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martes, 22 de enero de 2013

* COMIENZA LA TEMPORADA DE RIÑAS DE GALLOS

Duermen los gallos de riña desde que el sol se esconde por el horizonte y la noche comienza a tejer su negro manto. Justo… Merecido descanso del emplumado gladiador tras el sometimiento a la obligada jornada de entreno… Vela su sueño el gallero, depositario de la confianza del casteador... La noche, es larga y la vigilancia, continúa… 

Llega diciembre y un día tras otro, desde que clarea, se renueva la actividad en las casas de gallos de riña. Desde ese momento, todo un ceremonial se pone en marcha… Sueña el gallero, con ese gallo invencible… Pone en práctica toda su sabiduría aprendida o heredadas… Recibe, mima, cuida y atiende a los aguerridos gallos como si en ello le fuera la vida… Sin descanso observa cada uno de los ejemplares… De su juicio y decisión saldrán “los siete magníficos”, que acudirán al círculo de la verdad. Un círculo donde la vida y la muerte, pende de un invisible hilito… 

Recuerdo la emoción vivida en La Pardilla de Telde, durante la grabación de uno de los capítulos de la serie etnográfica “Senderos Isleños”, de Televisión Española en Canarias, cuando conocí a Marcos, el gallero, mi instructor y catedrático en el apasionante mundo de los gallos de riña… Repasando aquellas viejas anotaciones de mi visita, me detuve en una de ellas que escribí en mi cuaderno… Son las cuatro y media de la mañana… La vieja casa de gallos, comienza a desperezarse… Se me antoja, como una gran caja de resonancia… Gallos, que desde que el día clarea, comienzan con sus cantos de guerra… Tempranito, Marcos, nos abrió la puerta… Intenso me llegaba el aroma de un café recién hecho… ¡¡Ese café, amigo Marcos, despierta el imperio de los sentidos!!... En la improvisada cocina, nos sentamos… Tenía las manos heladas por la tarosá y en busca de la templanza, acariciaba el vaso, mientras iniciábamos la charla que se prolongó durante varios días y algunas noches… 

Reconfortado por café, como un reloj, con paso ligero, me llevó al traspatio… “tengo que atusar a los gallos”… Al solito, a ritmo de los “tric-trac” de las tijeras, casi desnudaban del bello plumaje a “los elegidos”. Otros gallos, en sus celdas aguardaban el momento para comenzar la faena, lanzando al aire su desafiante clarín… En la valla, el adiestramiento, la esgrima, el ataque y defensa… en los corredores, trotando, buscando, sin fortuna, al inalcanzable enemigo para entablar la lucha… En los revolcaderos, relajándose; soltando los músculos y ajeno a cuanto le rodea… Marcos, temperamental, de trato exquisito con los gallos, no descuidaba su cometido… Me relataba historias y curiosidades de gallos y galleros que engrosan el cuaderno de la histórica… Hablábamos de ejemplares que han dejado huellas… De atinados cruces… “Los Vinos Tinto”, “Los colas Largas”… Conversamos animadamente del porte de los gallos, de su espíritu retador, desafiante… 

“Es el instinto de gallo”… Imagínate que ahora mismo, en un apartado lugar dejamos un gallo y en punto opuesto, soltamos al otro. Cantan los gallos. Se buscan para enfrentarse. Para el gallo, la vida es lucha. Lucha entre iguales… No admiten rival a su alrededor… 

Hace un tiempito, allá por el mes de noviembre, en el mercado de Gáldar, tuve un encuentro afortunado con Marcos… “Ya estoy retirado… Pero continúo sintiendo la misma devoción por los gallos… Es tal mi admiración por estos combatientes, que siento como si lo llevara tatuado en el alma… Soy gallero de siempre… 

Hicimos un apresurado balance sobre los gallos, sobre su pasado y futuro. Yo tenía cierta prisa y me despedí de él cuando me lanzó la invitación… 

Amigo Ayala, en febrero, comienza la temporada… Y febrero está ahí, al doblar la esquina… 
Gladiador de rico porte
Espíritu retador y desafiante
Emplumado guerrero
Incansable Hidalgo andante.
(Anónimo)
ALFREDO AYALA OJEDA

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