa que aprovechaban los cacos para hospedarse en paradores, pensiones, hostales, para vaciar los confortables colchones la lana, sustituirla por crin, meterla en la maleta y abandonar el hotel sin llamar la atención.

Tener un colchón de lana, era un lujo. Yo, de pequeño, en el patio de mi casa, junto a la familia, mi madre, periódicamente, descocía los colchones y sacaba aquellos ovillos de crin apelmazados para esponjarlos y dejarlos más suaves.

Pero aquello, claro, eran otros tiempos. Hoy, la lana, en nuestras islas no tienen valor. Tampoco, por el escaso valor, hay cacos que se dediquen a estos menesteres…

Incluso recuerdo, que en una de las tantas trasquilas a la que he asistido. Los pastores empezaron a amontonarla en un lugar señalado para hacerle entrega, decían, a un responsable saharaui que la transportaba hasta Tinduf para confeccionar prendas de abrigo. Pero a la trasquila siguiente volví, para vivir el momento de esa ayuda mutua entre pastores y familiares. Allí, seguía la lana, amontonada, sucia por el paso del tiempo…

También recuerdo a una mujer entradita en año, que esperaba pacientemente que trasquilaran a una de las ovejas, negra como la noche, para llevarse el vellón de lana que necesitaba.

Pero de una manera u otra, los pastores continúan asistiendo a las pelas o trasquilas. Son, los pastores, como de otra raza y cuando llegan los primeros días de la primavera acuden a distintos lugares para pelar a su ganado y despojarlos de su traje invernal. En lugares como en La Gomera, los pastores las pelan para que abandonen los altos de la isla y bajen de las alturas, a zonas más cómodas que gozan de mejor temperatura. Así el ganado, en semi libertad, dependiendo de la estación, está en los altos o busca otros bocados de hierbas más secas en las orillas de los montes.

Es tiempo de trasquila. Tiempo de celo en que los carneros, buscan cubrir a las hembras y pelean para derrotar a los competidores.

En la España peninsular, las ovejas siempre tuvieron un importante valor.  Asociaciones de pastores y ganaderos, creado por ellos mismos y elevado a institución oficial autónoma por el rey Alfonso, en 1.273 y que gozaron de protección hasta 1.837. La consideración de las ovejas creció considerablemente con la aparición de la merina que se calculaba que los grandes rebaños castellanos, extremeños y aragoneses llegaron a un número próximo a los 20 millones de cabezas. La raza, según los estudiosos, llegó a tener tal importancia que llevar fuera del país a ejemplares vivos se castigaba hasta con la pena de muerte.

Pero ahora, en las islas, es tiempo de trasquila, de pelas y desrabao. Tiempo de poner en práctica ese código de ayuda mutua entre pastores. Tiempos de hoy por ti y mañana por mí…

Bueno y como los pastores son, para mí como de otra raza, les dejo algunos dichos o refranes:

Unos llevan la fama y otros escardan la lana.

Canta la rana, y no tiene pelo ni lana.

Ir por lana y volver trasquilado.

Unos tienen la fama, y otros cardan la lana.

Hay quien mea en cacharro y no suena y quien mea en lana y truena.

ALFREDO AYALA OJEDA