Nunca
perdí la esperanza de que un descendiente de las sagas
Dávila-Ossorio, en la parte que me corresponde, se interesara por la
música. Mis hijos nunca quisieron saber nada al respecto. Hace
algunos años, mi nieto Marcos se interesó por aprender a tocar la
guitarra y el bajo, y le animé a que lo hiciera, en la actualidad con
quince años, tengo que reconocer que se defiende bastante bien con
ambos instrumentos.
Últimamente
se dedica a componer, y a fe mía que no lo hace nada mal. La música
que escribe es bastante enriquecedora, y sus melodías muy
agradables, bien combinadas dentro de sus tonos y expresión. Que yo
recuerde entre mis familiares, que se dedicaran al noble arte de
componer, solo mi tío Cristóbal lo hacía, además de arreglos de
partituras y transportes, etcétera, siendo muy elogiado y reconocido
en el ejercicio de tales labores.
Sus
composiciones más relevantes tienen reminiscencias del, rock, pop,
heave, pero tienen la particularidad, que no son estridentes ni
ruidosas. También se les nota una gran inclinación hacia el
“dubstep” más puro, de la época actual.
A
mi nieto Marcos, le gustaría que la música que con tanta ilusión
compone, fuera interpretada por algún grupo, o grupos que se dedican
a interpretar este tipo de obras o piezas. Utiliza una técnica
modernista basada en la informática.
Las
melodías de su música es bastante coherente, donde los solos de
guitarra tienen una gran presencia, con punteos y rasgueos de tonos
mayores y menores que lucen con una gran sonoridad.
Marcos
siempre acreditó un “oído finísimo” al cantar o tararear
alguna canción, es muy posible que sea un fenómeno genético, ya
que sus orígenes musicales, están precedidos de insignes y
preclaros músicos que conformaron las sagas ya citadas.
Mi
nieto, se suele reunir en mi casa, con dos jóvenes tocadores de la
guitarra y la batería, y ensayan, interpretando diferentes
canciones, algunas de ellas compuestas por él, durante todo este
tiempo disfruto, ya que siempre he sido un fiel oyente, --y hace
algunos años incluso practicante de tan bello y hermoso arte--.
Yo
siempre lo estoy alentando, para que no pierda esa gran afición
musical que le reviste, y se engrandezca personalmente al amparo de
la misma, pues como asignatura “la música” es elocuentemente
grandiosa, y practicarla es todo un signo de buen gusto y de pasión
por lo “bueno”. Es un ingrediente más en la vida, que genera
felicidad, y a la vez porque no –sabiduría--.
Con
mucha frecuencia, mi nieto Marcos, y yo, nos ensalzamos en
interesantes y largas conversaciones, los temas que tratamos son
variopintos, sus ansias de saber son ilimitadas, siempre le ayudo en
lo puedo. Tiene amplios conocimientos futbolísticos, y nuestras
charlas a veces tratan sobre este singular deporte.
Es
un amante empedernido de la fauna y la flora, en su casa además de
un perro, tiene varios pájaros de diferentes especies. Estudiante
muy implicado con la Historia de Egipto.
Pero
lo que le ocupa más tiempo es la música, a la que dedica gran parte
de su jornada diaria.
Por
fin he conseguido que un descendiente de nuestras familias, se
implique en este noble arte, al cual nuestros mayores dedicaron gran
parte de su tiempo, destacando honrosamente en la práctica del
mismo, haciendo gala de unos conocimientos jamás superados
musicalmente hablando en nuestro pueblo, Guía de Gran Canaria.
Mi
nieto Marcos, se une así a los cuatro de nietos de mi primo Alberto
Dávila, hijos de Alfredo y Antonio, que destacan desde hace algún
tiempo, en la Banda Municipal de Las Palmas, y como profesores del
Conservatorio Superior de Música, en la ciudad capitalina.
Mi
alegría es infinita, al fin veo colmado algo que he deseado siempre,
un descendiente directo músico, que espero sabrá dejar el pabellón
lo suficientemente alto, como así lo dejaron nuestros mayores, en la
época que les tocó vivir.
Juan
Dávila-García.-
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