Conversaciones con mi padre
Al amanecer del día 4 de diciembre de 1903, festividad de Santa Bárbara, patrona del Cuerpo de Artillería, nace mi padre: Juan Dávila González. Hijo mayor de Antonio Dávila Suárez y Petra González Álamo, nace en una casa situada en la cuesta de Caraballo, detrás del Hospital de San Roque, en Guía de Gran Canaria.
En el año 1919 emigra a Cuba, haciendo la travesía entre Las Palmas y La Habana en el vapor español "Conde de Wilfredo", que arriba a la capital cubana después de veintiún días de navegación. Una vez instalado, con trabajo seguro y rentable (Cuba atravesaba por aquellos años una época de bonanza económica conocida como la "danza de los millones"), inicia su vida social, haciéndose socio de las Quintas Gallega y Canaria. Con la rondalla de la primera, inicia una singladura musical que sólo se apagó con su muerte. En 1922, participa con la rondalla gallega en un concierto que tuvo lugar en el Teatro Nacional de La Habana, donde mi padre interpretó un pasaje solista de la "Caballería Rusticana" conocido como "La siciliana", con el laúd que había construido para él un artesano gallego llamado Salvador Iglesias. Esta agrupación mixta estaba dirigida por un eminente músico gallego llamado Amadeo Vides (con confundir con el compositor catalán). Esta actuación en el Teatro Nacional reafirmó la vocación de mi padre y le llevó a cosechar grandes éxitos y muchas alegrías.
La Agrupación de la Quinta Gallega, con más de sesenta componentes, paseó su arte con gran éxito por toda la geografía cubana. Su director, el Sr. Vides, era muy exigente.
Otro concierto tuvo lugar en el Teatro Local de Camagüey, poniendo en escena una polca muy de moda denominada "Perita en dulce". Mi padre, con su laúd, volvió a hacer de solista en un pasaje donde sobresalían contrapuntos, arpegios y calderones, que le daban a la pieza una brillantez extraordinaria.
Los instrumentos con los que mi padre ejercía sus innatas dotes para la música eran la bandurria, la mandolina, la guitarra, la flauta y el laúd; de este último llegó a ser considerado como un virtuoso en Canarias. Con el paso del tiempo estudió saxofón tenor y contrabajo. Con este último fue miembro de la Orquesta Mejías. Con el saxo tenor formó parte de la Banda Municipal de Guía, cuando estaba dirigida por D. Virgilio Hernández, abuelo de Néstor Álamo.
En 1927 regresa de Cuba a bordo del buque francés "Niágara", que tardó solamente siete días en la travesía.
En 1928 pasa a formar parte de la Orquesta de Pulso y Púa llamada Tirma, fundada por D. Teófilo Morales y Martínez de Escobar, Secretario del Ayuntamiento de Gáldar. Con él estaban, como bandurrias, José Sosa Oliva, Juan Francisco Dávila Osorio y Ubaldo Morales; como guitarras, Alberto Dávila Ossorio, Eduardo Aguiar y Juan Jiménez Ossorio. La orquesta inicia entonces una singladura memorable, recorriendo todos los pueblos de la isla de Gran Canaria, participando en conciertos y concursos. Mi padre me contaba que en los Cantos Canarios de Teobaldo Power, la parte del Arrorró que imita los movimientos de la cuna, la hacían con arpegios de guitarra (harto difícil), mientras que otras agrupaciones lo hacían más fácilmente con el pandero.
La tesitura de la Orquesta Tirma era muy tenida en cuenta en aquellos tiempos, ya que su premisa fundamental era un afinamiento muy exigente y unas interpretaciones sin fisura, llevadas a cabo con exactitud milimétrica. Competía con orquestas de la capital, y especialmente con la Orquesta Tamadaba, ya que en el resto de las comarcas no existían orquestas de este nivel interpretativo. Pero los premios siempre terminaban en poder de la Tirma. Don Teófilo, además de un notable director, era un insigne compositor, autor entre otros del pasodoble "Viva Arucas" y los valses "Tirma" y "María Luisa", este último en honor de su mujer.
Mi padre trajo de Cuba exitosas obras, con ritmos calientes, como sambas, rumbas, danzones y muchos puntos cubanos, así como unos pasillos colombianos llamados Facatativa, de origen criollo y música melosa y suave a ritmo de vals.
En 1941 tiene lugar en Guía de Gran Canaria la fundación de la Rondalla "Princesa Guayarmina". La funda D. Francisco León Padrón, prócer y mecenas, Juez de Primera Instancia y Presidente del Club de Lucha "Ajódar", al que pertenecían grandes luchadores de la época (Víctor Almeida "El Artillero"; Salvador Díaz, "Pollo de Anzo", Manuel González "El Guajiro", etc.). Para la Rondalla, D. Francisco León tomó como referencia a los primos Dávila (Juan, Alberto y Juan Francisco); ensayaban en la casa de D. Salvador Galván, formando también parte de la misma José Sosa Oliva, su hija Celita - como mandolina y cantante -, Juan Jiménez Ossorio, Eduardo Aguiar, Mariano Chirivella, Antonio Mirelles, Julián González, Florentino Godoy, Miguel "el pateta", Nicolás "el brigada o machacante", Sebastián Godoy, Antonio "el bandurria" y otros; con un cuadro de baile en el que recuerdo a Fernando Saavedra, Chona Estévez...
Orientaban sus actuaciones en dos vertientes bien distintas: una clásica y otra folclórica. No era extraño oírles interpretar isas, folías, malagueñas, así como una sinfonía u obertura.
En 1944, a raíz de unos problemas internos que surgen en la "Guayarmina", Juan Dávila se separa y funda otra rondalla en Guía llamada "La Atalaya", llevándose con él a Mariano Chirivella, Florentino Godoy, Antonio Mireles, Julián González, Antonio "el bandurria" y otros. Ensayaban en la Sociedad, donde por cierto empezaba a triunfar como manualista Luis Rivero Luzardo, que era practicante. Enseguida empezaron a hacer actuaciones, muy buenas por cierto, en Guía, Gáldar, Arucas y otros pueblos de la isla, especialmente en las fiestas patronales. En el cuerpo de baile de la citada rondalla había personas muy conocidas en el barrio, como Espiridio Santana, Boro Padrón y sus hermanas.
Aquel año se celebró en Guía un concurso, organizado por el Ayuntamiento (del cual era Alcalde don Odón Guerra Galván), que instituye tres premios y uno extraordinario a la mejor presentación.
Ese mismo año termina de componer don Nicolás Hernández Cruz, maestro nacional natural de Agaete, sus Cantos Canarios, que se convierten en pieza obligada en el Certamen.
Participan en el concurso:
La Rondalla Princesa Guayarmina, dirigida conjuntamente por Juan Francisco y Alberto Dávila Osorio.
La del Callejón del Molino, llamada también "de los clavellinos"; entre sus componentes se encontraba José González Moreno (Pepe "el rubio"), su tío Manuel Moreno ("el Sacristán").
Y la rondalla de La Atalaya, dirigida por Juan Dávila, mi padre.
Recuerdo a mi madre, antes de iniciarse el concurso, repartiendo en mi casa anís a las mujeres y coñac a los hombres, como si de un "ambigú" se tratara.
Nicolás Hernández, que tenía por costumbre asistir a los ensayos, no comprendía, y así se lo hizo saber a mi padre, cómo había enseñado con total exactitud a los componentes de su agrupación, la temática completa de los Cantos Canarios, ya que no tenían conocimientos musicales.
El concurso lo ganó la Rondalla de La Atalaya, a la que se le otorgan el Primer Premio y el Premio Extraordinario a la interpretación. El Alcalde entregó a mi padre los galardones correspondientes, que consistían en una cantidad en metálico y una placa.
En 1945 es refundada la Agrupación Princesa Guayarmina, que había quedado "tocada" con la pérdida del concurso, el artífice es Sebastián Godoy Ramos, que se erige en su Director. Cuenta con la colaboración del Alcalde Guerra Galván, que logra la unificación de las rondallas de La Atalaya y la de el Callejón del Molino. Los componentes son básicamente los mismos, lo que varía es el cuerpo de baile, al que se incorporan Enrique "el poeta" y sus hermanas, Mary Medina, Milagrosa la de Zaragoza, Julio Moreno, Juan Molina, Carmelo Suárez, Ceita Gil, etc.
Mi padre era paradigmático, exigía el máximo en cuanto a la exactitud de lo que interpretaba o dirigía.
Este año de 1945, mi padre, como Asesor Provincial Musical del Frente de Juventudes, recibe en Guía la visita de don Luis Prieto García, eminente pianista, compositor y director, a la sazón subdirector de la Orquesta Filarmónica de Las Palmas, y a don Ángel Portugués Hernando, Catedrático de Historia del Instituto Pérez Galdós, Asesor Provincial de Cultura y Arte de la Jefatura Provincial de Falange. Ambos vinieron con la intención de preparar a la rondalla de Guía para que representase a la provincia de Las Palmas en el concurso nacional que iba a celebrarse en la capital de la isla. Concursó en la fase previa con la de Ingenio, de la que formaba parte, con la bandurria, un incipiente Blas Sánchez, ahora famoso concertista.
La obra obligada era una jota aragonesa. El grupo de Guía estaba formado por José González (Pepe "el rubio"), Pedro Armas (Perico "el barbero"); como bandurrria, Félix Santana; laúd, Juan Aguiar Moreno, Juan Álamo (Juan "Girior") y Carmelo Álamo, hermano este último del gran luchador conocido por "Seito"; por último, Agustín Godoy y el que suscribe, con la percusión y como cantador Carmelo Suárez, posiblemente el mejor interprete de coplas de la isla de Gran Canaria. Ocho componentes teníamos que competir con los treinta y seis de Ingenio. Ni que decir tiene que sonábamos mucho mejor nosotros, basándonos en una treta de mi padre. Me explicaré: el concurso se celebraba en el Teatro Pérez Galdós, y mi padre, que conocía perfectamente la acústica del teatro, a la hora de afinar elevó al máximo la resistencia de las cuerdas con el diapasón en la mano, consiguiendo así un sonido altísimo. Existía el peligro de que se rompiesen las cuerdas, pero no sucedió.
El jurado, compuesto por don Luis Prieto, don José Moya (Comandante Director de la Banda Militar de Las Palmas) y don Agustín Hernández (Director de la Banda Municipal de Las Palmas de Gran Canaria), da como ganadora a la rondalla de Guía. Era domingo, un día de sol espléndido, festividad de San Fernando; por la tarde, debidamente guiados, visitamos la Casa del Niño de San José, actuando en diferentes sitios de la Obra Social de Falange, luciendo con verdadero orgullo el trofeo que habíamos ganado.
Una vez asentada y asimilada la refundación de la rondalla Princesa Guayarmina, por iniciativa de mi padre, entran en la rondalla tres grandes mujeres de voces inigualables: Celita Sosa, Josefina Saavedra y Pura Moreno, que junto a la rondalla procuraron días de gloria cantando por los diferentes escenarios de la isla. Estas tres cantantes hacían que la música popular canaria brillara y embriagaran. Recuerdo que en un concierto que tuvo lugar en el Teatro Viejo de Arucas, Celita Sosa, que interpretó espléndidamente Sombras del Nublo de Néstor Álamo y el Arrorró de los Cantos Canarios de Teobaldo Power, recibió una ovación como pocas he visto en mi vida del público aruquense puesto en pie. Josefina Saavedra también brillo con luz propia. Por su parte, a Pura Moreno, recuerdo que mi padre la sacó en el Teatro Hespérides a interpretar un pasaje del Arrorró, en el que aparecía en el escenario moviendo una cuna.
Las tres tenían una depurada técnica y sus actuaciones eran seguidas en Guía con verdadero interés, ellas hacían de las actuaciones de la Princesa Guayarmina el complemento ideal de sus éxitos.
La rondalla Guayarmina, en su singladura, acomete con total brillantez una catarsis de lo canario, paseando esplendorosamente por cuantos eventos folclóricos se desarrollan.
Pero la mente de sus responsables está en la participación, en el concurso de San Pedro Mártir. En este concurso participaban seis o siete rondallas de la provincia, entre las que destacaba la rondalla de Guanarteme, rival siempre incómodo en la consecución de los premios.
Néstor Álamo termina de componer ¡Ay, Teror! y le manda a mi padre la partitura. Cuál sería el asombro de los que componíamos la rondalla del Frente de Juventudes cuando mi padre la pone en el atril para ensayarla y unos días después, en un concurso celebrado en Teror, gana una vez más la rondalla de Guía y hace las delicias del público terorense interpretando esta pieza.
Un momento importante para mi pueblo fue la fundación de la rondalla Tirma-Guiense, que llevaron a cabo al unísono don Faustino Roque Ramos y don José Fortaleza León. La premisa que da lugar a la aparición de esta nueva agrupación es la ruptura de los primos Juan y Alberto Dávila con los dirigentes de la Guayarmina. Tras una reunión con los fundadores, lo llevan a efecto con mi padre y su primo Alberto, además de otros componentes, entre los que destacan: José González (Pepe "el rubio"), Manuel Moreno ("el sacristán"), Juan Ortíz, Mariano Chirivella, Juan Aguiar, Francisco Vega, los hermanos Falcón (de El Palmital), Antonio Artiles, Juan Delgado, Juan Guerra, Tino Molina y otros.
La creación de esta segunda rondalla trae consigo una gran rivalidad, que redunda en beneficio del pueblo y de las agrupaciones, ya que es el motivo de que todas se esfuercen para conseguir la supremacía.
Indiscutiblemente, una y otra eran diferentes; la Tirma contaba con la "flor y nata" en lo que a intérpretes musicales se refiere. Su conjunto musical fue catalogado como el mejor de las islas canarias en unas fiestas de San Benito, en La Laguna. Por el contrario, su cuerpo de baile y vestimenta no eran tan vistosos como los de la Guayarmina, cuyos componentes lucían magníficas fantasías del traje típico canario. Ambas se constituyeron en unas de las mejores agrupaciones de Canarias, aunque tenían dos rivales importantes: la Real Hespérides de La Laguna, dirigida por don Juan Martín Rojas y la Ajey, de San Bartolomé de Lanzarote, dirigida por don José María Gil. La lagunera sobresalía por los grandes cantantes que tenía, como eran Domingo Berengüela, José Rodríguez, África Alonso, Olga "la morita", Edelmira "la tacorontera" y su hermano Pedro; entre sus componentes contaban con un joven Dacio Ferrera, que tocaba la bandurria y que con el tiempo se convertiría en un gran cantante, después de pasar por grupos como Los Sabandeños. Hoy está muy unido a la parranda de cantadores, donde comparte éxitos con José Antonio Ramos, Olga Ramos, Melquíades Gonzalez, Calaya Rodríguez de Milan y otros.
En este repaso de los éxitos folclóricos de las diferentes rondallas de mi pueblo, volvemos a hacer mención de la del Frente de Juventudes. Se iba a celebrar en Las Palmas de Gran Canaria un concurso de ámbito nacional, y la de Guía representaba a la provincia de Las Palmas. Se pone sobre el tapete la obra obligada: nada más y nada menos que la Obertura de El Anillo de Hierro. Recuerdo que ensayábamos en mi casa; una noche que estábamos ensayando, acertó a pasar por allí doña Dulce María Guerra Alemán, eminente profesora de piano. Al oirnos, tocó en la puerta, para decirnos lo complicado que le parecía el tema. Mi padre le contestó que "esperara acontecimientos".
Una semana más tarde, nos plantamos delante de la casa de doña Dulce y, ayudados por velas para poder ver las partituras, interpretamos para ella El anillo de Hierro. El éxito fue total. Doña Dulce María, desde la ventana, nos aplaudió. A continuación, bajó y nos invitó a pasar a su estudio, donde nos brindó y felicitó. Este éxito quedó refrendado con el Premio Extraordinario que nos trajimos de Las Palmas de Gran Canaria.
En aquellos años Guía destacaba por tener una importante Coral Sacra, dirigida por doña Dulce María Guerra, un grupo de zarzuela, las rondallas Tirma y Guayarmina, y hasta un grupo de teatro, dirigido por don Luis Gil Pérez.
En 1953, se funda en Las Palmas de Gran Canaria la orquesta de pulso y púa del Real Club Victoria, fundada por don Virgilio Suárez, don Domingo Campos y don Luis Suárez. Estaba formada por cuarenta y dos profesores y la dirigía don Luis Prieto García. Esta orquesta se abastecía de los mejores intérpretes y solistas de la provincia, por lo que don Luis encarga a mi padre la búsqueda en Guía y zonas limítrofes de posibles integrantes de la orquesta. Mi padre aportó a la Orquesta los siguientes nombres: Alberto Dávila y Pablo González "el chorro" como guitarras, José González Moreno como bandurria y José Sánchez Rivero como mandolina, además de incorporarse él mismo con el laúd.
Las dos rondallas de Guía siguen enfrentándose, sobre todo en los concursos de San Pedro Mártir. El parque de San Telmo y la Plaza de Santa Ana son los escenarios de estas "peleas", cada vez más duras. El jurado de estos concursos, casi siempre estaba compuesto por Sebastián Jiménez Sánchez, Delegado Provincial del Servicio de Arqueología de Las Palmas; Antonio Herrera, Director de la Banda Municipal de Arucas y otros conocidos. El binomio Jiménez – Herrera sentía simpatía por la Guayarmina, y así lo demostraban casi siempre, otorgándole los premios más importantes, aunque el resto de los miembros del jurado disentían de tal resolución.
Las dos agrupaciones tenían muy buenos cantantes; en la Tirma figuraban Pinito Moreno, Espiridio Santana y Jesús González Moreno; en la Guayarmina, Lorenza Delgado, Tinita "la de La Atalaya" y Juan Quintana.
Llega el momento de dar el salto a la Península. La Tirma se va a Barcelona y la Guayarmina, creo, a Santander. Concursaron en sendos festivales internacionales y las dos consiguieron premios extraordinarios.
Mi recuerdo desde estas líneas para don Francisco González, Presidente Honorario de la Princesa Guayarmina y valedor de la misma.
Lo que se dio en llamar la "vela chica" de la Tirma-Guiense, fundan un grupo rítmico musical al que ponen el nombre de Tirma. Lo formaban José González con la bandurria, Mariano Chirivella León y Francisco Vega Dávila como guitarras, Juan Aguiar Moreno como guitarra y batería, y yo con el contrabajo. Como cantante estaba Jesús González Moreno, más conocido como "Campanera". Nos dedicábamos a actuar en bailes, actos benéficos, conciertos, etc.
Paralelamente, fueron apareciendo otros grupos de parecido talante; así, por ejemplo, en El Palmital, estaban los "Falcones": Manolo, Pepe, Juan y Santiago Falcón Quevedo constituían un buen conjunto. En el cruce de Montaña Alta, existían "Los Ponches", con Zoilo y Lelo como principales componentes.
Para los eventos de tipo benéfico, se formó una pareja con tesitura cómica, formada por José Carlos González Ruiz (que fue abogado y Alcalde en Guía) y Ulises Miranda Sosa (banquero), que improvisaban unas números extraordinarios.
El conjunto rítmico Tirma colaboró también con el grupo de zarzuela existente en Guía, que dirigía un profesor del instituto, el señor Vaquero.
Por otra parte, la Tirma y la Guayarmina también tenían un papel preponderante en las romerías. Así, participaban juntas en la de San Benito Abad, en La Laguna; El Pino, en Teror. La Tirma también lo hacía en la de San Juan, en Artenara y San Isidro, en La Orotava.
Hablando de música y esplendor en Guía, no podemos obviar la existencia de las orquestas Philips, Iberia y la de Mejías, esta última a caballo entre mi pueblo y Gáldar. Estas tuvieron grandes músicos en sus albores; por ejemplo, recuerdo a Manolo Mendoza Ossorio, con el saxo tenor; a su hermano Pepe, con el piano y la batería; mi tío, Cristóbal García Ossorio y Salvador Bautista, con el saxo alto y el clarinete; José Pérez Rodríguez y Juan Calcines, con el trombón de varas y excelentes cantantes; Julio Ayala Aguiar, piano, acordeón y contrabajo; Ignacio Álamo Díaz, con el saxo tenor y clarinete; Raimundo Díaz, trompeta; Antonio Aguiar Ossorio y su primo Antonio Aguiar Vega, batería y trompeta respectivamente; Mario Aguiar Moreno, batería; Benito Álamo, trompa; Isidro Morera y los hermanos Francisco y Rafael Torres Ossorio, trompeta y fliscornio; Antonio Mendoza Ossorio y Antonio del Pino Dávila, bombardino; Juan Rodríguez, percusión; Maestro Antonio Aguiar, bombo; José Bolaños, Camilo García Ossorio y Juan Fernando Aguiar, bajo. Mención especial merece Maestro Manuel Pérez, que con el bombardino nos deleitaba en Semana Santa en el solo inicial de la marcha fúnebre llamada La Pasión.
También en Las Palmas de Gran Canaria existía una orquesta netamente compuesta por gente de Guía y del Noroeste, que se llamaba Ondas, y que actuó una víspera de Reyes en la Sociedad de la Tirma-Guiense de Guía, donde Manolo Moreno hijo hizo una magnífica interpretación con el clarinete del conocido tema "Tico-tico".
Como evento musical, hay que resaltar en 1954, concretamente el día de San Roque, con motivo de las fiestas de Guía, se celebró un concurso de orquestas, cuya pieza obligada: "Suspiros de España". Concursan las siguientes orquestas: Casablanca y California, de Las Palmas de Gran Canaria; Falcones, de Telde, en la que actuaba al piano un incipiente Juan José Falcón Sanabria; las orquestas Mejías e Iberia y otras. Ganó el concurso la orquesta Casablanca, aunque el premio de la simpatía del público fue para la orquesta Mejías.
También teníamos en Guía, como comentábamos antes, una Coral Sacra dirigida por doña Dulce Mª Guerra Alemán. Formábamos parte de ella: Fernando Guerra Aguiar, Isidro Morera Santana, Francisco Vega Dávila, José Juan Forteza Sánchez, Santiago Gil Romero, José Bautista Rodríguez, Óscar Ayala Aguiar y yo. A veces colaboraba con nosotros y nos ayudaba en alguna actuación comprometida Juan Izquier Hernández. Teníamos un buen repertorio e iniciamos nuestra andadura con una misa de Pastorella, de Sagastizábal, el 24 de diciembre de 1955, en la Misa del Gallo. El éxito fue rotundo, posteriormente fuimos incorporando más obras a nuestro repertorio, como eran la Misa de Pío X, la de Perossi, varios motetes, villancicos, etc.
Recuerdo que el día 1 de enero de 1956, con motivo de la Función del Año Nuevo, interpretamos la Misa de Perossi. Asistía a esta función en calidad de predicador un jesuíta peninsular que nos felicitó efusivamente por nuestra interpretación de la misa.
En 1958, en la celebración del funeral del Papa fallecido, Pío XII, actuamos con gran ceremonial interpretando motetes, música fúnebre y alguna alegoría musical al Papa fallecido.
Paralelamente, teníamos además un grupo de zarzuela, que ensayaba en el Instituto de Guía. Este grupo fue creado por un profesor del centro que llevaba la parte artística, mientras que mi padre se encargaba de la musical. Formábamos parte del grupo: Luis Fernando Estévez Guerra, Fernando Guerra Aguiar, Francisco Vega Dávila, Isidro Morera Santana, Jesús González Moreno, Gilberto Naranjo Sosa, Antonio Pons Quintana, José Bautista Rodríguez, Wilgis Sosa Galván y yo. Entre las mujeres cabe destacar a: Adilia Sosa Galván y sus hermanas Zunilda y Urbita, Mª Esther Sosa Falcón, Teresita Estévez González, Esther Dávila Aguiar, Isolina Estévez Guerra, etc. Pusimos en escena obras como La canción del olvido, La del manojo de rosas, La verbena de La Paloma, El canto a Murcia, Los gavilanes, Doña Francisquita, etc. Actuamos en varios teatros de la zona, colaborando en obras benéficas como la construcción de la iglesia de La Atalaya y Anzofé.
Como es de bien nacidos ser agradecidos, creo que debo resaltar que la mayor parte de los músicos aquí nombrados llevan los apellidos Dávila y Ossorio. Ello es debido a que entre estas dos familias había una simbiosis difícil de explicar, que parecía inocular en sus genes unas cualidades innatas para la música.
En cuanto a bandas municipales de música, Guía siempre estuvo bien servida desde antaño. En tiempos de don Virgilio Hernández, tuvo una gran relevancia la banda. Formaban parte de ella su hijo Virgilio, que la dirigiría posteriormente; Manuel Pérez y Antonio Mendoza Ossorio, con el bombardino; su hermano Lorenzo al trombón; los hermanos Juan y Manuel Jiménez, así como Alberto Ossorio con el clarinete; Bernardo Dávila Ossorio con el cornetín y el fliscornio; mi padre con el saxo tenor; Cristóbal Garcío Ossorio con el saxo alto y clarinete; Ignacio Álamo Díaz con el saxo tenor y clarinete y su hermano Benito con la trompa; Sebastián Jiménez Ossorio con saxo alto; Isidro Morera Ossorio con la trompeta y José Mendoza Ossorio con la caja, etc.
Posteriormente, con el hijo de don Virgilio, se incorpora a la banda savia nueva, como Rafael Torres Ossorio y su hermano Paco, ambos con el flisconio; Prudencio Roque Santana y Arturo Díaz con la trompeta; Antonio Aguiar Vega con la trompeta; Alfonso Bautista con el saxo tenor; Camilo García Ossorio con el bajo; Virgilio Hernández Rodríguez (nieto) con el saxo tenor, etc.
Debo recordar aquí y ahora a Néstor Álamo, que nos legó un gran patrimonio con toda la música que compuso, y que hizo que el nombre de un canario de Guía se paseara por el mundo entero con semblanzas como ¡Ay Teror!, La Alpispa, Sombras del Nublo, Noches de Arguineguín, etc., que todavía se escuchan.
También un recuerdo para mi paisano Braulio, con su Canto a Canarias, nos acerca al esplendor que Guía vivió en su momento, especialmente con su Isa de todos.
Alguien me puede tachar de repetitivo, pero lo que he pretendido con este trabajo acerca de la música en Guía es situar las cosas en su sitio y en su tiempo; tal vez no lo consiga, pero al menos he querido situar a Guía en el lugar que le corresponde en la música y puede que esto sirva a algún estudioso de la materia para dejar constancia de la grandeza de mi pueblo. Quiero también manifestar que, al citar a la gente de mi pueblo en algún caso con alias y "dichetes", lo hice por considerarlo necesario, y si he ofendido a alguien, pido perdón por ello. No me mueve el afán de protagonismo ni el lucro, tal vez Guía esté en estos momentos hibernando en lo musical y lo folclórico, pero estoy seguro que pronto despertará y volverá a recuperar el lugar que le corresponde por tradición y por historia.
NOTA DEL AUTOR
Este tratado monográfico tiene sólo un objetivo: ensalzar las virtudes musicales y folclóricas de mi pueblo, Santa María de Guía (al que llamo en estas páginas Guía de Gran Canaria, su nombre "de toda la vida").
Hace referencia a una época esplendorosa de mi pueblo natal y en él expongo todo lo que mi padre me enseñó sobre estos temas, además de cuanto vi y oí en su compañía.
Durante el tiempo que he dedicado a este trabajo he tenido a mi padre muy cerca de mí, como sabio interlocutor. Gracias, papá.
NOTA DE LOS EDITORES
A pesar de no ser un relato, tanto el Jurado de este concurso como los Editores hemos decidido publicarlo por su alto interés de tipo histórico, y sociológico.
JUAN DÁVILA GARCÍA
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