La lucha canaria, no solo es arte y deporte: es mucho más.
En la lucha, se encierran otros muchos valores que quizás, con el paso del
tiempo, se han ido diluyendo. Pero estos ordenes cambiantes cuando aparece un
joven o veterano luchador haciendo la gesta de quedarse invicto sobre el
terrero, como por arte de magia nos transportamos al pasado y volvemos a
encontrarnos en esos momentos en que el hombre, solo sobre el terrero,
gallardo, con los brazos cruzados, permitía el agarre a su rival antes de
comenzar la brega... Al luchador, no le
mueve, cuando se planta en el terrero, nada más que salir a defender no solo su
honor, sino el de su equipo, su barrio, su pueblo, su isla… Sabe que en el
terrero es donde se miden los hombres y donde juega un papel primordial el
arte, el valor, la fuerza… Defender el terrero es la máxima del luchador; el
sueño, quedarse en pie, invencible, para convertirse en el “As” de moda. Hoy,
como ayer, como siempre quedarse en el terrero después de dar en tierra con sus
rivales equivale a ganar respeto y admiración. El mismo respeto y aclamación
popular que tuvieron otros muchos luchadores que se recordarán siempre. Tal es
el caso de José Rodríguez “El Faro de Maspalomas”, Dominguito Mederos, Alfredo
Martín “El Palmero”, don Ramón Méndez, Francis Pérez “Pollito de la Frontera”,
Orlando Hernández “El Estudiante”, Joaquín Rodríguez “Pollo de Uga”, Heraclio
Niz “Pollo de Arrecife”, El viejo Camurria, Pollo de Maguez, Juan Barbuzano…
Hace unos días, todos los medios informativos sin excepción,
se centraron en un chiquillo de 17 años, de nombre Doramas, que pasó del
anonimato a “poner patas arriba” el terrero de “Los Molinillos”. Ocurrió esta
hazaña, en la final de Segunda Categoría, disputada entre su equipo el Roque
Nublo y el Castro Morales.
Ni el joven luchador lo tenía previsto, ni tampoco el más
optimista de los seguidores del Roque Nublo, podía imaginar a un espigado
chiquillo que momentáneamente aparcaba en pleno periodo de exámenes sus libros
de estudio, saltara al terrero y diera en tierra, uno tras otro, con los
mejores luchadores del equipo contrario para fijar el resultado en 12-11.
Y por esta hazaña del joven Doramas Infante, me vino a la
memoria aquella crónica que he releído en distintas ocasiones sobre la lucha
histórica de “La Media Montaña”, entre los bandos Norte y Sur de Tenerife y en
la que participaron en el año 1834 nada más y nada menos que 430 luchadores y
en la que el luchador Juan González “Cartaya”, se quedó en el terrero. La
copla, el canto de la gesta, quedó escrita para los restos:
CARTAYA VINO DE GÜIMAR
A LUCHAR A CANDELARIA
SE ESCARRANCHÓ EN EL TERRERO
Y NO HUBO QUIEN LO TUMBARA.
ALFREDO AYALA OJEDA