En
estas islas de Dios que quita los pecados del mundo, nada es gratuito. No lo ha
sido nunca. Todo ha requerido el esfuerzo individual o colectivo en este
territorio fragmentado y frecuentemente olvidado… Y es que en un mundo tan
aislado del exterior durante tantísimo tiempo, no es de extrañar que el interés
y la atención del isleño se concentrase en hechos y personas cercanas, casi
familiares… El bucio, era el bronco clarín que marcaba principio y fin de la
jornada, las desgracias y el momento festivo… Códigos de ayudas mutuas se
ponían en marcha para la trasquila o arrimar el hombro en beneficio de la
colectividad o del vecino… Las cuatro reglas solo estaban al alcance de unos
pocos y las hambrunas amenazaban a la población…
Ante
tanta carencia de medios de información, aparecieron formas propias tanto para
fijar el pasado, mediante la memoria y la tradición oral, como de conocer,
difundir y comentar los hechos puntuales en el pasado y presente de cada pago,
aldea o pueblo…
De
esa manera, caminando apresuradamente por el devenir de nuestros pueblos, tomó
vital importancia tanto la figura del Verseador como la del poeta… Personajes
destacados que estuvieron extendidas y consideradas a lo largo y ancho de
nuestras islas… Imprescindibles personajes que adquirieron mayor sentido y
notabilidad en zonas más aisladas…
Algunos
poetas silvestres, como es el caso de Adrián (Tijarafe) y tantos otros
volcaban, por encargo, sus décimas sobre el papel. A ellos, acudían la vecindad
para facilitarle datos referidos a la tragedia, el fallecimiento, o el momento
festivo… Y el poeta, se encargaba de narrar la historia en versos…
La
valorada figura, tanto del poeta como del verseador, nos transmitían una
información valorada con arreglo a las pautas de conductas mantenidas y
acuñadas por la misma colectividad…
En
la época que me refiero, escaseaban las escuelas… También, la oportunidad de
frecuentarlas, eran raras… Los estudios, solo estaban al alcance de los
pudientes. El pobre, seguía cargando con el saco de la pobreza…
Quizás
por ese motivo sorprende la aparición de talentos naturales en isleños de
escasa formación académica… Muchos son los casos con los que he tenido ocasión
de compartir tiempo y charla. Incluso grabarlos para algún programa de
televisión… Antonio Vera, Juanito Vera, Juan Betancor, Eulalio Marrero, Ana “La
Loba”, Severo Martín, María, Eremiot, Juan Ramón Rodríguez “el pastor”…
Pero
el tiempo, la modernidad, la proliferación de centros de enseñanza, fue
borrando del paisaje tanto la figura del poeta como la del verseador…
En
mi continuo “Andar Canarias”, “Senderos Isleños”, “Canarias Viva” o “El Pueblo
Canta”, tuve distintas oportunidades de escuchar algún “gallillo” que animaba
la noche con su verseo… Recuerdo, en el “Charco del Conde”, en la baja del
secreto, mientras nos agasajaban con unos espléndidos camarones del avión, la
aparición de un personaje que se arrancó con sus décimas. Fue una aparición
testimonial, infrecuente… La décima, el repentista, había desaparecido. Solo
quedaban algunos intérpretes en la isla de La Palma…
Años
después, cuando yo dirigía Tenderete, a finales de los noventa, por indicación
de Maximiano Trapero a Eduardo Moreno “El Chachón”, asesor musical del
programa, llegó al plató un grupo de gente nueva: Yepsi Bienes, Fernando Murga
“Murguita” y Yeray Rodrígez… Fue, créanme, la revolución. El inicio de la
recuperación del Poeta y del Verseador…
Con posterioridad, en La Bodega de Julián, atendiendo una sugerencia de Yeray Rodríguez,
dediqué un espacio monográfico a poetas y versadores.
En
este último fin de semana, en el Cicca, en Teror, en Ingenio, por séptimo año
consecutivo, Yeray nos brindó una magnífica oportunidad añadiendo en la programación,
para conocimiento generalizado, distinguidos intérpretes de América Latina, de
Canarias junto un amplio muestreo de pequeños que poco a poco, con firmeza, se
familiarizan con el Verseo y su mundo.
Estimable
y decidida la estrechísima colaboración del Ayuntamiento de Ingenio, municipio
que no regatea esfuerzo para fomentar y difundir nuestra cultura. Honrosa labor que nos
permite retomar un pasado, que nunca debió interrumpirse…
ALFREDO AYALA OJEDA
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