María, tenía una mirada noble, serena... Su rostro, surcado por el paso del
tiempo… La cabeza, tocada por un negro
pañuelo anudado a su barbilla... Artesana y gruesa pañoleta de suave lana, la
protegía de los rigores que reina en las medianías cuando llega el invierno… Cuando
la vi por primera vez, se me antojó adorable…
Una de las enfermeras me la presentó. Acudí a la residencia para hacer unas
tomas fotográficas, para la serie televisiva “Andar Canarias”… Le toqué y acaricie
sus suaves y huesudas manos… Guardaba
riguroso luto desde hacía años… El luto, se respeta… María, tímida,
necesitaba muchísimas caricias y mimos…
Agrandando sus ojos me dijo, con orgullo: “Yo sé leer y escribir”. Mientras vivieron mis padres tuve un maestro
retirado que impartía sus conocimientos, por gusto a los contados niños que
había en Artenara… Orgullosa, me pidió
un bolígrafo que tenía en el bolsillo de mi chaqueta… ¿Tiene papel…? Y le
ofrecí mi bloc de notas… Me preguntó mi nombre y lo escribió con una letra
espléndida… Su pulso era firme… Cierto es que me cautivó…
Contrastaba con su hermana Estebana, que a su lado seguía atenta nuestra
charla… “Es mi hermana” , me dijo… Entre
las dos sumaban casi dos siglos de existencia…
María, ¿estás casada…?
No; Soy soltera… Una vez, conocí a un muchacho… Me gustaba. Se fue al
ejército y al tiempo me escribió… Recuerdo que una y otra vez, leía y releía
las pocas líneas que me remitió… Incluso mi hermana, cierto día cogió la carta
y corrió por la vecindad gritando: “mi hermana recibió un carta del
pretendiente y no contenta con ello, se subió a unas piedras y a grito pelao,
la leyó”. Mi padre, encoraginado, le afeó la conducta”. Yo le respondí con una
extensa carta, pero nunca tuve respuesta… Seguramente, no le interesé porque jamás
tuve noticias de él…
En aquellos tiempos de penurias había que trabajar mucho… Yo, lo hacía en
las zafras. En la Aldea de San Nicolás y otras veces amarrando tomateros en el
sur. Mis breves descansos eran para leer
y repasar la ropa de la familia… Teníamos un burrito, algunas gallinas
ponedoras y unas palomas. También una pareja de canarios que cuando rompía el
día, sus trinos alegraban mi casa…
María, tenía una dolencia en las piernas que le impedía andar. Se me antojaba
una mujer resignada y religiosa… Jamás, en nuestras muchísimas horas de
conversación, tuvo ni una palabra gruesa, ni un mal gesto… Una vez le pregunté
por si conocía algún romance y se arrancó, de memoria…
“LA ENSALADA CANARIA”
No hay quien haga una ensalada
Sin tomate y sin limón,
Sin sal y otra prevención
no puede quedar templada.
Ya Canaria está arruinada
y está próxima la ruina
y si a paso lento camina,
un mal que viene de lejos.
Dice un adagio viejo:
“carga mucha en flaca bestia”
Dicen los guirres: “ya es nuestra,
Porque pronto ha de morir”
...
Un día, un triste día, fui a visitarla… le llevaba unas margaritas y un
libro… Pero ese día no estaba. Se fue sin hacer ruido.
Me fui apenado. De regreso, en el coche, puse una grabación de las tantas que
le hice… Escuchaba su tierna y dulce voz…¡Que Dios la tenga en la Gloria!
ALFREDO AYALA OJEDA
QUE BONITO MAESTRO ALFREDO ,CUANTOS VIEJITOS HAY QUE NOS PODRÍAN ESCRIBIR LIBROS Y LIBROS DE HISTORIAS NO TAN LEJANAS ,CUENTOS ,LEYENDAS ,ROMANCES ,ANEDDOTAS,
ResponderEliminarY MIL COSAS MAS.SE VAN TAMBIEN LENTAMENTE ASIA EL OLVIDO INFINITO.