La calle larga, en la ciudad de Gáldar, es como un periódico social. Allí, como en otros muchos lugares, se te informa de casi todo. Buscaba alguna información, curiosidad o dato sobre los fuegos que esa noche, en la cima de la montaña de Gáldar o de Guía, según se mire, se estaban preparando desde primera hora del día. En los fuegos, como en la tele, todo tiene apariencia de realidad y yo pretendía captar el lado humano de los artesanos del fuego.
Yo he visto una gran variedad de fuegos y he compartido con muchísimos de estos artesanos, el duro y meticuloso trabajo que realizan a la sombra del fuego, Ramoncito “el fueguista de San Miguel”, Los hermanos Tostes ”minando al Diablo de Tijarafe” o preparando el rabo al las libreas del Palmar, en Buenavista del Norte o dando apariencia de realidad, en Barlovento, en la tradicional “Batalla de Lepanto”… También en la vieja costumbre realejera con el enfrentamiento pirotécnico entre dos calles… y también he compartido irrepetibles momentos con esa cuadrilla de entusiastas y anónimos fogateros que con piñas de pinos, de millo, sacos de arpillera o neumáticos de coches, simulan en las fiestas lustrales de Garachico (Tenerife) aquella tremenda erupción volcánica que entulló y cambió la antigua estampa de Garachico… y es que haciendo propia aquella frase de la investigadora palmera, María Victoria Hernández, “Sin Fuegos, no hay fiestas”, me propuse presenciar en la noche del lunes, en mi municipio de Gáldar, “El tradicional volcán anunciador de las fiestas de su Patrono Santiago”, programado para las 23h…
Desde primera hora de la tarde, intenso era el trajín que se vivía en la cima de la disputada montaña de Guía y Gáldar, según se mire. La empresa Dávila, de Teror, había recibido el encargo municipal para realizar el momento más explosivo de las fiestas. Al oscurecer, en mi azotea, con prismáticos, esperé pacientemente el momento de los fuegos… Otros muchos, desde distintas azoteas, hacían lo propio.
Los fuegos, han cambiado; nosotros también. Lejanos quedan aquellos tiempos en que nos contentábamos con una rueda que giraba impulsada por voladores o una serpiente de manivela. Hoy, no. Hoy los fuegos se elaboran y se explosionan por el avance tecnológico…
Gáldar, no iba a ser menos en esa evolución. Antes, los vómitos del volcán tenían más contenido artesanal y las gomas de vehículos encendidas, corrían en alocada carrera montaña abajo. Pero la modernidad, la expansión de la ciudad y la prudencia de poder ocasionar algunos destrozos en fincas o viviendas se efectúan de manera más sofisticada.
Curiosamente, me comentó en cierta ocasión uno de nuestros tantos fogateros, que los fuegos se miden por las “palmeras”, cuando las tres palmeras se dibujan en el cielo, el ¡¡¡OOOOOOOOOOOOOhhh!!!, es la nota con la que el público aprueba o desaprueba el trabajo de los fueguistas…
Anoche, Gáldar, entró en erupción. “Los Dávilas”, - familia que se vio mermada en aquel fatídico accidente en que fallecieron Francisco y su hijo Pablo Dávila- un trabajo que me emocionó… Los bramidos del volcán, en esa apariencia de realidad, fue un trabajo digno de unas fiestas que se están celebrando con toda brillantez.
Siempre, estos hombres que trabajan a la sombra y que engalanan la noche pintándola de mil colores diferentes, me recuerdan a esos navegantes olímpicos que se hacen campeones en la inmensidad del océano, en soledad y que solo reciben el calor y el aplauso del público, cuando están en tierra firme.
Por ello, vaya nuestro aplauso a Francisco Dávila, un fueguista de lujo que me emocionó el pasado lunes, con el volcán en Honor a Santiago, nuestro Patrono.
ALFREDO AYALA OJEDA
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