San Isidro, San Benito, La Virgen del Mar, Santiago Apóstol,
se han vivido con intensidad a lo largo y ancho de nuestra geografía. La
devoción y su popularidad, siempre en alza, continúan en aumento. Ahora, con la
llegada del mes de agosto, otra venerada imagen, Nuestra Señora de las Nieves se
festeja por todo lo alto, en distintas latitudes isleñas.
La Rama, es como el volador de salida de los festejos de
agosto. Además, en la presente ocasión, al coincidir la celebración con el fin
de semana, se desbordaron todas las previsiones. Cuarenta mil almas, según cita
la prensa, asistieron a La Rama, acompañándola en frenética danza desde la
cumbre hasta el mar.
También en Gran Canaria, en Lomo Magullo, Telde, se acerca
“La Traída del agua”, que tiene, dentro del programa festero su día grande, el
segundo domingo de agosto.
En varias ocasiones he acudido a esta fiesta popular. Unas
veces para grabar imágenes, para las series que dirigí durante dos décadas
“Senderos Isleños”, de TVE y “Andar Canarias”
de TVCanaria. Las últimas para disfrutar de este festejo singular, divertido y
multitudinario…
Siempre que acudo a Lomo Magullo, zona que conozco desde
pequeño, me meto en el túnel del tiempo y me traslado a un tiempo, no muy
lejano, para hacer un ejercicio de aproximación, que me permita comparar el
ayer y el hoy de estos severos paisajes, que siempre parecen estar en
permanente espera de un destino, más afortunado. Algo así como cazador
agazapado que aguarda pacientemente la aparición de una presa… Son tierras que
acechan el agua desde tiempos que la memoria no alcanza, aguardando dormidos
proyectos de verdor y vida, con infinita paciencia…
Son preguntas que hacía cuando descendía siguiendo el curso
del agua por el barranco de Los Cernícalos. Un agua que las lavanderas de la
zona esperaban para asear sus ropas, salpicándolas con energía. Un agua que,
como una bendición esperaban hombre, tierras y animales. Un agua que calmaba la
sed y vivificaba los campos. Fue la eterna lucha durante siglos y que hoy, se
festeja a lo grande.
Son fiestas en honor de Nuestra Señora la Virgen de las
Nieves. Una fiesta, cuya originalidad radica en celebrar, el agua misma porque
nadie como la gente del sur, sabe el valor del agua. “La traída del agua”, no
es ningún festejo que hunda sus raíces en el pasado. Tampoco se sustenta en
ritual aborigen. No es un rescate, ni una recuperación, al decir de su creador.
Es una fiesta inventada que anda próxima a cumplir cuatro décadas. Sin embargo,
ofrece el puro sabor tradicional, firmemente cimentado en quienes la viven, la
acunan y la disfrutan.
Así, al peso del mediodía,
desde que Ramoncito, el veterano fueguista, de pirotecnia San Miguel,
prende el volador anunciador, miles de participantes, arrancan, desde el
lateral de la iglesia, en busca del agua, con la que se derrama como ofrenda,
en las paredes de la iglesia. Desde ese momento se desata “la guerra del agua”
hasta terminar en una animadísima verbena del “solajero”, amenizada, como
siempre, por la popular y centenaria Banda de Agaete.
ALFREDO AYALA OJEDA
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