Uno que ya está entradito en años, con rabietas incluidas, –cosas de la edad, suelen decir los que me conocen y cuantos me rodean-, no ganas pa´disgustos...
Retrocediendo en el tiempo, hace algunos años, un grupo murguero del carnaval de La Palmas de Gran Canaria, usó, de manera desafortunada como vestimenta carnavalera una alegoría de “los enanos” de la isla de La Palma. Tras el debut, la murga alcanzó desde distintos puntos de nuestro Archipiélago un tremendo varapalo, alzándose voces que recriminaron la ligereza, tratamiento y falta de respeto para con el latido de la tradición palmera.
Pasando el tiempo, con “los indianos”, pasó lo mismo. Todo comenzó cuando un grupo de nostálgicos palmeros residentes en Gran Canaria, decidieron celebrar “Los Indianos” luciendo sus tics caribeños perfectamente ataviados con rebuscada elegancia habanera y maletas repletitas de dólares. Fue tal el éxito del paseo de estos indianos por la céntrica calle Triana que la escasa veintena de participantes al año siguiente se convirtieron en legión y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria los incluyó en su programa de actos carnavaleros. Tremenda carajera se organizó en La Palma: “Los auténticos indianos son de La Palma”, señalaron los palmeros de manera contundente. Lo demás son copias. Y, por mor a la cordura, aunque siguen celebrándose en la capital grancanaria se les ha cambiado el nombre.
En el barrio teldense de Lomo Magullo, la “traída del Agua”, está inspirada, -según me comentó su creador Juan Peñate-, en un ritual aborigen. No es, por tanto, ninguna restauración. La fiesta, en pleno agosto, celebra la festividad de Nuestra señora la Virgen de las Nieves. En ella se entremezcla lo aborigen, con lo religioso junto a las penurias de todos los pueblos sureños que festeja con alegría desbordada la llegada del agua. El grito, que distingue la fiesta es el de “Agüita, agüita, la gente está sequita”.
Hace tiempo, en Fuerteventura, en Morro Jable, acudí a las señaladas fiestas del Carmen. Amanecía y la centenaria banda de Agaete, le ponía las pilas a la población. Su alegre marcha sumaba a cuantos por allí transitaban. Los más jóvenes, gritaban: “Agüita, agüita, la gente está sequita” mientras de los balcones y ventanas recibían un refrescante chapuzón de agua. Reviví, por momentos, la “traída del agua” de Lomo Magullo…
Recuerdo en el casco urbano de Agaete, hace unos años el ayuntamiento de la Villa junto a la vecindad mantuvieron una lucha que se sostuvo en el tiempo para que “el agüita, agüita” no calara en lo que se entiende que es la fiesta de la rama: una tradición que hunde las raíces en el pasado, pero que no está reñida con la modernidad. Algunos, con temas musicales flaco favor hicieron al festejo. Pero afortunadamente, la normalidad llegó a la frenética danza de la rama y ningún vecino arrojaba agua desde sus azoteas a los rameros.
Ahora, con noviembre, llega el momento de la prueba de los vinos donde las bodegas en el norte de Tenerife, se abren de par en par para probar los nuevos y riquísimos caldos de la zona. También en el triángulo de La Guancha, Icod de los Vinos y Puerto de La Cruz, se corren las tablas y cacharros, una tradición que se mantiene a lo largo de los tiempos. Y sorprende que en el municipio de Adeje, en el otro extremo de la isla, se anuncie a bombo y platillo, por primera vez, que se correrán tablas y cacharros en las calles de Tegueste y Los Olivos….
Las tablas y los cacharros tienen sus orígenes en el norte de Tenerife, como los Indianos en La Palma y el “agüita agüita”, en Lomo Magullo. Lo demás son copias.
¡¡Un poquito de por favor!!
ALFREDO AYALA OJEDA
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