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sábado, 30 de julio de 2011

* EL HUMOR DE JOSÉ CASTELLANO

José Castellano y “Pepito Monagas”, se confunden en el tiempo. Es difícil separarlos… Su popularidad, ha llegado intacta hasta nuestros días haciendo buena la frase: “solo muere quien no se recuerda”…

José Castellano, puede decirse que nació actor en una época difícil. Vio la primera luz del día cuando el siglo pasado comenzaba a balbucear… Era, por aquel entonces, tiempos de penurias y escaseces… tiempos en que las profesiones se transmitían de padres a hijos… tiempos cuando el Risco de San Nicolás era refugio de pescadores que faenaban y calafateaban sus embarcaciones al soco del desaparecido muelle de San Telmo… Tiempos de tertulias en la Plaza de las ranas y en Puente de Palo… Tiempo de luchadas a “mano metida”, en el barranco de Guiniguada… Tiempos de la constante del isleño: la emigración…

Con este panorama tan desolador, creció y se fue haciendo “galletón” José Castellano un hombre inquieto como una libélula y enamorado del teatro, del arte en toda su extensión… Humilde y sencillo, siempre me dio la impresión que interpretaba su propia vida.

Atrapado por las artes escénicas, logra, allá por 1.930, vincularse a la Sociedad de Amigos del Arte Néstor de la Torre. Su oronda figura, su aspecto bonachón, no pasa desapercibida para las dotes de observación del escritor Pancho Guerra que se fija en él para encargarle el papel de “Pepito Monagas”. La sabia pluma, de Pancho Guerra, su socarronería, sus vivencias y fino humor, las absorbe nuestro José Castellano, con tanta naturalidad y oficio que el personaje que interpreta, “Pepito Monagas” se dimensiona y populariza calando hondamente en lo mas profundo del alma isleña.

Veintiún años después de ese afortunado encuentro entre creador e intérprete (Pancho Guerra, falleció en agosto de 1.961). Nos había dejado una herencia de amplísimo valor escrita, no solo en la contribución al léxico popular de Gran Canaria. También, en Entremeses, en Coplas, en Canciones, y en numerosos cuentos: … “de cuando Pepe Monagas fue a mariscar a un cercado de papas…”… “De cuando Pepe estuvo en un velorio…” Pero si bien su autor había fallecido Pepe Monagas, continuaba vivito y coleando, fielmente representado por el magisterio de José Castellano…

José Castellano, continuó en los escenarios haciéndonos revivir estas situaciones cotidianas de nuestra gente y publicando creaciones propias como “El niño Cabezúo” “Viaje a Paris”, “El ojo de vidrio” “¿Tiene callos?” Y muchos más.


Yo lo recuerdo, en visitas al periódico “El Eco de Canarias”, con su respiración entrecortada, en actuaciones en el emblemático Teatro Pérez Galdós y Teatro Hermanos Millares… escucharlo en la radio. Siempre dispuesto, con la mano tendida, para acudir a cuantos actos benéficos lo solicitaran…

Una de las calles en Las Palmas de Gran Canaria está rotulada, con el nombre José Castellano. Y en uno de los costados del Mercado de Las Palmas, en Vegueta, un relieve, nos muestra al personaje. Las inmediaciones del Mercado era uno de los lugares de tránsito de José Castellano y allí, en conversación con la gente, encontraba la fuente donde atesoraba historias, cuentos, socarronería y la sabiduría de nuestro pueblo…


José Castellano representaba al maúro, al hombre del campo… Su atusado y grueso bigote, su chaleco, la corbata a medio anudar, la faja tras la que escondía su oronda barriga, tocado con el cachorro, el bastón… Cara de buena gente, de esa gente en la confías, admiras y respetas.

Un documento de alto valor etnográfico, sitúa a José Castellano en una era, allá por el año 46, llevando una vistosa yunta. Este documento dirigido por Martín Moreno, muestra gran parte de la isla en su estado natural. Las imágenes están grabadas con una sola cámara y el movimiento escénico lo hacen los actores invitados. Este documento esta grabado en 35 milímetros y tuve en mis manos el original y en televisión Madrid se hicieron las copias para evitar su destrucción porque era material inflamable. Hoy, por fortuna, está a salvo y es una de las páginas históricas antes que llegara el turismo y se empezara a construir alocadamente.

Su hija, Juanita Castellano, había heredado la chispa de tan singular personaje. Numerosas fueron sus actuaciones en los escenarios de la época, pero no tuvo continuidad… por esos tiempos, también habían otros humoristas como Pancho y Encarnación y Pepito el árabe.

Hace unos años, para el programa que dirigía “Parrandiando” quise hacer un recuerdo a distintos personajes que de una manera u otra había contribuido a engrandecer nuestras señas de identidad. Uno de los rincones estaba reservado para José Castellano. Para que nos hiciera una breve semblanza del irrepetible personaje invité a su hija, Juanita Castellano que nos habló de la humanidad que atesoraba.

Vaya hoy mi respeto y consideración para José Castellano, que aún continúa vivo en mi memoria, porque entiendo que “solo muere, quien no se recuerda”. Y José Castellano, bien como intérprete de la obra de Pancho Guerra, como la suya propia, nos dejaba una visión panorámica de cómo era Gran Canaria a mitad del siglo pasado cuando la conversa, sin prisas, reposada, se establecía en cualquier recodo del camino…

ALFREDO AYALA OJEDA

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