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domingo, 12 de septiembre de 2010

* EL RAMO, SÍMBOLO GOMERO

Nota: Hace dos semanas publiqué la estructura sobre el símbolo del ramo. Hoy, para mejor comprensión, abundo en detalles de una de las fiestas más arraigadas en el pueblo de Arure y en toda La Gomera. Lo hago movido desde el amor que siento por toda la tierra isleña y con la preocupación que el ramo de San Salvador, está seriamente amenazado por el tiempo en que se vive.

¡Ojalá me equivoque!


Isla de la Gomera… Isla de atormentada orografía… de profundos barrancos… de paisajes grandiosos… de tremendos silencios que se prolongan en el tiempo…

Por eso, cuando uno alonga en el increíble barranco de Valle Gran Rey, en otros tiempos territorio de Oroné y cuna del más poderoso de los reyes aborígenes: Hupalupa, es cuando le presta atención y se le da la importancia que tuvo en la época prehispánica…

La cresta del barranco, a unos setecientos metros sobre el nivel del mar, sirve de acomodo a uno de los pueblos cumbreros de la isla: Arure.

Arure, como otros tantos pueblos altos de la isla, Alajeró o Chipude, es tierra no solamente castigada por el abandono y el olvido… También la sequía se ha ensañado a fondo, forzando una emigración muchas veces sin suerte, ni retorno… Arure, se fue despoblando, se vació de vida, se descarnó… Diríase que todos y cada uno de los hijos, se la había llevado enterita en el corazón… y quizás ese aislamiento y abandono es el que permite conservar su identidad más arraigada, pese al vacío y a cuantos cambios malos, peores y hasta buenos le han traído los tiempos…

Pero entre todas las tradiciones que aún laten y que me relataron tanto el irrepetible Juan Santos, con su verbo pausado y Cheo, destaca una principal que agrupa y simboliza todo el amor del pueblo por su tierra y su inmensa devoción a la Virgen de la Salud y a San Salvador: “la fiesta del Ramo”.

Arure, huele a pueblo. Tiene sabor propio, auténtico…. Cuando vagas por sus caminos ahondados por el paso del tiempo, las roídas casas que salpican el paisaje, me reafirma en la convicción que el tren del tiempo quedó aquí parado para siempre… el viejo ayuntamiento… tejados a dos aguas, paredes de piedra seca, se han convertido en hogares de mirlos, tórtolas, palomas y pájaros palmeros… son viviendas que quedan a trasmano… las modernas edificaciones se levantan a orillas de las nuevas vías de comunicación…

Pero ni el tiempo, ni el éxodo masivo, ni el silencio y la soledad de siglos, han podido doblegar la firmeza de Arure. Su identidad basada en el amor a su tierra, en las tradiciones, en la Virgen y en San Salvador, motivo de mi viaje a tan escarpada isla…

Pasé, junto al reducido equipo la noche en el restaurante de mi amiga Conchita, recientemente distinguida por el Gobierno de Canarias, con la Medalla de Oro de la comunidad. Ella, es la cara amiga, que te recibe y te brinda su cariño a cuantos llegan a la isla…

Por la mañana, al alba llegamos a "La Casa de la Pradera”, propiedad de Otilio Borges, que es quien ha contraído la responsabilidad y la promesa de hacerle el “ramo” a San Salvador… Al poco, Cheo seguido de un grupo de colaboradores, es el artesano que dará forma al ramo… En la puerta, es recibido por Otilio y poco a poco van llegando familiares, amigos, invitados y colaboradores…

Una vez situadas las andas sobre la mesa y el grueso mástil señalando hacia el cielo, comienza a desencadenarse todo el ritual…hilo, mimbres, frutas, flores de mundo, se van enhebrando… El ramo se viste comenzando de abajo hacia arriba, para que no se deteriore la fruta…

Hasta no hace mucho, el ramo se hacía usando como mástil donde se sustenta toda la fruta, una caña dulce. Pero en ocasiones la caña se desmoronaba por alguna impureza que se escondía en su interior y no resistía el peso, unos 25/40 kilos y el trabajo quedaba en nada…Hoy la estructura es de madera y por eso se emplea menos tiempo en elaborar el ramo. Y es que las prisas nos han invadido haciendo ayuntamiento con la comodidad.

Las frutas, las verduras, las flores, son fresquísimas. Para la virgen o el santo no se regatea esfuerzo. Cada uno, hace piña en torno al ramo y cultiva en sus huertos o en sus fincas frutas o verduras para la ocasión… Así de la zona costera de Valle Gran Rey llegan los dulcísimos plátanos, los sabrosos mangos y una enorme variedad de aguacates… los más tiernos y delicados higos de leche, brevas, melocotones, ciruelas, proceden de Tagoluche, mientras que zanahorias, pimientos, peras, uvas y flores de mundo (hortensias) son del mismo pueblo de Arure, de la parte alta…

Poco a poco en la casa donde se confecciona el ramo, siguen llegando los invitados a esta zona conocida como el barrio de La Quintana, donde Otilio, atento ofrece un brindis generoso a los asistentes: chicharrones, carne de cochino, dulces, vino de la zona, dulces recién acabados de hornear…

Cuando el ramo está a punto de coronarse, normalmente con una piña tropical que simboliza la abundancia y la emigración, el aplauso generalizado se hace oír… Es como el agradecimiento al oferente por estar a punto de cumplir con lo prometido… Entonces, llega el momento mágico. Casi puntual a la cita, los tocadores de chácaras y tambores y numerosos componentes del coro o cuerpo de baile, se disponen a golpe de música, de pareado a acompañar al ramo hasta la iglesia…

La confección del ramo en torno a San Salvador, languidece lentamente. Al menos, esa fue la impresión que me dio porque la actividad del pueblo se ha visto reducida a la mínima expresión. Hay que recordar que San Salvador es el patrón del ganado y que la representación humana que queda en la zona es gente mayor que se aferraba a su santo cuando el ganado enfermaba por la quiebra económica que ejercía en el modesto grupo familiar. Entonces, se hacían las promesas. Hoy cuando el ganado es testimonial, el ofrecimiento de la promesa al santo, se tambalea… De todas formas esta es mi apreciación.

Pero en medio de todo este jolgorio repleto de alegría me encontré con Isidora, hermana de Cheo, artesano que confeccionó el ramo, quien me regalo esta sencilla poesía:


TÚ NO TENGAS EN EL OLVIDO

LO QUE MIS PADRES PASARON

BASTANTE QUE TRABAJARON

EN TIEMPOS DE CARESTÍA

ROGANDO TODOS LOS DÍAS

AL SUPREMO PODEROSO

PARA QUE EN SU HOGAR DICHOSO

FUERA FELIZ ALGUN DÍA.

Cumplir con lo prometido asciende a una suma considerable. Ofrecer un brindis a cuantos se acercan para celebrar, se remonta a bastantes euros. Pero aquí, para cumplir con lo prometido, no se regatea nada. Tanto el oferente como la familia, está atenta a todo: no falta el buen vino de la tierra, el queso viejo, las garbanzas, chicharrones. Nada se deja al azar. No se descuida ni el más mínimo detalle.

Con las paradas lógicas para reponer fuerzas, los hombres y mujeres se aprestan para ir dando los “empujoncitos” correspondientes al ramo. Enhebran las frutas, usando a modo de agujas un firme y grueso alambre. Por él, hacen pasar a modo de hilo, una tira de platanera; otros auxilian al artesano; otros simplemente observan, dispuesto a ayudar si fuera necesario. Así, la labor que parece reservada por un momento a unos cuantos privilegiados, casi en la intimidad, se ha masificado. Las manos juntas, como haciendo piña, colaboran unidas en darle el mejor aspecto posible a este pequeño y espléndido árbol.

Viéndolos así, unidos, haciendo piña, en manos de todos, que colaboran con su fuerza y saberes, con su esperanza con su decisión, con su fe. Son manos curtidas por el duro trabajo campesino que, sin embargo, el amor a la tierra y a su devoción sensibiliza. Son esas manos del pueblo las que entre todos levantan el ramo: manos que juntas forman otro ramo ideal y paralelo al de la ofrenda…

Son las manos enlazadas de todo un pueblo que este rito se agrupa y se afirman; son manos que funden la realidad con el símbolo.

CANTEMOS DE BUENA GANA

AL RAMO DE LA QUINTANA

Estas son manos que regresan para unirse, pues nunca han estado ni estarán lejos de su isla. Estas manos son las que simbolizan el otro ramo de Arure. La promesa y la ofrenda de seguir luchando por lo propio, con todo el empeño del que es capaz un pueblo cuando le asiste la razón y el derecho. Cada fruto que compone el ramo, cada elemento de la ofrenda es también testimonio del esfuerzo, del empeño sin límites, del trabajo tenaz: la incansable herencia de siglos que conserva viva la tierra propia contra el olvido, el abandono injusto y el cruel silencio de años. El grupo de chácaras y tambores, pone la guinda embarcándonos en ese singular mundo de emociones con su ancestral sonido. Hay que contener el corazón para que no se desboque; y los brazos para que no se levanten… Entonces el romance indica el momento en que se vive…

LLEVAMOS DE ROMERÍA

ESTE RAMO QUE NOS GUÍA

Todos se unen. Ya el grupo de chácaras y tambores, los une a todos a la vez que los invita a acompañarlo hasta la ermita… Entra el ramo ceremonioso en la ermita. Hasta el mismo altar, el grupo de chácaras y tambores lo acompaña como queriendo suavizar el recorrido… Luego la misa y la procesión… a la salida, de nuevo el romance se hace presente:

NO HE VISTO EN TODA MI VIDA

PROCESIÓN TAN DIVERTIDA.

Procesión con el santo o virgen, acompañada del ramo, se desplaza a distintos puntos de la zona. En cada paso, los voladores suenan indicando la posición en que se encuentra la comitiva….

A la entrada en la ermita se hace la venia, que simboliza el perdón de los pecados o errores cometidos. Aquí ramo e imagen se despiden, mientras las campanas con muchísima alegría vive el momento en que la imagen regresa a su hogar. El ramo, a las tres de la tarde, se trasladará a la casa del peticionario de la promesa del próximo año. A la llegada a su casa, ofrecerá un brindis a cuantos hasta allí lleguen y el ramo será consumido por la familia...

De esa manera la función se reproducirá el próximo año quedando de esa manera asegurada, afirmando con ello la identidad del pueblo gomero.

Hoy, puede decirse con orgullo que Arure estaba y está custodiada por sus hijos, tanto si están cerca o en el confín del mundo. La copla así lo señala:

NO RENUNCIES A TU TIERRA

DEFIENDE LO QUE ES TUYO

DEFIÉNDELO CON AMOR

QUE SER GOMERO ES UN ORGULLO.

ALFREDO AYALA OJEDA

1 comentario:

  1. soy gomera y me ha hecho recordar tantas cosas, por eso me atrevo a escribirle para agradecerle lo que hace por Canarias.

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