Ahora se cumplen 35 años del fallecimiento del folklorista guiense Juan Dávila González (mi padre) y si sus familiares no lo recordáramos, seguramente nadie en su pueblo natal tendría para él ni tan siquiera una palabra de agradecimiento y mucho menos una sentida oración. Este excepcional laudista paseó su sapiencia musical en Cuba allá por la década de 1920 y que una vez retornado a Guía siguió ejerciendo su magisterio con una dedicación y unos éxitos dignos de encomio. Como instrumentista quizás haya sido de los más prolíferos que haya habido en Canarias, pues tocaba indistintamente el laúd, la guitarra, la bandurria, la mandolina, la bandola, la flauta, el saxofón tenor y el contrabajo. En su dilatada vida musical formó parte de diferentes conjuntos, rondallas, orquestas, etcétera. Fue laúd principal y solista de la Orquesta de Pulso y Púa de la Quinta Gallega de la Habana, con la cual se paseo dando a conocer su virtuosismo por diferentes países latinoamericanos. Solo con 18 años tuvo que interpretar como solista en el Teatro Nacional de La Habana un pasaje de la ópera “Caballería Rusticana” de Pietro Mascagni llamada “La Siciliana”, cuyo desarrollo lo culminó con un éxito extraordinario siendo muy felicitado por ello, ya que hasta la prensa se hizo eco de su tan resonante triunfo llamándole la exhibición del “joven isleño”. Otros teatros que fueron testigos de sus elocuentes éxitos fueron, entre otros, el de la ciudad de Santiago de Cuba, Camagüey, Ciego de Ávila, Manzanillo, etc.
Cuando regresó a su Guía natal, pasó a formar parte de la Orquesta de Pulso y Púa llamada Tirma, fundada y dirigida por Don Teófilo Morales y Martínez de Escobar. Esta agrupación, como ya hemos dicho en otros trabajos, estaba formada por los mejores músicos de cuerdas existentes en la isla, dado que tenía como guitarras a Alberto Dávila Ossorio, Juan Jiménez Ossorio y Eduardo Aguiar, como bandurrias a Juan Francisco Dávila Ossorio, José Sosa Oliva y a Ubaldo Morales (hijo de don Teófilo) y a él como laúd. Esta pequeña orquesta brilló por su elocuente sonoridad y el gran realce que le daban a cuantas obras interpretaban, las cuales estaban revestidas de una gran versatilidad por sus composiciones y la enorme calidad de sus compositores; Bethoven, Chopín, Schubert, Leoncavallo, Mozart, Verdi, Wagner, los españoles Falla, Albéniz, Serrano, Bretón de los Herreros, Amadeo Vives y tantos otros.
Además, Juan Dávila González también formó parte de la Banda Municipal de Música de Guía, de las Rondallas Princesa Guayarmina, de la Rondalla de La Atalaya (la cual fundó), de la A.F. Tirma Guíense, de la Orquesta de Pulso y Púa del Real Club Victoria de Las Palmas, dirigida por Don Luís Prieto García y, durante muchos años, de la Orquesta Mejías. Fue asesor musical provincial del Frente de Juventudes, donde obtuvo abundantes premios y en aquellos tiempos fue conceptuado como el mejor laudista de Canarias. Director, profesor, arreglista, supo compaginar siempre con una relevante humildad cuantas misiones musicales le encomendaron con la de intérprete, posiblemente la faceta que más le gustaba. Jamás hizo alardes de la gran preparación musical que le revestía y cuanto interpretaba lo hacía a conciencia, lo que le daba a sus interpretaciones un valor añadido muy difícil de igualar.
Han existido en Santa María de Guía una gran cantidad de personas que han destacado de manera elocuente en el devenir de su historia, las cuales estimo que deberían tener el reconocimiento unánime de los ciudadanos de mi pueblo, ya que por su forma de proceder le han dado a Guía un valor de enormes dimensiones; sin embargo, es desilusionante contemplar cómo se le reconocen méritos a quienes jamás dieron por su pueblo nada para merecerlos, pero la idiosincrasia del guiense tiene estas connotaciones tan irreverentes con sus conciudadanos al no saber apreciar lo que en verdad ha tenido o tiene valor, para así reconocer las virtudes humanas y sociales de las personas que si han hecho por Guía cosas importantes que merecen ser reconocidas y que se han desarrollado en los diferentes campos que conforman la existencia de un pueblo y que debían al menos ser elogiadas y recordadas. Estos habitantes que tanto lucharon en la vida para labrarse un porvenir y que luego ofrecieron todos sus logros al pueblo que los vio nacer bien merecen una distinción -ni nombramientos rimbombantes, ni medallas, ni nada por el estilo-, solo solicitan desde sus tumbas, un simple reconocimiento a la labor que con tanto tino y cariño hicieron, cosa que creo no sería nada difícil de llevar a cabo por quien corresponda.
Sea como fuere, Juan Dávila González fue profesor de una gran cantidad de jóvenes de Guía, que impelidos por sus estudios de Magisterio se vieron en la necesidad de estudiar música y todavía en nuestro pueblo hay gente que puede acreditar que jamás percibió de estos alumnos ni una peseta como pago a las clases que recibían. Defensor a ultranza de los derechos que le asistían, tuvo varios enfrentamientos con los miembros del jurado en los concursos folklóricos de San Pedro Mártir, especialmente con su presidente Sebastián Jiménez Sánchez, Delegado Provincial del Servicio de Arqueología y con Antonio Herrera, Director de la Banda de Música de Arucas componente del mismo por los improcedentes premios que otorgaban en el citado concurso.
Como miembro de la Orquesta de Mejías, actuó en todas las sociedades y casinos de la isla, haciéndolo con especial relevancia en el Gabinete Literario, en el Real Club Náutico de Las Palmas y en las sociedades más significativas de los diferentes pueblos isleños: Santa María de Guía de Gran Canaria, Gáldar, Agaete, San Nicolás de Tolentino, Ingenio, Agüimes, Telde, Arucas, Teror, Firgas, Valleseco, Valsequillo, etcétera. Asimismo, sus visitas a las islas de Lanzarote y Fuerteventura fueron muy proliferas, actuando en el Casino Club Náutico, Círculo Mercantil -llamada por entonces la Democracia-, Torrelavega y otras de Arrecife, San Bartolomé de Lanzarote, Haría, Tinajo, Teguise, la Tiñosa (hoy conocida por Puerto del Carmen). Puerto del Rosario, Gran Tarajal y otros pueblos y sociedades de Fuerteventura. Igualmente, en muchas ocasiones también actuó en Ifni, Aaiun y Villa Cisneros, donde amenizaban los bailes en las residencias de oficiales y suboficiales de las citadas localidades.
Fue director musical de un grupo de zarzuelas, que fundó en Guía un profesor del Instituto llamado Vaquero, aproximadamente en el 1955, actuando en todos los teatros de la comarca con bastante éxito. Decir en su favor que nunca percibió ni un duro por cuantas actuaciones hizo, con la única excepción de lo que cobraba en los bailes donde actuaba con la orquesta de Mejías.
Cuando llegó el momento de dotar a los barrios de la Atalaya y Anzo de sus respectivas iglesias, los componentes de las comisiones de fiestas de ambos pagos contactaron con Juan Dávila para que organizara sendos grupos de variedades con el fin de recaudar fondos para ayudar a la construcción de ambos templos. Sin pensárselo mucho se puso manos a la obra y apoyado musicalmente en un conjunto rítmico que teníamos nosotros llamado Tirma. Todos habíamos sido alumnos de tan significado personaje y se dedicó a hacer una selección de cantantes y rapsodas todos vecinos de los barrios citados, conformando así un excelente grupo que actuó en todos los teatros de la isla recaudando fondos para tan justificado y honorable fin: la construcción de las iglesias de la Atalaya y Anzo. El Alcalde de Guía, D. José Carlos González Ruiz y Ulises Miranda Sosa (funcionario del Banco), llevaban la parte cómica de tan excelentes grupos de variedades y subían al escenario y sin libreto previo hacían unas parodias (improvisando) tan simpáticos que los espectadores asistentes a la representación agradecían con una atronadora salva de aplausos. Más tarde cuando ambas iglesias fueron oficialmente inauguradas para la práctica de los cultos religiosos pertinentes, nadie hizo mención al tiempo y la gran colaboración que Juan Dávila le había dedicado a la realización de tan elocuentes obras y jamás nadie le agradeció la labor que había realizado. Que se sepa tal reconocimiento nunca se ha hecho efectivo y ya han pasado muchos años.
Como director era muy exigente y vigilaba que el afinamiento del grupo fuera poco menos que espartano, ya que jamás toleraba la presunción musical que algunos miembros de la agrupación quisieran darse, dándose el caso que sin ningún reparo los anulaba y los expulsaba de los ensayos. Por iniciativa de Don Luís Prieto García y de Don Ángel Portugués Hernando, directores provinciales de Música y Cultura del Frente de Juventudes respectivamente se centralizó en mi pueblo la formación de un grupo orquestal de pulso y púa, cuyos componentes procedían de Gáldar, Agaete y Guía, recayendo la dirección del mismo en los primos Juan Dávila González y Alberto Dávila Ossorio, con el fin de participar en un concurso nacional instituido por Falange. La pieza obligada a interpretar era el “Sitio de Zaragoza” estando el conjunto formado por unos 35 o 40 miembros. Nunca he olvidado que un sábado estando ensayando en la Escuela Pública, siempre que llegábamos a la interpretación de la parte llamada la “genérala”, todo el entramado musical se venía abajo, pues entre los bandurristas 8 en total, había uno que no ejecutaba bien la partitura ralentizando la marcha y el ritmo de la misma lo cual le imprimía al desarrollo de tan significada obra un caos en lo relativo a su estricta y veraz interpretación. Era muy difícil determinar donde radicaba el mal, sin embargo, la sapiencia magistral de Juan Dávila, determinó sin margen de error donde se producía el desequilibrio instrumental y señalando a uno de los bandurristas, del cual me reservo el nombre pues ya en aquellos tiempos era un señor mayor, le dijo, -no toque Vd. ahora-, y la pieza salió adelante con toda brillantez.
Juan Dávila González, además de ser un extraordinario músico, tenía un sentido psicopedagógico de enorme trascendencia. Era tal su pragmatismo que tanto como director como ejecutante, siempre consiguió en esto de la música y el folklore cuanto se proponía y de ahí que cuantos encargos musicales les solicitaban, siempre los llevaba a cabo con total exactitud. Jamás defraudo a nadie, su honradez musical acrisolada y constatada en mil competiciones siempre brilló con luz propia, ya que desgraciadamente ya no existen este tipo de gentes al menos en Guía de Gran Canaria y de verdad que es una pena, pues hay materia prima y lo que falta son líderes de la categoría de este hoy por mí estudiado.
JUAN DÁVILA GARCÍA
Chapó por el articulo don Juan. Me a encantado. Enorabuena.
ResponderEliminarBuenas tarde D.Juan,me ha gustado mucho su articulo,felicidades.
ResponderEliminarAbrazos.
Le conocí era todo un virtuoso y una excelente persona.
ResponderEliminarBuenas tardes:
ResponderEliminarMe he permitido escribir este pequeño comentario como agradecimiento a Don Juan Dávila García, por sus publicaciones y las que le quedaran, que han de ser muchas. Cuando digo publicaciones incluyo también sus vivencias por lo que el nos cuenta.
A través de la pagina de LA GENTE QUE ME GUSTA de nuestra apreciada amiga Eulalia Marina enlazo con ETNOGRAFÍA Y FOLKLORE y leo detenidamente, pero más gustosamente el articulo dedicado a su Padre Uno que ya esta dentro de los cincuenta y tres, años, como solían decir nuestros mayores, me da cierta tristeza, que aun no se reconozcan los meritos desinteresados de grandes ciudadanos en beneficio de la comunidad y que desgraciadamente ya no se encuentra entre nosotros físicamente.
Esta en lo cierto Don Juan cuando escribe que si su familia no lo recuerda, tal vez nadie en su pueblo eleve una oración al cielo en su memoria. Sin embargo ha logrado usted con su escrito que su oración o recuerdo sean compartidos por los que hemos leído gustosamente el mismo.
Le he de decir que suelo leer sus opiniones, artículos o cualquier publicación que envía a Infonortedigital, y de tantas hay una que me sorprendió enormemente A MI CUÑADO SILVESTRE MORENO (Tito)
Ya tendré ocasión y si me lo permite, le enviaré algo que tengo escrito dedicado a el, pues a parte de ser mi vecino también compartimos nuestras ideas como directivo de la Asociación de vecinos de la Montaña unos años atrás.
Quiero terminar mi comentario y con su beneplácito trasformándolo no como el hijo de Don Juan Dávila González (Q.P.D.) sino como un guíense más que reivindica para un guíense folklorista, que sembró la semilla de la música en la tierra de la cultura.
Muchísimas gracias.
Con el respeto que me merece
Desde Gáldar Juan Lorenzo