Mayo, es un mes intenso: Cruces, fuegos, bailes, trasquilas, “Mayos”, bailes de magos, Taifas... Ningún rincón de Canarias, por apartado que esté, queda ajeno al festivo mayo... Durante este mes todo se va desgranando hasta que llegue, al finalizar el mes, celebrar como merece el “Día de Canarias”...
Por estas fechas guardo con especial cariño los “Mayos” de La Palma, quizás porque en la fecha en que, tras desaparecer la tradición acudimos, allá por los años 90 del pasado siglo, con la serie de TVE “Senderos Isleños” para intentar hacer un amplio documento de la historia de los Mayos. Cual no fue nuestra sorpresa que, desde entonces, la fiesta no solo se ha recuperado sino que ya es una festividad que continúa celebrándose por todo lo alto...
“Los Mayos”. Son unos muñecos de trapos que representan una crítica humorística sobre distintos hechos... Los muñecos se distribuyen por distintos puntos de la zona simulando un accidente, trepando por las fachadas, pintando paredes, reunidos en “tenderete”, en las entradas de las casas, en juegos tradicionales...
* Por otro lado, en el nuevo municipio de El Pinar, en la isla de El Hierro, me viene a la memoria aquella vieja copla que cobra vigencia cuando se aproxima las señaladas fiestas de la cruz:
En el pueblo del Pinar
tenemos una gran virtud
todavía conservamos
la Fiesta de la Cruz.
Las Cruces del Pinar o “Vestir la Cruz”, es una tradición que se repite cada año; un pique entre los barrios de Las Casas y Taibique. Pero originariamente, aunque es dato sin confirmar, todo quedaba reducido a unos piques entre los barrios de Taibique y el Gusano.... Pero, al empezar Las Casas, a realizar su Cruz, desapareció la del Gusano.
Las cruces, se visten en el más absoluto de los secretos. Pocas son las mujeres que tienen acceso al lugar donde se elaboran los delicados pasos que resalten la belleza de la Cruz. Incluso en la noche, una persona de confianza se queda en el local custodiándola, para evitar tentaciones de los rivales.
Antiguamente, La Cruz se hacía con flores, con frutas, con lazos, o con tarjetas postales, hasta que con la llegada del poder económico de los indianos, todos los adornos fueron siendo sustituidos por joyas. Cadenas, medallas, anillos, pendientes y sortijas, siempre de oro, que se encargan de pedir de puerta en puerta el grupo de muchachas, que cada año viste La Cruz.
Ellas llevan consigo una libreta, en la que describen cada una de las piezas que le ceden los vecinos. Incluso hacen un dibujo de la filigrana de su orfebrería, con el fin de no confundirse a la hora de devolver las prendas. Además de este control, cada prenda se marca con un hilo de un determinado color que también se coloca en la joya cedida para la fiesta. De esta manera, queda identificado el grupo de prendas que aporta una determinada persona, con el color del hilo que actúa como justificante de propiedad.
Pero las tradiciones a veces cambian y se adecuan a los nuevos tiempos. Antiguamente, también, las portadoras de las cruces eran solteras y vírgenes y de boca en boca corría la leyenda que al año siguiente las cuatro señoritas contraían matrimonio. Hoy no, la cruz la llevan cuatro mujeres y pueden ser solteras, casada o viudas.
Con las cruces vestidas desde temprana hora los bailarines herreños se sitúan en la calle para acompañar la cruz hasta el “pino Granadillo. Al ritmo de Pitos, Chácaras y tambores, los bailarines la custodian hasta la iglesia.. De ahí a la plaza grande del Pinar donde se reúne la vecindad y numerosos curiosos...
*Según señala el calendario en el mes de mayo, numerosas fachadas de domicilios isleños lucen cruces sencillas, vestidas con distintas flores silvestres de cercanías. Puntualmente, cada casa, cada pago, cada pueblo, enrama su cruz con cuanto ofrece la naturaleza en el mayo florido…
* Cuentan y no acaban los propios del lugar, anécdotas y curiosidades sobre esta fiesta que, dicen los entendidos, que después de las Fallas valencianas, es la más importante de España. Basta, con darse una vuelta por el municipio de Los Realejos, en víspera de tan señalada fiesta para comprobar la veracidad de tales comentarios…
La historia de estos “piques”, dicen, se remonta a 1.770. Y se ha convertido en la mayor exhibición pirotécnica del Archipiélago. Los piques, según pudimos saber se sustentan en la desigualdad social de dos grupos bien diferenciados: unos, propietarios de las tierras la calle de El Medio, conocida también como la calle de los Marqueses y otros, los medianeros y pequeños campesinos que habitaban en la calle de El Sol.
Terminada las fiestas ya los vecinos se dedican a recaudar fondos para que la próxima sea, si cabe, más espectacular. Para recaudar esos fondos se han hacen rifas, donaciones, cuotas.
Cuando se acerca el esperado tres de Mayo, ambas calles, la del Sol y la de En Medio, separadas por unos cuarenta metros, ayer barranco por medio, y hoy avenida, comienzan el tradicional y nunca apagado pique.
Lo aguardan impaciente, esa noche de fuego. Se dice que esta pasión pirotécnica no es otra cosa, que la pervivencia, de las antiguas hogueras de víspera, repetidamente prohibidas por las autoridades en siglos pasados.
ALFREDO AYALA OJEDA
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