Hace años, recalé por el municipio de La Frontera, en la isla de El Hierro. Comenzábamos, bajo la dirección de Guillermo Aguado, una nueva serie para Televisión Española: “Canarias Viva”. Nos había dotado el Centro de Producción con una unidad móvil ligera que nos permitía, además de ver las imágenes al momento, desplazarnos a comodidad por apartados rincones de nuestras islas. Nuestro objetivo eran los afamados Lagartos de Salmor. No se sabía nada más que de boquilla que en lo alto del risco, Juan Perico, (hermano del campeonísimo Francis Pérez el “Pollito de la Frontera”) subía para darles de comer. Los problemas, aunque nuestros cámaras estaban perfectamente equipados y tenían cierta experiencia, era subir hasta el hábitat equipos tan pesados. Contábamos entonces con la impagable ayuda de Juan Perico que fue subiendo videos, cámaras y fue guía de nuestros operadores. Cuando obtuvimos las imágenes de una colonia superior a noventa ejemplares, regresaron nuestros equipos. Había muchísima expectación y nos reunimos en el bar situado en los apartamentos Frontera para que todos tuvieran ocasión de poder ver por primera vez la especie que se pensaba extinguida.
A partir de ahí, una machacadora que estaba instalada cerca del risco de Tibitaje, cesó su actividad y se empezó a trabajar para la recuperación de la especie hasta terminar en ese lagartarium que hace bueno el slogan publicitario de la isla de el Hierro: “En el Hierro, hay de lo que no hay”.
Presentaba, por ese entonces, (1.983), el poblado de Guinea, un paisaje desolador. Un paisaje colonizado por las vinagreras, que en El Hierro reciben el nombre de calcosas. Cuando te introducías en lo que antes fue un poblado, subyacían o se adivinaban viejos caminos empedrados, alguna edificación de piedra seca, con paredes derrumbadas o roídas por el tiempo y bajo estas digamos viviendas superpuestas, estaba los juaclos (tubos volcánicos que los antiguos moradores, usaban bien como vivienda o para resguardar el ganado).
Daba, tristeza ver dornajos, piedras labradas, muros vencidos, concheros… pasear por el lugar invitaba a fantasear con la memoria y reconstruir, a golpe de imaginación, la vida que debió existir en esta superposición de culturas… En mi paseo, acompañado de Ramón Cejas, tuve ocasión de hablar con una de las personas que vivió en el lugar: María. Ella, mujer despierta, me contó momentos vividos en el poblado de Guinea. Sin embargo, el Cabildo herreño apostó decisivamente por recuperar estos espacios y primero empezó con el lagartarium… Pero no quedó ahí el proyecto, continuaron… al reconstruir paso a paso, tal como era, el poblado de Guinea/los juaclos. Las viejas paredes se levantaron; extensas llanuras se plantaron de colmo para techar las viviendas y con bosta de vacas y cenizas se encalaron las paredes… Después, vino el momento del mobiliario. Hoy, gracias a ese esfuerzo del Cabildo Insular, que seguimos paso a paso en el programa de Televisión Española en Canarias “Senderos Isleños” El Hierro ofrece un lugar acogedor para que los visitantes disfruten del espacio.
Ahora, nos llega la información de que en el otro extremo de la isla, las viejas casas de piedra seca y techumbre de colmo, van a ser recuperadas con el asesoramiento del prestigioso centro cultural de Pinolere. La información, de la que hemos entresacado estos párrafos que a continuación transcribo y que fueron ya publicados hace unos días en este mismo blog:
La directora general de Cooperación y Patrimonio Cultural, Aránzazu Gutiérrez, presentó la segunda fase de un proyecto participativo que tiene por objeto la revalorización del conjunto de casas de colmo del Pozo de las Calcosas, en la isla de El Hierro. La conservación de este entorno y el uso histórico de sus viviendas, han permitido la permanencia de un patrimonio único como son los pajeros y el mantenimiento de numerosos hábitos populares y de convivencia de sus gentes, quienes ya participan en el proyecto de dinamización.
Este caserío, ubicado en la costa de Tancajote, se remonta al siglo XVII, teniendo un uso histórico de alojamiento estacional con motivo de la explotación de los recursos costeros.
Ahora es el momento de aumentar la vigencia del viejo slogan herreño: “¡EN EL HIERRO HAY, DE LO QUE NO HAY!”
ALFREDO AYALA OJEDA
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