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viernes, 18 de diciembre de 2009

* EL CALABAZO

Deportes, celebraciones y juegos contienen y reflejan buena parte del carácter, de la personalidad diferencial que distingue y enriquece a los pueblos…

Observando detenidamente a estos Hércules, en versión moderna, el ayer y el hoy, se confunden en un paralelismo. Antiguamente, nuestros antepasados probaban su fuerza con cuanto les brindaba la naturaleza: piedras de los valientes o troncos de árboles… hoy, los hombres, para ganar o perder crédito, realizan sus demostraciones de poder con los útiles de uso cotidiano.

En los tiempos que corren, la fuerza continúa teniendo vigencia y despertando la curiosidad… ya la fuerza, el poder de los hombres, no tiene el mismo valor… sin embargo, cada convocatoria despierta el interés popular… en distintos puntos de nuestra geografía, cada año, Sansones, Hércules, forzudos u hombres de pelo en pecho acuden a puntualmente a la cita para disputar el soñado título que los distinga del resto de los mortales… compiten, contra el reloj, sin más armas que las que brinda la fuerza, la potencia, la resistencia y la habilidad; utilizan, como vara de medir, variados instrumentos que tienen uso diario en el campo o en la ciudad: enormes ruedas de tractor, de barriles de cerveza, gruesos maderos o redondas piedras…

El canario, lo repite la historia, ha tenido que agudizar el ingenio, para salir adelante. Los ejemplo son variados…en la isla de La Gomera, el silbo, era una manera de salvar la adversidad de la orografía… los mensajes que se transmitían de la cresta de la montaña a la hondura del barranco evitaba un desplazamiento… yo recuerdo en distintas zonas de la isla de La Gomera como el silbo cruzaba montes y barrancos hasta llegar a su destino… y también recuerdo cuando grababa para Televisión Española un documental, en la zona de Las Lomadas de Arguayoda, estábamos haciendo acopio de agua, y algún bocadillo…sonó el teléfono y el tendero se asomó a la puerta… un silbo quebró el silencio y al poco, la respuesta… se puede saber que le dijo… y me respondió que iban a llamarla por teléfono y que viniera… yo le he pasado el recado ella vendrá y cuando suene el teléfono, lo agarrará… me pareció interesantísimo la combinación de lo viejo y lo nuevo y me dispuse con la cámara a grabar el momento en que la vecina recaló por una veredita y se sentó pacientemente a que sonara el teléfono…

También el regatón… auxiliaba al cabrero y al pastor para salvar los obstáculos del terreno. El regatón no solo servía para ponerse en poco más de un minuto, en saltos increíbles, desde lo alto de la montaña hasta el pie, sino también para subir…

Así que con estos ejemplos, podemos entender a estos peñones varados en el atlántico en que los hombres que quisieron quedarse en ellos tuvieron que mantener un diálogo con las adversidades que ofrecían para buscar solución a los problemas que les presentaba tan accidentada orografía.

Otro claro ejemplo lo encontramos en la isla de La Palma… las fuertes pendientes de estas tierras obligaron al isleño a fabricar sus fincas a base de “sorribos” y paredes de contención… pero el campesino palmero, fue más allá: inventó “el calabazo”, original artilugio que facilitaba salvar las dificultades del terreno…

Los hombres, en agotadoras jornadas, ponían a prueba su potencia, habilidad, destreza, resistencia y fuerza… “el calabazo”, es un recipiente con capacidad para 12 ó 16 litros de agua, que pende de un extremo de un palo de distintos tamaños… los hombres lo usaban para elevar el agua de un nivel a otro y así poder vivificar las cosechas de plátanos, mangos, naranjas, etc.


"El calabazo"

Verlos elevar el agua, con relevos, es regresar a otros tiempos…en cierta ocasión, siendo más “pollillo”, me brindaron la ocasión de probar… pero aquello, había que tener unas condiciones determinadas y yo no tenía la fortaleza ni la práctica…


Hoy, que los nuevos tiempos se imponen, que la máquina suple al hombre, “el calabazo”, eficaz y herramienta de trabajo, ha quedado tan a trasmano como la fuerza…

Sin embargo, debemos sentirnos afortunados porque el calabazo,  aun podemos disfrutarlo como deporte autóctono gracias a la labor de un puñado de personas, encabezada por María Victoria Hernández que durante muchísimos años ha ido levantando el acta notarial de fiestas, costumbres, tradiciones, que se resistía a que el progreso engullera el uso del “calabazo”.


Porque en tiempos de poderosos cambios la función identificadora de estos actos individuales o colectivos, adquieren la dramática exigencia de pasar la costumbre al papel para custodiar esa seña de identidad que constituye la memoria histórica…

ALFREDO AYALA OJEDA

3 comentarios:

  1. Me parece interesante esta trilogía que ha hecho, sobre las tradiciones, señor Ayala, permítame que le diga, que usted es digno merecedor del Premio Canarias, tal y como ya he leído y escuchado en distintas ocasiones.
    Un abrazo

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  2. Amigo le agradezco sus buenas intenciones, pero mi premio está todos los días en comunicarme desde cualquier medio de comunicación con la gente que siente, vive y piensa en canario, luchando por lo nuestro... un claro ejemplo lo tiene, entre otros en mi compañera del alma Lydia que se dedica de cuerpo y alma por mantener encendida la llama de la pasión por las tradiciones, por lo nuestro.

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  3. Muchas gracias Alfredo por el comentario. El primer artículo sobre el calabazo lo escribí hace 32 años (1978)en El Día. "Los Calabaceros" de Roberto Rodríguez se filmó en septiembre de 1979. Cuanta agua ha bajado por nuestros barrancos...MARIA VICTORIA HERNÁNDEZ

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