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lunes, 21 de junio de 2010

* CONSIDERACIONES SOBRE EL ORIGEN DEL TOPÓNIMO “LOS QUINTANAS” DE GÁLDAR

Sabido es que el topónimo “Los Quintanas” (léase también “Las Quintanas” o -como bien apunta José Rodríguez Batllori- simplemente “Quintanas”) es el nombre que recibe un hermoso lugar perteneciente al municipio de Gáldar ubicado en las faldas de la Montaña Sagrada de Amagro; sin embargo, a nadie se le esconde que -por unas u otras circunstancias- aún no puede hablarse con demasiada exactitud a la hora de acercarnos al origen de dicha denominación. Por este motivo, tras un minucioso trabajo de investigación histórica (producto de la consulta exhaustiva de diversos “Corpus Toponymicum”, abundosa bibliografía especializada sobre el tema y otros muchos documentos intrahistóricos de diferente índole), a continuación trataremos de exponer burdamente el eje central del argumento en que se apoya nuestra tesis -mi modesta y humilde tesis- con respecto a la procedencia más remota del referido antropónimo galdés.

Así pues, según los numerosos datos que manejamos hasta ahora, naturalmente nos inclinamos a pensar que el origen del topónimo “Los Quintanas” -al igual que ha ocurrido en otros muchos casos de similar naturaleza- proviene por vía patronímica directa de la familia Quintana, establecida en Gáldar desde fines del s.XV. Concretamente, nos atreveríamos a afirmar sin miedo a caer en equívocos que dicho antropónimo tiene su razón de ser en la figura del conquistador D. Juan de Quintana González: un personaje natural del municipio de Soria que había venido a Canarias en 1478 con las Tropas de Juan Rejón y que se avecinda en esta villa de Gáldar en torno a 1484 debido a que tras los repartimientos de tierras realizados al finalizar la Conquista de Gran Canaria había recibido aguas y tierras en el lugar que precisamente hoy lleva su apellido (además de otros muchos repartidos por toda la geografía galdense).

Sobre este Juan de Quintana -que ya aparece documentado en los protocolos de Alonso de Herrera, Cristóbal de San Clemente y Hernando de Padilla (AHPLP)- el Prof. Cebrián Latasa nos dice que después de establecerse en la villa de Gáldar se dedicó a la venta de pan y vino, así como a la cría de ganado menor. De otro lado, a tenor de lo recogido en el “Nobiliario y Blasón de Canarias” de Francisco Fernández de Bethencourt (publicado a finales del s.XIX), sabemos también que del mencionado personaje desciende el tronco linajudo del apellido Quintana galdense, una familia que entre otros tantos privilegios gozaba de poder presidir uno de los seis bancos que la nobleza conquistadora poseía en la Capilla Mayor de Iglesia de Santiago de la Villa de Gáldar.

Asimismo, el genealogista Lino Chaparro D´Acosta da cuenta que el conquistador Juan de Quintana casó en la villa de Gáldar con la indígena María González, quien le daría a nuestro hombre nueve hijos: Antón, Gonzalo, Hernando, Pedro, Juan, Inés, María, Beatriz y, por último, Leonor de Quintana González. En este sentido, como indicábamos, de ellos descenderían los “Quintanas” de Gáldar e, incluso, de la Isla de Gran Canaria, pues si acudimos a la “Relación Genealógica de Fray Juan Suárez de Quintana del s.XVII” (recientemente publicada por Pedro González-Sosa Álamo) podremos percatarnos de que en el apartado dedicado al referido apellido se habla ampliamente de que sus descendientes emparentaron con otras familias grancanarias de raigambre y noble prosapia.

Sea como fuere, no cabe duda de que el antropónimo “Los Quintanas” -como decimos- procede de un personaje (en este caso, de su apellido); sin embargo, curiosamente parece ser que el apellido “Quintana” del que proviene el citado antropónimo, procede a su vez de otro topónimo “Quintanas”, expresión vascuence que -desde una perspectiva estrictamente etimológica- significaba algo así como “pastizal grande donde se alimentaba el ganado”. En definidas cuentas, estaríamos hablando de un antropónimo que viene de un apellido que -a su vez- viene de otro topónimo anterior.

Por último, llegados a este momento, solamente nos quedaría añadir que esperamos y deseamos que las consideraciones que aquí se aportan sirvan para continuar recomponiendo la hermosa y apasionante historia galdarense, ya que -en nuestra modesta opinión- para poder convivir en el presente, antes debemos conocer los vericuetos y entresijos de nuestro riquísimo pasado.

PS: Para evitar errores de identidad, conviene tener muy presente que el Juan de Quintana que hemos tratado de historiar hoy figura en diversos documentos de la época con el nombre de Juan de Soria, sobrenombre que -obviamente- le viene puesto por ser natural de aquella localidad.

ALEJANDRO C. MORENO Y MARRERO

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