... ni para pagar a la lavandera.
Yo siempre fui muy padrero. Buscaba, cualquier ocasión para estar con mi padre. Una mañana, me dijo quieres ir al campo conmigo, que tengo que preparar un espectáculo de lucha para beneficio de la Unión Deportiva Las Palmas, rápidamente, me puse el pullover y me subí al coche...recuerdo que en Tamaraceite, paramos y en plena carretera, en un bar compramos un papelón de huevos duros y un puño de sal, para aguantar el camino... allí, en Cambalud, nos vimos con el “Pollo de Buen Lugar”, estuvimos probando unos carneros para "la pelea de Carneros"... que mi padre quería incluir en ese espectáculo. Recuerdo que, como si fuera una pluma, Manuel Marrero me levantó y me puso sobre la barandilla del lugar donde estaba un rebaño de ovejas.
Pues quién me iba a decir que andando el tiempo, este encuentro escrito con todo lujo de detalles lo entregaría en el Cabildo para que lo publicaran (1.975). Dos años después de la muerte de mi padre.
Por eso digo que, esta historia que hoy entresaco de esa publicación, es tan real como la vida misma. Así como también es real que la Unión Deportiva Las Palmas, aquel club que nació de la unión de otros cinco club de la isla, no tenía ni para pagar a la lavandera...
"Manolín" y el pollo de "Buen Lugar" agarraron un "desafío".
La Unión Deportiva estaba atravesando una dura crisis económica porque por lo visto los gastos de mantener al equipo eran mayores que los ingresos y se iniciaron recolectas, tómbolas, bailes, festejos, etc. para recabar fondos con destino a las arcas del club representativo. Pero una luchada de aquella época con precios módicos y escasa asistencia ¡qué podría significar económicamente que pudiera servir de algo al fin que se perseguía? Pensé que había que hacer algo que se saliera de lo normal, un espectáculo con base en la lucha, pero que tuviera más atractivo. Y me dediqué como primera providencia, a hacer un guión. Incluía en el "peleas de carneros". "juego del palo", "levantamiento de arado" y la luchada. Pero todavía me parecía poco atractivo para movilizar la masa. ¿Que podría ser?
De repente me vino a la memoria la fama y el prestigio de Manuel Marrero “Pollo de Buen Lugar" que ya estaba retirado de la lucha. ¿Querría Manolo colaborar con esta luchada? ¿De qué forma? No lo sabía, pero había que hablar con Marrero. Y hacia allá nos fuimos, Dionisio Brito, mi hijo Alfredo y yo.
Pasamos por Cambalud, donde trabaja Marrero y no lo encontramos. Estaba en su casa, en Buen Lugar. Marrero, nos recibió sonriente, pero intrigado. Creo que estaba pensando: "¿qué querrá este Ayala de mí?". Y se lo dije. Y me respondió.
-Yo estoy viejo ya; soy un carcamal. ¿Dónde voy yo a luchar?
Le argumenté a Marrero, le puse por delante el nombre de la Unión Deportiva y fue cediendo. Marrero no quería tomar parte en la lucha corrida; encontraba que ya no podía ponerse en forma para una empresa de este tipo y se resistía (tenía razón).
Le salí por caderas
-¿y un desafío Manolo?
Lo pensó mejor.
- ¿un desafío...? ¿Con quién?
Yo lo llevaba estudiado
-¿qué te parece con "Manolín"?
"Manolín", Manuel Suárez era entonces el luchador de más cartel, el que estaba de moda.
-No hombre, ese un chico joven y fuerte, que además sabe luchar. ¿Dónde voy yo ahora a ponerme en la pista con ese muchacho...?
Pero yo adiviné que le estaba gustando la idea.
Mira Manolo, con un chico como "Manolín", que sabe luchar, que es airoso, tú puedes hacer un gran papel. No te digo ganarle, porque no es fácil, pero no te va a sorroballar. Y si me apuras un poco...
Se fue animando y salió su punto de luchador; de gran luchador.
-Pero para ello yo tendría que entrenarme mucho. ¿Y con quién me entreno?
Muchacho, en Arucas, con Pepe Araña ¿no?
Bueno ya cedido Marrero en más de un cincuenta por ciento, yo lo daba por hecho. Pero Marrero quería que se contara antes con su jefe, y con el mismo Araña. Fuimos a ver a su jefe, que le pareció bien la idea, después de preguntar a Marrero si estaba dispuesto y no iba a hacer el ridículo; y luego vimos a Araña en Arucas.
-Si hombre yo hecho una mano con Manolo Marrero. Este se pone en forma enseguida (Araña era de un optimismo encantador)
Y todo, por lo que respecta a Manuel Marrero, quedó decidido... Había que hablar con "Manolín". Le expuse mi teoría y con alguna resistencia, aceptó. Todos lo hacían por la tierra, porque estaba de por medio la Unión Deportiva Las Palmas. Y se concertó el desafío, se fijó la fecha y empezamos a perfilar detalles.
Yo vine entonces a ver a Manolín, pero sin saber ni siquiera por donde atacarle, porque yo entendía que era una papeleta difícil y muy delicada proponerle un choque con Manuel Marrero "Polo de Buen Lugar", en el que él no tenía nada que ganar y si mucho que perder, aunque en el deporte, no ganar o perder, ni pierde ni gana porque lo importante - a pesar del tiempo- es participar.
"Manolín", se resistió, pero le gustó la idea. Él iba a ser - aunque ya lo era- el centro de atracción de todo el mundo del deporte. Le decíamos entonces por aquélla época, como elogio máximo "El molowny de la lucha" Y fiando también en que podría con el veterano campeón, pero más por hacer un servicio a la causa deportiva, me dijo que sí. Bueno, no me dijo que si sino que ya me contestaría, pero yo adiviné que diría que sí. Le apremié para que se decidiera lo antes posible y al día siguiente, con su calma, con su acento de hombre reposado, muy tranquilo, pero cogido en las redes de la ilusión, me dijo:
-Vamos a sentarnos para hablar de eso.
Nos sentamos en la terraza del ya desaparecido Campo España de León y Castillo y yo me puse en guardia, pues aunque tenía confianza plena en las reacciones de Manolín, que fue siempre un caballero, no sabía por dónde me iba a acometer.
Nos sentamos
¿Qué pasa "Manolín? ¿Dispuesto ya?
-Bueno, hombre; vamos a hablar primero. Ya sabe que la gente hablando se entiende, ¿no?
Pues sí hombre, hablemos ¿qué quieres saber?
Se sonrió, me miró y muy amable me dio a entender, con un ligero gesto que esperaba que yo hablara.
-Que sí, que es verdad. Pero ¿vamos a hacer un desafío o una exhibición?
Bueno yo creo que hay que presentarlo como desafío ya que va a hacer una agarrada de cinco luchas, pero en realidad no va a pasar de exhibición. No obstante, haremos lo que tú quieras.
-No, no; yo ya digo que voy a colaborar y lo que usted haga bien hecho está.
No se habló más. El objetivo previo estaba cubierto.
Por supuesto, que no tardé en comunicarle a Manuel Marrero la conversación con Manolín y su deseo de que se trataba de una exhibición y no desafío, tal cual se entiende por desafío... A él le pareció muy bien y todos quedamos de acuerdo.
Recuerdo que Manuel Marrero me preguntó: ¿está muy fuerte Manolín, y yo le dije "eso ni se pregunta". Manolín" estaba pasando el mejor momento deportivo de su vida y se mostraba irresistible, máxime para pegar con un hombre que ya estaba entradito en años.
Foto: Dionisio Brito, Manuel Marrero, Antonio Ayala y Alfredo Ayala, concretando el desafío entre Manuel Marrero y Manolín.
La primera parte estaba lograda. Los nombres de Manolín y Marrero iban a figurar en los carteles con grandes caracteres, todo encaminado a reunir en el Estadio Insular a la mayor cantidad de público buscando la finalidad principal: recaudar fondo para el club representativo, que pasaba una época de penurias como no se recuerda otra.
Yo sabía que el Faro de Maspalomas, por aquellos tiempos andaba muy mal en lo económico y no quise comprometerlo con una actuación benéfica en la que estaba previsto que nadie cobraría una perra, pero quería meter en el espectáculo una demostración de poder con levantamiento de arado. "El Faro" era un fenómeno en esa especialidad, pero estaba visto. Nadie dudaba de su facilidad para poner el arado en el aire con reja y todo y ello quitaba incertidumbre que es la palabra mágica para crear un clima de expectación en torno a cualquier manifestación. Ideé que fuera Hermenegildo Ramírez, el famoso “Brazo de Hierro", el que se ocupara de ese número, pero Hermenegildo no había levantado en su vida ni una caña de pescar... Hablé con Gildo y se lo dije- Se horrorizó porque no tenía ni idea de lo que había que hacer, pero por su parte...
-Bueno tú estate tranquilo que yo te aviso para ir a Telde que el Faro te enseña a levantarlo.
Y así fue. Nos encaminamos a Telde una tarde, acompañado del directivo de la Unión Deportiva Las Palmas, don Salvador Cuyás Díaz, don Dionisio Brito. Vimos al Faro, le hablamos de lo que se trataba y aunque salió el prurito del más fuerte, se presentó con gran voluntad de servicio a enseñar a Hermenegildo. Nos fuimos a un cercado y allí se hicieron las primeras pruebas, con un arado de mentirijilla.
Quedamos emplazados para otro día y volvimos pero ya con arados de mayores dimensiones... Pepe, "El Faro", se pegó con los tres y con el último, uno enorme, le puso hasta la reja... Hermenegildo no podía... Pero había que hacer el intento. Y en San José encontró un arado más pequeño y se ejercitó.
Ya teníamos otro número montado. El espectáculo se estaba culminando.
Cómo la tenía el consentimiento de los clubs Adargoma y Rumbo para hacer la luchada solo había que reforzar a uno de los bandos con algún puntal de Tenerife, nos fuimos a buscarlo y fue Ramón Hernández el que se encargó de ir a Tenerife para hacer la gestión y la de encontrar a dos hombres especializados en la vecina isla, expertos jugadores de palo.
Quedaba un número de poder atractivo: las peleas de carneros. Manuel Marrero, nos ayudó mucho en este aspecto y gracias a él pudimos conseguir seis carneros dispuestos a cabecearse.
El objetivo se estaba cumpliendo. Pero quedaba la trastienda.
La trastienda es la parte más delicada de todos los espectáculos. Y en razón de esta trastienda hay muchas veces en las que se tiene que transigir con ciertas cosas que a uno no le gusta hacer. ¡Pero ocurre cada cosa...!.
El desafío o a exhibición estuvo a punto, varias veces, de suspenderse, aunque seguí anunciando a bombo y platillo sin dar un paso atrás. Manuel Marrero en una de las veces que nos vimos allá por Casablanca, que es donde vive Manolo, me dijo que de los primeros entrenamientos estaba partido. Pero me puso la carne de gallina cuando me afirmó casi rotundamente que no "estaba dispuesto porque iba a hacer el ridículo". Yo veía que todo el castillo se venía abajo con estrépito. Y yo no quería fracasar en lo que entendía que era una organización perfecta y que podía ser el gran espectáculo.
No le hice mucho caso, dejando correr el tiempo cuando estábamos a quince días de la lucha. Pero me quitó el sueño de tal, que yo daba más vueltas en la cama que un molinillo. Y le daba vueltas a mil soluciones, sin encontrar ninguna aceptable. Entre otras razones porque el lanzamiento estaba hecho, el taquillaje, del que se encargó la Unión Deportiva, a la venta y las localidades vendidas en más de un 25 por ciento.
-Oiga - me dijo Manuel Marrero- que ese muchacho me va a tirar como un saco de papas; y yo no quiero que mi nombre se vea pisoteado...
Yo tampoco sé como está de fuerte ese muchacho y sin agarrarse de un hombre nunca se sabe lo que este puede dar.
Era una insinuación...
Bueno pues hicimos todo lo que creíamos que debíamos hacer para que no se estropeara lo mucho y bueno que ya estaba hecho y en ese aspecto fue Manolín el que facilitó la realización.
Pasó la tormenta.
Yo en mi afán de interesar a la gente en el espectáculo, creyendo que el Faro de Maspalomas no iba a intentar nada, anuncié que Hermenegildo, el hombre más fuerte de las islas, iba a levantar el arado y que la organización iba a dar un premio de diez mil pesetas a cualquier espectador que levantase el mismo arado que levantaba Hermenegildo.
Foto: Hermenegildo Ramírez, haciendo una demostración de poder
¡Pa´ qué fue aquello!
Aquel mismo día por la noche fue "el Faro de Maspalomas" al Campo España a verme. Venía en son de paz, pero yo sabía de sus intenciones. Empezó por saber si era verdad lo de las diez mil pesetas. Le dije que sí, aunque yo sabía que no. Y me respondió:
-se lo digo porque en Telde hay un cochino, así como yo, de San Antonio que va a venir, y ese levanta un arado tan grande como el de Hermenegildo.
Lo vi venir
Si ese cochino así como tú, eres tú mismo dile que digo yo, que no se moleste porque no va a sacar nada.
Hablamos y el Faro se tomó unas copas que yo invité, al salir me dijo.
-¿a qué hora empieza eso?
Para toda la gente el domingo a las cuatro de la tarde; para ti el lunes a mediodía....
No sé si me entendió, pero se rió...
Yo sabía que se proponía el Faro de Maspalomas y le corté la retirada... Me hablé con Camurrita, tan magnífico luchador con buenísima persona, y le puse en antecedente.
"Desde que Hermenegildo levante el arado, tu entras en el terrero y te lo llevas pa´la caseta.
Enseguida me preparas una pareja de luchadores y que salgan a luchar...
Camurrita cumplió aquello al pie de la letra, pero desde las tres de la tarde, una hora antes, los porteros me estaban mandando recados de que el Faro de Maspalomas estaba allí, en la puerta, con un arado y dispuesto a entrar.
La orden fue tajante.
Ni él ni él arado pueden entrar: que lo entretengan. Y así fue. Una vez que Hermenegildo hubo levantado el arado y estaba bien escondido. Me llegué a la puerta y vi a Pepe el Faro que me estaba haciendo señas desde la calle.
-¿Qué pasa Pepe?, le dije, haciéndome el nuevo...
-¡Que no me dejan entrar!
-¿Cómo que no te dejan entrar? ¡Pasa hombre!
Y entró con la mujer. Pero cuando entró ya no había nada que hacer porque yo había adelantado el levantamiento del arado, saltándose el orden del espectáculo para que no hubiera ni la más remota posibilidad de que el Faro pudiera intentar nada.
Después me preguntó Don Salvador Cuyás que, qué hubiera hecho yo si el Faro hubiera entrado a tiempo.
-Sencillo, don Salvador: suspender el número del levantamiento del arado por indisposición de Hermenegildo...
Por:
ANTONIO AYALA