Cuenta la oralidad que Juana Rafaela, una niña de nueve añitos, allá por 1774, cuidaba de un puño de cabras en las laderas de la caldera de Guiguan. De repente, se le apareció una señora vestida de negro quien le dijo que recordara a los vecinos que había una prometido construir una ermita.
La niña, se lo transmitió a sus padres Juan Antonio y Rita. Los padres, incrédulos, no dieron importancia a cuanto dijo la niña… Nuevamente, la señora vestida de negro, se le apareció a la criatura por segunda y para darle verosimilitud a sus palabras dejó marcada en la vestimenta de la Juana Rafaela, la huella de una de sus manos…
Lo sucedido, corrió, como reguero de pólvora por todos los rincones de la isla… Reunidos los padres, testigos y las autoridades eclesiásticas con la niña, se reconoció, por lo descrito por Juana Rafaela, la imagen de la Virgen de los Dolores que andando el tiempo el pueblo la aclama como La Virgen de los volcanes que hoy cuenta con una breve ermita en Mancha Blanca.
Juan Brito, mi inquieto y nonagenario amigo, allá por los años 90 del pasado siglo, en el momento de expansión de esta participativa romería, escenificó el milagro que se culminaba a la llegada de los oferentes a la misma ermita. Después, se cambió el escenario haciéndolo en un lateral de la ermita y este año, después de casi un lustro de ausencia, se ha vuelto a retomar la escenificación…
Muchas veces, con cámaras de Televisión Española (“Senderos isleños”) o con Televisión Canaria, (“Andar Canarias”) he tenido la oportunidad de grabar a los peregrinos que desde temprana hora o soportando el rigor de las altas temperaturas, se encaminan hacia Mancha Blanca a ver o cumplir con lo prometido a la Virgen de los Volcanes. Es quizás la mayor o más numerosa romería del Archipiélago Canario…
Numerosos son los carros y grupos folclóricos que participan en ella…
Mañana, es el día grande. Por eso, si usted quiere pasar una fiesta divertida, parrandera, participativa y repleta de devoción, encamine sus pasos hacia Mancha Blanca (Tinajo)
ALFREDO AYALA OJEDA
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