Hace algunos años, allá por los inicios de los noventa del siglo pasado, hicimos, para la serie etnográfica "Senderos Isleños" de Televisión Española en Canarias, algunos capítulos festivos de programas que estimamos de importancia. Personalmente pretendí que con la proximidad del final de siglo, tras el fallecimiento de mi amigo Fernando Díaz Cutillas, levantar el acta de lo que había y de camino pasar raya y sumar para saber cuántas eras las costumbres, las fiestas, las tradiciones que habían podido superar el paso del tiempo... Así en las fiestas de El Amparo, en el municipio norteño de Icod de los Vinos, tuve la grata sorpresa de tropezarme con algunos aspectos que, en mi cita de urgencias, aun latían en el seno de gente que lo cultivó hasta el último minuto de su vida...
Así hable con el autor de "Las comedias", don Hermenegildo Socas, que con sus coplas, vestía y desvestía los acontecimientos de su municipio; o del dicharachero Marcelo, el hombre que en ocasiones por su apariencia, hacia el papel de mujer porque este cometido le estaba severamente prohibido a la mujer; o los últimos latidos de "Las novenas", donde Adela me contó historias de promesas que se hacían para cumplir con lo prometido, hasta que la iglesia cambió la norma por los rezos en el interior de ermitas y templos.
Pues una de las fiestas, por la curiosidad del escenario donde se celebraba, me llamó poderosamente la atención. La historia, como todas tuvo su comienzo cuando me entrevisté con María Victoria Hernández, la mujer que ha puesto al día todas las fiestas que se desarrollan en la isla de La Palma.
Es una fiesta que podríamos encuadrarla dentro de las historias de "Moros y Cristianos" y que, por aquellos momentos en que le hicimos frente a la grabación, se celebraba cada dos años. Después cada tres y ahora, como colofón a la Bajada de Nuestra Señora la Virgen de las Nieves. La primera curiosidad del festejo que recrea la durísima batalla naval de Lepanto, la encontramos en el lugar donde se desarrollan las escamuzas, abordajes y ataques. La batalla naval se celebra en tierra adentro a unos 700 metros sobre el nivel del mar.
La segunda curiosidad, está en que las olas por donde navegan los barcos del terrible Alí-Bajá, son un extenso campo de tagasaste endemismo forrajero.
La tercera es que todo se organiza dentro de la festividad de la Virgen del Rosario, que como otras muchas vírgenes, cambia su festividad del mes de octubre a agosto buscando la clemencia del tiempo, para que las fiestas se celebren con toda normalidad.
Y es aquí, en esta fiesta, donde se encuentra a flor de piel, el fino humor palmero. Porque esta fiesta, es un tremendo disparate que se ha venido manteniendo en el tiempo pero que los naturales de la isla han sabido mimar y cultivar hasta nuestros días...
La fiesta, se celebra este domingo y se ha considerado como Bien de Interés Cultural, declaración aprobada por el Gobierno de Canarias, el pasado año.
Los ensayos de las huestes turcas y del ejército de don Juan de Austria, no tienen desperdicio. Son momentos donde se agudiza el ingenio y brota el fino humor de los componentes. Todos, de uno y otro bando, se entregan al momento con muchísimo entusiasmo. Mientras todo esto sucede, numerosas personas transforman una vieja casa en esbelto castillo de la época y los Hermanos Tostes, pirotécnicos curtidos en miles de batallas, van minando los puntos estratégicos de los alrededores para aportar a la batalla, aspecto de realidad...
Con todo dispuesto, la virgen, Nuestra Señora del Rosario, sale procesionada desde el templo hasta casi alongarse en un balcón del margen del barranco de la Fuente Llano... Azoteas y miradores van siendo ocupados por cuantos curiosos quieren presenciar, una vez más, la derrota de los "moros". Porque aquí se sabe siempre quien pierde en esa cruenta lucha entre el bien y el mal; entre la cruz y la media luna; entre los moros y los cristianos. Pero a los asistentes, aun sabiendo el resultado, acuden en masa a presenciar tan espectacular y fantasiosa batalla.
La Virgen del Rosario, una talla de unos 90cm, aproximadamente, representa la advocación mariana relacionada con Lepanto y es, a la vez, patrona de este municipio de Barlovento.
En la batalla, en el momento en que las naves se acercan hasta el castillo, se producen situaciones espontáneas y ocurrentes de los marineros.
El acercamiento al castillo, el diálogo entre don Juan de Austria y el turco Alí-Bajá, se recrudece y queda la batalla servida... el asalto al castillo no se hace esperar, hasta que en medio de cañonazos, que levantan la tierra de los alrededores, van tiñendo los uniformes de unos y otros, hace cambiar el paisaje...
Al término de la batalla, los cristianos, con sus prisioneros, los conducen al templo y allí los cristianizan... Una vez bautizados, una procesión donde participan todos recorren las calles del municipio y los fuegos artificiales ponen el punto final a una de las fiestas más intensas y divertidas de canarias.
NOTA:
Sobre el origen de estas fiestas, al investigadora María Victoria Hernández ha escrito que "algunos autores han querido ver una relación directa entre la implantación de la fiesta de la batalla de Lepanto en Barlovento y el hecho de que el capitán palmero Francisco Díaz Pimienta (1610), quien fuera piloto de la armada de don Juan de Austria en la batalla de Lepanto, ejerciera posteriormente como maestre de campo de la compañía de milicias populares de este lugar".
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