Julio,
fue todo un personaje. Caprichoso en ocasiones pero todo un
personaje. Me lo presentaron cuando empezó a despuntar este nuevo
milenio. Lo conocí, cuando buscaba por distintas bodegas tinerfeñas,
un lugar que se pudiera acomodar a las necesidades de un programa
dedicado al folclore y a la música popular. Julio, valgan verdades,
me brindó toda clase de facilidades... Y, en su generosidad, me dio
la posibilidad que aquel pequeño lagar pudiera adaptarlo para hacer
realidad “La Bodega de Julián”...
Desde
ese momento, en justa correspondencia, le permití que estuviera en
el plató al comienzo y al final del programa. Incluso que se bailara
las isas finales del programa...
Llamaba la atención, que cuando todos los invitados al programa se maquillaran, él, como si fuera un solista, se ponía en el sillón de maquillaje para que lo dejaran como un pincel.
En
cierta ocasión, aprovechando los recursos que se me ponían al
alcance, hable con él. Quería, en La Laguna, hacer unas tomas para
un programa documental etnográfico sobre la cura de la hernia. Tenía
documentación sobre un drago en una finquita que se usó, tiempo
atrás, por los vecinos del lugar. Pero el tiempo y la maleza, lo
tenían oculto, lejos de la mirada de curiosos... Hablé con él y me
consiguió otro amigo, también fallecido y nos pusimos manos a la
obra. No fue un trabajo fácil, pero al final, lo conseguimos y
pudimos ver y comprobar que las huellas dejadas por quienes padecían
de hernia, seguían impresas en el tronco del legendario drago.
Otras
veces, llegaba “caliente”, contrariado... “Tengo que hablar con
usted”, me decía..
¿qué
pasa Julio? ¿Algún problema?
Hombre,
pues sí. La gente, los amigos, cuando me ven por ahí paran sus
coches y me dicen: “Julio, tienes que salir más en la tele”.
Pero
Julio, si eres el primero que sale y a veces te sientas entre el
público y el realizador tiene instrucciones de sacarte unas cuantas
veces, le dije... Y le añadí. Nada pues ahora saldrás dos veces en
el programa. Así que prepara las jarras de vino y en paz...
Así
era feliz. Y, la verdad, costaba poco rodearlo de felicidad.
Julio
“El Tiznao”, un amigo y un enamorado de las cosas de la tierra.
Descansa
en paz viejo amigo.
ALFREDO AYALA OJEDA
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