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martes, 7 de diciembre de 2010

* EL NIÑO QUE QUERÍA CANTAR EN TENDERETE

A veces, cuando se tiene una dilatada carrera profesional, suceden historias curiosas unas, tiernas otras. En ocasiones, las retengo en la memoria y aunque olvido o no quiero recordar el nombre, si almaceno con toda clase de detalles, el sucedido. Este que voy a contarles ocurrió allá por el año 99 del pasado siglo...

Una mañana, inesperadamente, recibí una llamada telefónica. Desconocía el número que me llamaba, pero me armé de valor y descolgué el teléfono. Era Antonio Acosta, quizás no les diga nada el nombre, pero si digo que es "el Puncha", entonces la cosa cambia.

-¡mi hermano! ¿Cómo estás?, me dijo

-yo estaba muy atareado porque estaba a punto de finalizar los preparativos para la grabación del programa Tenderete que, afortunadamente, después de 14 años de ausencia, regresaba a la parrilla de Televisión Canaria. Además, tenía dos programas más en antena de los que era co/director: "Bolero" y "Senderos Isleños". Eran, muchos calderos al fuego, pero estaba rebosando felicidad.

-¡Punchita, estoy del 15!, Pero dime... ¿dónde estás?

-estoy con alguien que te encantará y me estoy jincando unas perras de vino.

-cuéntame...

- Quiero ir a las Palmas, al Tenderete, para darte una sorpresa con un niño que tiene cuatro años, una cara de mataperros de miedo y hasta canta y todo... ¿Qué te parece...?

- ¿tienes quién lo acompañe o busco grupo aquí?

-yo lo preparo todo...

-pues mándame los datos, la autorización de la familia y te envío los billetes...

- gracias,"viejito".

-me despedí con un afectuoso ¡¡vete al carajo, Puncha!!

Y el viernes, como una "puncha", llegaron a la Plazoleta de Milton después a actuar.

Los saludé y me quedé mirando al niño, Sergio se llamaba. Intenté relajarlo porque venía como una moto. No paraba la criatura y se movía más que la flor de un berro. La maquilladora, Marta, siempre atenta a sacarme del apuro, se lo llevó por todos los recodos de la Tele y el niño, con los ojos como platos, alucinaba viendo en maquillaje a los personajes populares y presentadores. Él se sintió importante cuando Marta le dijo: ¡siéntate aquí para maquillarte! Era, para él, como un sueño. Era, como una película en que sentía protagonista. Terminó la grabación del programa y mentiría si dijera que era un fuera de serie. No era el caso, pero apuntaba maneras, tenía cierto desenfado y muchísimo interés en quedar bien.

El Puncha, en un aparte me dijo que era un niñito que tenía algunos problemas "delicados" de salud...

Al día siguiente, el niño con una sonrisa de oreja a oreja, partió `para su casa... Tenía distintas operaciones pendientes y una pasión desmedida por el folclore...

Y recuerdo que cada vez que era hospitalizado el Puncha, me llamaba telefónicamente para que le enviara un saludo a través de la tele, del Tenderete, en la seguridad que estaría viendo el programa. Así lo hice en cuantos momentos me lo dijo el Puncha. Incluso en cierta ocasión, hasta se le dedicó una copla.

Unas veces renqueante y otras en perfectas condiciones regresó a la Bodega a cantar. Cada vez que lo hizo, se me empañaban los ojos. Ayer, me llevé la gran alegría cuando a través Facebook, me pidió amistad y me hizo recordar esta historia solapada entre los dos programas folclóricos mas emblemáticos: Tenderete y La Bodega de Julián.

Otras muchas historias, que contaré en otro momento también sucedieron en las grabaciones de distintos programas. Cómo aquella ocasión en que un hijo, por causa de la guerra, encontró, tras 50 años de duda, a su padre o la madre que movió todo un equipo de televisión para cantarle una malagueña a su hijo, que sufría condena en la cárcel de Tenerife...

ALFREDO AYALA OJEDA

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