Uno de los pequeños o grandes milagros de nuestras islas, son los burros. Ellos, con su nobleza, han contribuido enormemente al desarrollo de las islas. En la isla de Lanzarote, conjuntamente con el camello, estos abnegados animales aliviaron durante muchísimos años, el duro trabajo de nuestros campesinos… Pero los tiempos cambian que es una barbaridad y como somos muy dados al olvido y solemos pagar con la ingratitud, cuando no hicieron falta, pues se fueron eliminando de nuestro paisaje…
Hubo un tiempo, en la isla de Fuerteventura, que una disposición cabildicia decretó el sacrificio y matanza de unos 1.500 ejemplares. Y es que, cuando sus servicios no eran necesarios los sus propietarios se desentendieron de ellos dejándolos en libertad en la zona de Cofete. Los burros, en libertad, campearon a sus anchas y se fueron multiplicando sembrando la alarma entre la población que veían que los asnos, aprovechando la oscuridad de la noche, se adentraban en sus cercados haciendo auténticos destrozos en los cultivos. La orden fue tajante: eliminarlos.
Yo recuerdo que en cierta ocasión, con motivo de una de las tantas apañadas que he realizado en la zona de Cofete, ver alguna tropilla de burros que, azuzados por los pastores, corrían alocadamente por aquellos rugosos y yermos paisajes… Los burros, casi en un abrir y cerrar de ojos, desaparecieron. En uno de los tantos programas etnográficos en los que me he embarcado, recuerdo que en la isla de El Hierro, nos costó Dios y ayuda localizar un burro negro con el que Fernandito Padrón, allá por 1.979, nos interpretara, arando, un canto de trabajo exclusivo del municipio de La Frontera..
Tampoco estos nobles animales ya tenían función en el uso de motor animal en molinos, norias y tahonas, popularmente conocidos como molinos de sangre….Los potentes vehículos y la llegada de la electricidad, los habían reemplazados y arrinconados hasta casi su total desaparición. Casi en un abrir y cerrar de ojos, nos habíamos olvidado del compañero que nos hacía más llevadero el trabajo y el camino a cambio de un puñado de paja, un trago de agua, algunos granos y un sombrío cuarto para descansar. Cuarto al que muchas veces el campesino acudía a coger sus “moñigos” para alumbrarse o prender fuego.
Sin embargo, con la llegada del turismo aquellos burros que contribuyeron en tiempos pretéritos al desarrollo de las islas, volvieron a recuperarse para ofrecer, a cambio de unos durillos, sus lomos a los turistas que nos visitaban… Lentamente, como a cuenta gotas, observamos, en campos lanzaroteños, a algún que otro campesino que raspilla y labra sus tierras esperando que la lluvia vivifique los campos…También en la multitudinaria Romería de los Dolores, numerosos son los burros que participan tirando de sus carros cargaditos de los frutos de la tierra para ofrecérselas a su Virgen de Los Volcanes…
Otra romería en La Laguna, en Tenerife, poco a poco, en los siete años de existencia, parece que el burro es el protagonista. La romería, discurre por una de las arterias más renombrada de La Laguna: la calle de La Carrera. La “Romería Chica”, en la que cada año, además, se le brinda un homenaje a alguno de los animales autóctonos de Canarias.
Sobre unos sesenta cuadrúpedos, intervinieron en esta singular romería en la que los niños, principalmente disfrutaron haciéndoles carantoñas o subiéndose a los de estos nobles animales…
En esta séptima edición la romería chica comenzó con un reconocimiento a uno de los animales de prestigio en Canarias: el perro garafiano. En años anteriores, la gallina jabada, la oveja pelibuey, el cochino negro o la cabra tinerfeña, fueron protagonistas.
En fin. Son las vueltas que da la vida. Lecciones chicas de lo cotidiano que en esta época de crisis nos invita y obliga a retomar el pasado.
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