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miércoles, 30 de diciembre de 2009

* RECORDANDO A NUESTROS POETAS... (2)


José Plácido Sansón Grandy


De madre italiana y padre de origen francés, fue seguramente el más importante autor dramático canario del siglo XIX. Desde pequeño leía ávidamente novelas y libros de historia. Estudió leyes en la Universidad de La Laguna y entre 1837 y 1838 publicó poemas de la recientemente fallecida María de las Mercedes Letona de Corral.

Aunque aún escribió en el semanario insular La Aurora (1847-1848) junto con José Desiré Dugour, marchó a Madrid en 1850, donde fue redactor y director de Las Novedades, periódico en que también colaboró su coterráneo Benito Pérez Galdós. Ocupó algunos puestos políticos: en 1869 desempeñó la Secretaria del Gobierno Civil de Madrid y en 1872 la de Ciudad Real. Fue amigo de los también canarios Nicolás Estébanez Murphy y Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864); este último, profesor de Economía Política de la Escuela de Comercio y del Real Instituto Industrial de Madrid, le introdujo en el Espiritismo; en una sesión en Madrid (1851), Sansón invocó el alma de un querido compañero fallecido de tuberculosis, el poeta Ricardo Murphy y Meade (1814 -1840), cuyas Obras póstumas preparó para la imprenta en 1854 precedidas de una "Noticia biográfica". Carlos de Grandy incluyó algunos de sus poemas en Álbum de literatura isleña (Las Palmas, Imprenta La Verdad, 1857).


Sansón colaboró en obras enciclopédicas y cultivó, aparte de la poesía lírica, también la crítica literaria y el drama romántico; redactó en vida unos apuntes autobiográficos que permanecen inéditos. Como poeta evolucionó desde los postulados neoclásicos al Romanticismo; pero como fue gran amigo del famoso poeta José Selgas, su poesía intimista y hogareña le influyó notablemente, aunque también practicó los temas indigenistas.


José Plácido Sansón Grandy (1815-1875):

Al Mar de mi Patria:
Baña las costas de mi patrio suelo
un mar, rey de los mares de Occidente;
en él, aun niño sumergí mi frente,
en él, ya grande, divertí mi duelo.
Imagen de la paz que tanto anhelo,
lo he visto manso, halagador, riente,
y luego, imagen de la guerra, hirviente
subir bramando hasta tocar el cielo.
¡Hoy... del distante, mi dolor le nombra;
y aparecerse en mis sueños miro
del Atlántico mar la inmensa sombra!
Y con la mente a sus orillas giro,
y recostado en su cerúlea alfombra,
por mi visión al despertar suspiro.
EL CRÍTICO

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