No puedo
resistir la tentación, cuando se avecinan las
tradiciones “Fiestas de la lana”, en el Caideros de Gáldar, de
identificarme con los pastores de la zona, con los que he compartido distintas
jornadas desde el alba hasta que se tiende el oscuro manto oscuro de la noche…
Me he movido
entre ellos, reconozco, con la torpeza de un hombre de ciudad que ha tenido que
vencer numerosos obstáculos para convertirme en la sombra de cada uno de estos
hombres y mujeres que son como un símbolo viviente. He compartido con ellos,
fiestas y amarguras; penas y alegrías para que ustedes entiendan la
marginalidad en que han quedado quienes cultivan la profesión más vieja del
mundo la de pastor. Pastores que, por su existencia, constituye un pequeño
milagro…
Valores en
desuso, códigos de conducta, ayudas mutuas…ellos continúan manteniendo, su
dignidad, su orgullo, su carácter. Son los cimientos firmes en los que se
sustenta la tradición heredada. Poco les importa, aunque la sufran, que la
sociedad no los tenga en cuenta el pequeño universo en que se mueven.
Me he
sentado con ellos y atravesado la isla de un rincón a otro en los movimientos
de ganado, cuando abandonan casa, hijos, mujer y pertenencias buscando el
sustento de ovejas… Ávido de conocimientos, quería saber de ellos, escucharles,
acercarme a su trabajo. Conocer sus historias, sus vivencias… hurgar en lo más
profundo de su alma para, buscar el eslabón perdido o escondido en su
memoria...
Los pastores
atesoran una cultura ligada al aprovechamiento del ganado. Toda la isla, en
tiempos pretéritos, formaba el espacio abierto a sus necesidades. Los límites
dependían exclusivamente de la geografía
y de las benignas estaciones…
Con el
devenir de los tiempos, con leyes casi siempre hechas a espaldas del
pastor su pequeño mundo en tierras de
medianías, en tierras cumbreras frescas y acogedoras…
Ese
aislamiento unido al enfrentamiento con los agricultores que acotaron sus
tierras de cultivo, a veces sin consideraciones, han convertido al pastor en un
ser casi marginal… Esa marginación, lo ha llevado a la situación actual de
abandono y a olvido…
El pastor
canario quedaba enfrentado a unos duros límites que el no podía ignorar ni
modificar. Límites que se han ido estrechando en paralelo al olvido y al
abandono y, sobretodo, debido a la secular incomprensión de las instituciones
acerca del pastor y de su mundo.
El pastor
vive otro universo de relaciones y contenidos: unos valores propios sobre los
que articula las bases de su supervivencia. Y lo hace con fuerza de tradición,
pues tal vez sea el único modo de sostener el orgullo y la dignidad que le
caracterizan, la manera de representar el símbolo histórico y vital que todavía
supone en estas islas el noble oficio de pastor.
Por eso, para cuantos quieran adentrarse, aunque de
manera superficial, yo les invito a una de las fiestas más ilustrativas del pastor
y su mundo: La XVII EDICIÓN DE LA FIESTA DE LA LANA, el próximo día 30.
A las 10h Se inaugura la jornada
A las 10.30, trasquila y ordeño
A las 11.30 muestra de artesanía; exhibición de Saltos
del pastor: lucha de garrote; exhibición de Lucha Canaria, Trilla tradicional y
exposición de perros.
A mediodía actuación de distintos grupos folclóricos,
entre ellos el poeta Yeray Rodríguez.
También, una de las cosas que se ha cuidado es la
degustación del tradicional sancocho.
La historia
de la que el pastor canario es en gran medida protagonista, símbolo y
representación, aunque hoy parece ignorarse, podemos refrescarla el próximo día
30. Podemos volver a revivir aquellos tiempos en que la lana era un preciado
bien económico… Degustar los sabrosos quesos artesanos de estas benditas
tierras… escuchar el acompasado y rítmico “chiar” de las tijeras con su el
tris-tras en el momento de la trasquila.
ALFREDO AYALA OJEDA
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