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martes, 26 de julio de 2011

* EL RESPETO Y LA “ÚLTIMA”

Muchas son las curiosidades que encierran nuestra manera de hablar. Muchas, también, se han ido perdiendo con el inexorable paso del tiempo. Hoy, aprovechando eso de recordar es volver a vivir, me adentro por esos vericuetos, guardando, claro está, el “respetito” debido a nuestros mayores que, en los tiempos que corren, también están en crisis…

Eran, en mi infancia, épocas de penurias que solventaba en compañía de un íntimo amigo hoy emigrado a Venezuela. Frente al hoy inactivo Estadio Insular, haciendo esquina con la calle Pio XII había un garaje donde Juanito, guarecía su guagua. La guagua, de las de antes, que se entraba por detrás y a la que los pasajeros accedían, después de pisar el estribo.… Algunos asientos, estaban enfrentados… El timbre era una larga tira de cuero que se extendía desde la parte trasera hasta la delantera que al tirar de ella hacía sonar un gong que servía de señal para que el chofer, Juanito, parara en el lugar indicado... En otras ocasiones, el viajero, para no andar mucho le decían al chofer: “¡Juanito, “aflójeme” por ahí!” y Juanito, reducía la velocidad para que el pasajero se apeara. Había, en el interior de la guagua, algunos breves, pero contundentes letreros: “¡prohibido escupir!”… Los vendedores de periódicos, “Miguelete” o “el Peladilla”, subían con frecuencia a las guaguas y vendían sus periódicos, con frases graciosas: “noticias frescas: ¡ha bajado el hielo!... Luego era un espectáculo cuando se tiraban en marcha de la guagua… Un trayecto en guagua era como encontrarte con la familia… incluso, a las mujeres o personas mayores se les cedía el asiento…

Cada domingo, desde temprana hora, tocábamos en la puerta del dueño y chofer Juanito, le pedíamos las llaves del garaje y la limpiábamos a fondo. Él, nos gratificaba el trabajo endulzándonos con algunas pesetillas. Era de respeto, porque ser persona mayor, llamarlo Juanito. El diminutivo, para el isleño, se emplea como muestra de distinción y respeto. Añadir el ito al nombre propio muestra cercanía, afectividad, admiración… Cambia con el paso del tiempo… Si de pequeño, eres Alfredo o Juan, cuando empiezas a peinar canas o pierdes la soltería, con el tiempo pasas a ser Alfred-ito o Juan-ito. Ocurre igual cuando nos referimos a las mujeres… No emplear el diminutivo ita, a una vecina, mujer mayor, casada o soltera, se consideraba irrespetuoso. No llamarl@s usando el diminutivo, era como tutearla, como no considerarla respetable… Y, eso, era además de una falta de educación, muy, pero que muy feo.

Tras de este amplio paréntesis sobre el respeto y el uso del “ito”, con nuestros mayores, diré que las “perrillas” con las que nos gratificaba Juan-ito, la usábamos en el alquiler de cuentos del “Cachorro”, del “Jabato” o del “Guerrero del antifaz”, saboreando un pirulí de estirar o una sabrosa manzana cubierta de caramelo… Eran, en realidad, otros tiempos, ni mejores ni peores, simplemente otros tiempos que me han servido de escuela y que he ido volcando en programas televisivos, en conferencias en charlas radiofónicas…

En cierta ocasión, en San Bartolomé (Lanzarote), me senté en un improvisado plató de Televisión para transmitir una deliciosa romería que se celebra en honor a su santo patrón. Invité para la ocasión a una mujer que había tenido la paciencia de volcar en una publicación titulada “Recuerdos y vivencias”, la historia de su pueblo. Era, cuando la leí, –y continúa siéndolo- una publicación sencilla, sin muchos alardes, pero llena de vida y de ternura. Quise compartirla con la audiencia y la invité a que contara sus vivencias en la tele. Era Reyes Tabares, una mujer simple, sencilla, de trato exquisito. Me gustó, que condensara en un centenar de folios, la dura historia campesina con sus penas y alegrías… En la transmisión, contó el siguiente relato:

“Antes, la mayoría de los matrimonios tenían mucho hijos, diez, doce catorce… No había anticonceptivos… Seña Frasca, contaba que cuando daba a luz, tenía que estar acostada unos cuantos días boca arriba, sin moverse… no había que coger mucho a la criatura hasta que se le cayera la vida (cordón umbilical).

A la parturienta, se le hacía un caldo de gallina, los vecinos y conocidos iban a verla llevándole una docena o media de huevos, un litro o una cuarta de leche o alguna pasta de chocolate… Se daba a luz en las casas y preparaban con antelación el farol y unas velas porque no había luz eléctrica. También estaba dispuesto el ajuar del crio, o bien se lo pedían a algún familiar o vecino: unas camisas de tela hechas a mano, una fajita para el ombligo, unas mantitas, un jaboncillo y polvos de talco para “la vida”…

Si en la familia había algún “amañado” le hacía la cuna de madera o alguien se la prestaba.

Bautizaban a los niños a los ocho días. Se temía que si se morían sin bautizar iban al Limbo, o sea que no conocerían a Dios, porque nacían con el pecado original heredado de los padres y eso lo único que lo borraba era el bautismo.

NOTA: En otros lugares, desconozco si es generalizado en el Archipiélago, durante los días sucesivos al alumbramiento, familiares y amigos acudían de visitas con algunos regalos para la parturienta. En estas visitas solían estrecharse lazos amistosos, códigos de ayuda mutua, relaciones entre gente joven. Se parrandiaba y se hacían toda clase de entretenimientos o juegos… El día octavo, el último día, se convidaba a la Última. Una “última”, es ir a bautizar a la criatura… La “última” noche que la madre estaba en el lecho después de dar a luz…

Bueno, hasta aquí algún apunte de mi infancia. Además me apetecía contarlo porque el otro día, cuando caminaba por la avenida de la Playa de las Canteras, alguien, irrespetuoso, me dijo:

-¡Oye, “pureta”!, dime la hora.

¡Cómo cambian los tiempos…!

ALFREDO AYALA OJEDA

1 comentario:

  1. CANDIDA RETAHILAS27 de julio de 2011, 0:24

    ENDELUEGO ES QUE ME JIERVE LA SANGRE Y ME RECONDENO NO ES MENESTER QUE LE DIGA MAESTRO ALFREDO QUE NO HAY NADA COMO EL RESPETO Y QUE MAS LE VALIERA A LA ESCUELA TENER COMO ASIGNATURA OBLIGATORÍA LA ÉTICA Y LAS BUENAS COSTUMBRES MERIA SEA PORDIOS SI NUESTROS MAYORES LEVANTARAN LA CABEZA SE NOS MORÍAN DE UN COLACSO DITO SEA DIOS SI ME HUBIERAN PREGUNTADO LA HRA A MI DE ESA MANERA LE HUBIERA CONTESTADO POS ES HORA DE QUE APRENDAS A TENER RESPETO FALTA UN CUERTO PA QUE TE ROMPA EL JOSICO

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