Escasamente historiado ha sido, sin duda, aquel desafortunado episodio acaecido en el año 1895 en el que ardió por completo el inmueble del Casino de la ciudad de Guía de Gran Canaria. Por este motivo, dado su enorme interés y, si se nos permite, aprovechando la información inédita que poseemos sobre el tema, hemos estimado oportuno acercarnos a tal suceso lo más fielmente como nos sea posible.
La primera noticia que tenemos sobre lo ocurrido nos la ofrece el periódico “Diario de Las Palmas”, pues en su edición del jueves 9 de mayo de 1895 expresaba lo siguiente: “Acabamos de recibir un telegrama de la ciudad de Guía, en que se nos dice estar ardiendo el edificio donde se ha instalado el Casino de aquella localidad frente a la Alameda, y que es propiedad de nuestro querido amigo D. Pedro Bautista. El edificio se halla asegurado, según hemos averiguado. Sentimos de todas veras el siniestro y deseamos no ocurran desgracias personales de ninguna especie”.
En la edición del día siguiente, el mismo periódico ampliaba información de lo sucedido, ya que recogía textualmente: “Noticias recibidas de la vecina ciudad de Guía dicen que el fuego que destruyó por completo el edificio donde se hallaba instalado el Casino se inició en un pequeño establecimiento de comestibles en una accesoria del citado edificio. No fue posible salvar ningún objeto perteneciente a la sociedad, por cuanto en menos de hora y media ya la casa era solo un montón de escombros. Estaba asegurada en 3.000 pesos, pero su valor ascendía a unos 10.000. En Guía ha causado profundo disgusto este accidente, que nosotros también hemos sentido verdaderamente”.
Meses después de lo ocurrido, concretamente el martes 16 de julio de 1895, D. Pedro Bautista publicaba una carta en el “Diario de Las Palmas”, mediante la cual deseaba agradecer públicamente a la compañía de seguros “The Manchester” y a sus representantes los Sres. Miller, el magnífico trato recibido, puesto que desde el propio día 31 de mayo se le había autorizado el cobro de la totalidad del dinero del seguro sin descuento ni gasto alguno.
Y dicho lo cual, fiel y amable lector, quizá poco más habría que añadir. Esto es todo y cuanto sabemos acerca de aquel viejo episodio guiense que hasta ahora, en cierta medida, había pasado desapercibido para una parte de la historiografía local, pero no para nosotros.
ALEJANDRO C. MORENO Y MARRERO
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