De punta a punta, tengo la fortuna, de conocer y
disfrutar de todas y cada una de nuestras islas. Unas veces, de manera
apresurada y otras con calma recreándome en estampas envueltas en sentimiento…
He vivido el bullicio de antiguas fiestas y modernas romerías; el recogimiento
de nuestros artesanos; he caminado junto a camelleros por el rugoso paisaje de
Lanzarote… Intensas y largas caminatas por caminos reales, con nuestros
pastores en tiempos de trashumancia… en festivas y tradicionales apañadas de
cabras o en los movimientos de los pastores de ovejas, cuando peligra la salud
de su ganado, por la carencia de lluvias y pasto… gratos fueron los momentos
vividos, a la sombra del fuego, acompañando a nuestros fogateros…
Imágenes, momentos que celosamente guardo en mi memoria…
Otras veces, cuando llego a Gran Canaria, isla en la que
resido, suelo pasear por distintos lugares. Es el momento de aparcar las
prisas, de caminar con los ojos abiertos captando en mi retina, en lógica
comparación, el ayer y el hoy… Por ello, haciendo un poco de historia voy a
relatarles los numerosos paseos que he realizado por una de las emblemáticas
playas de nuestro Archipiélago: La Playa de Las Canteras…
Hace muchos años cuando La ciudad de Las Palmas,
(todavía no tenia los apellidos, de Gran Canaria) fue uno de los puntos
estratégicos de la Corona Española en la ruta de las Indias… Por eso no es de extrañar que, desde su
fundación, el aspecto defensivo constituyera uno de los objetivos prioritarios…
En 1.578, después de la invasión de los holandeses que saquearon
la ciudad incendiando ermitas y conventos, el gobernador Diego de Melgarejo,
mando a construir la muralla de Las Palmas convirtiéndose a la capital en una
ciudad fortificada y amurallada…
Además de su función militar, la muralla constituyó el
límite entre la zona urbana y la rural. A la sombra de estos muros y hasta bien
entrado el siglo XIX estaban englobados, aunque separados a una y otra banda
por el barranco Guiniguada, los señoriales barrios de Vegueta, Triana y, en la
cresta de la lomada “Los Riscos”…
Con el transcurso del tiempo, perdido su valor defensivo la ciudad se
expandió y, en nombre del progreso, la muralla fue derribada casi en su
totalidad…
En 1.997, lo que queda del histórico muro, que todavía
puede apreciarse en las cercanías del Castillo de Mata, fue declarado Bien de
Interés Cultural, con categoría de monumento.
* Quería arrancar con estos datos históricos con la
finalidad de situar al lector…
En el siglo XVII, atravesar, salir de la muralla y llegar al extremo
opuesto de la ciudad, era empresa difícil que solo estaba al alcance de unos
pocos ricachones… Por eso, las comunicaciones ciudad-puerto, se hacían por mar.
La comunicación con Las Isletas dependía de las mareas. Había que esperar la
bajamar para acceder a ellas. Las isletas estaban unidas a la ciudad por un
estrecho cordón umbilical de rubia arena…
A partir de la desamortización, que en el siglo XIX (1.832)
impulsaran José Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz, liberando suelo urbano y
terreno rural, inmovilizado durante siglos por la iglesia, la nobleza y ciertas
instituciones, las ciudades pudieron modernizarse y crecer…
El eco de estos cambios también llegó a Canarias. Los
proyectos de total renovación, tanto en obras públicas como privadas, se
multiplicaron. Próceres de la política y de la banca, avispados y emprendedores,
industriales y comerciantes se empeñaron durante décadas en la dura batalla por
dotar a Gran Canaria de un nuevo puerto que tuviese la amplitud y el abrigo
exigidos por la privilegiada situación geográfica de la isla.
El antiguo y difícil
puerto de San Telmo quedaría finalmente relegado a un ayer repleto de
romanticismo, de historias, a veces trágicas, de veleros y lobos de mar, de
añoranza y deseo por lejanas tierras de idas y regresos inciertos.
La construcción del Muelle de La Luz se prolongó durante
décadas y finalizó a principios del pasado siglo. Su extensa zona portuaria,
con sus anexos, oficinas, almacenes, astilleros y viviendas, convirtió a la
ciudad de Las Palmas, en receptora preferente y casi obligada de los grandes
mercantes y los novísimos transatlánticos que cruzaban el mundo…
El barrio de Las Alcaravaneras, donde nací, lindaba con
un amplio campo dunar, que se extendían hasta el barrio de Guanarteme. Las
arenas procedían de la Playa de Las Canteras
Fruto de ese movimiento expansionista, la ciudad se fue
extendiendo… desaparecieron los arenales en los barrios cercanos de Guanarteme,
Alcaravaneras… Y a diestro y siniestro crecían como por arte de magia
edificios, mientras la máquina china apisonaba las nuevas vías de comunicación…
En uno de esos paseos por la playa de Las Canteras,
repasé recuerdos infantiles. Me apoyé en la barandilla, que está frente a la
casa de Antonio Marrero, aventajado vecino de la ciudad que vio a orillas de
Las Canteras, el lugar ideal para descansar. Algún susto debió llevarse,
seguramente en los rebosos de esas mareas altas del Pino, que pidió permiso
municipal para levantar un muro que
sirviera de rompeolas para ofrecer seguridad a su vivienda. Corrían los años 20
del pasado siglo. Su iniciativa, fue el inicio para la construcción del paseo
de Las Canteras porque una decena de años más tarde, en el extremo opuesto, en
La Puntilla, se inició por tramos la construcción del paseo hasta empatarlo con
el popular muro Marrero… Aquella chiquillería de antes, que hoy peinan canas,
nos lanzábamos, de cabeza al agua en marea llena… Cierto es, que en aquellos
tiempos, la arena circulaba movida por los vientos y la orilla de la playa no
estaba entullida por la acumulación de arena...
¡¡ Qué tiempos, amigos míos !!
ALFREDO AYALA OJEDA
ALFREDO QUE BONITO ES PODER HACER UN VIAJE POR TODAS NUESTRAS ISLAS CONTIGO ,PUES SABES TANTO DE TODAS ELLAS ,QUE SIGO PENSANDO QUE TENDRIAS QUE ESCRIBIR UN LIBRO,Y LEER TAMBIEN DE LAS CANTERAS,ME RECUERDA LA INFANCIA, Y NUESTRO PASEO DE UN LADO A OTRO ROMPIENDO TANTAS TAPAS DE LOS ZAPATOS,
ResponderEliminarBUENO ESPERO ALFREDO QUE SIGAS ESCRIBIENDO DE LAS CANTERAS
Por supuesto amiga Feli. Las Canteras da para mucho. un beso
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