San
Felipe es un barrio costero del municipio de Guía de Gran Canaria,
ubicado entre el barranco de Moya, y las cárcavas que forman el
Risco del Marmol y la profunda depresión del barranco de Silva.
Abajo
en el seno de estos abruptos riscales se encuentra la playa del
“Teso”, que adentrándose en la plataforma continental, forma un
medio arco, donde yace un trozo de costa recubierta de una arena
dorada y fina, formando un ensenada donde el mar se mece tranquilo,
tanto en la bajamar como en la pleamar, allí el baño se convierte
en un puro placer, ya que no existen peligros de arrastre producidos
por las corrientes marinas. Esta playa la visitábamos el que
suscribe y sus amigos de Guía con relativa frecuencia durante el
verano, hace más de sesenta años, e incluso celebrábamos partidos
de fútbol con los jóvenes del barrio.
Su
situación a sotavento azocada a los vientos cambiantes, mantiene la
mar siempre tranquila, llana y sin oleaje. Está separada de otra
bastante más larga, conocida por la playa de San Felipe --por una
roca cuadrangular que en la cara occidental introducida totalmente en
el mar, tiene una enorme y profunda cueva, que se puede apreciar
perfectamente durante la bajamar. La entrada a esta oquedad, de agua
durante la pleamar, hace que en cosa de segundos, un fenómeno de
presión de abajo arriba, propiciado por la estrechez del tubo
volcánico, “expulse,” el líquido elemento entrado, con una
fuerza inexplicable y un ruidoso “bufido”, de ahí seguramente el
nombre con que con el que fue bautizado “el bufadero”--.
La
costa guiense carece de playas, en el estricto sentido de la
palabra, pero tiene unas zonas aptas para el baño, donde se han
construido piscinas naturales que le dan a esa zona un cierto
empaque, por ejemplo las existentes en Roque Prieto, donde los
habitantes de Guía celebran desde algunos años “parte” de la
festividad de San Roque.
Recuerdo
que muchas familias de nuestro pueblo solían veranear en San Felipe,
unas disponían de casas propias y otras las alquilaban, entre estas
destacaban, Afonso Pérez, García Mateos, Saavedra Díaz, Jiménez
García, los Duarte de Las Palmas, y otras más, que utilizaban en su
baño diario tranquilo y placentero la playa del Teso. Un inglés,
míster Thomas que trabajaba en la empresa de Leacock, con su familia
acompañada, por Otilia Castellano, se dejaban ver por este lugar
coronado por el acantalido del Marmol, con relativa frecuencia, me
comento una vez, que la playa era muy buena y tranquila.
La
tranquilidad que allí reinaba era de agradecer, no se oían ruidos
molestos, ni aglomeraciones algo que la gente que buscaba paz y relax
allí la encontraba, muchos de los asistentes, después de darse un
baño, se relejaba aún más leyendo un buen libro, en la parte
sombreada existente al final de la playa.
En
la actualidad, desde la desviación de la carretera que conduce a Las
Palmas, para adentrarse en la que se dirige a San Felipe, encontramos
bares y restaurantes que posee, una gastronomía rica, en platos
típicos de nuestra tierra, sancocho, caldo pescado, ropa vieja,
etcétera. El primero que nos encontramos es el Paso, que dispone de
una piscina natural amplia, rodeada de hamacas y vestuarios.
Adentrándonos
por la carretera en dirección a la iglesia y la plaza del barrio, en
el margen derecho de la misma, se observan la existencia de una serie
de locales de restauración muy bien equipados con unos menús
excelentes, así como también algún que otro edificio de
apartamentos.
Desconozco
como se encuentra en la actualidad, tan estimado barrio, al cual
accedíamos por el camino viejo, iniciando su descenso que arrancaba,
entre la casa de Antonio Miranda y el S.11, en una zona llamada Llano
Alegre.
Nos
dirigíamos a la casa de la familia de, Federico Pérez, donde
dejábamos “la intendencia”, consistente en un par de garrafas de
vino abocado y bocadillos. La mujer de Bartolo el pastor de la finca,
nos preparaba una mesa grande donde celebrábamos el almuerzo
contando cada uno algo relacionado con su vida, o simplemente
charlando.
El
grupo los formábamos unos quince amigos todos de Guía. Mientras
comíamos nos intercambiamos las “viandas”, algo que solíamos
hacer sistemáticamente, dado el gran afecto que nos unía. Nuestro
lema era “lo mío es tuyo y lo tuyo es mío”. Con la única
excepción que guardaba relación con las féminas.
Comentar
que siempre tuvimos esa forma de comportarnos en nuestra relación
diaria, mientras estuvimos unidos, hasta que cada uno tomo su propio
rumbo, unos por estudios y otros por trabajo, nos alejamos, de
nuestro predio común y que siempre nos mantuvo unidos, nos
despedíamos con saludos emocionados y tristes a la vez.
Éramos
conscientes que durante las vacaciones nos volveríamos a encontrar,
y que esa amistad que siempre nos había unido volvería a ser la
misma, con más fuerza quizás, pero con el mismo cariño y la
fidelidad de la siempre hicimos gala.
San
Felipe en aquellos años era muy semejante a algunos pueblos costeros
especialmente, de Almería, Málaga y Alicante, que disponían de un
pequeño número de barcos de pesca que permanecían “al pairo”,
pues no existían puntos de atraque, y cuatro casuchas donde
habitaban los pescadores. En la actualidad estos pueblos convertidos
en grandes ciudades, relucen imponentes por “mor” del turismo,
Marbella, Estepona, Fuengirola, Adra, Benidorm, Villajoyosa, San
Juan, etcétera, y en el caso de Algeciras, incluso con uno de los
mejores puertos comerciales y pequeros de Europa.
Donde
las innumerables edificaciones de, hoteles, apartamentos y bungalows,
le dan una prestancia digna de admiración, que junto con sus playas
son el reclamo principal, para la venida de turistas procedentes de
los lugares más recónditos del orbe.
Lo
que hoy se denomina como el “boom de la construcción y la
especulación”, le dio vida a todos estos lugares citados, donde el
dinero por una serie de circunstancias, enriqueció a unos y
empobreció a otros. En estos lugares citados, la corrupción empezó
a germinar especialmente en Marbella, y el dinero ilegal a circular
como pago de una serie de favores y prebendas que se hacían un día
sí y otro también, en prueba de agradecimiento por permisos
urbanísticos ilegales en algunos casos de otros oscuros negocios.
Algunos
pueblos de Canarias también hicieron su “agosto” y es digno
verlos en la actualidad. No existían las autonomías, y los que
hicieron esta constatada edificación y reconversión urbanística,
fueron los empresarios y los terratenientes que existían en
determinados lugares, donde intervenían también los Cabildos
Insulares, el Estado y las entidades bancarias, otorgando y
concediendo préstamos a bajo interés, aportando así su granito de
arena a la esperada prosperidad, dándole la bienvenida a tan
exuberante industria, hoy la más punteras de Canarias.
Pero
estos casos orientados hacia una incierta y futura prosperidad,
pendiente siempre de la anunciada venida del turismo y si realmente
iba a ser la panacea, no se dio igual en todas las islas, y sus
respectivos ayuntamientos, que se vieron desatendidos en sus
demandas, posiblemente porque no pusieron el énfasis necesario, a la
hora del reparto el pastel. Este indolente comportamiento, los privó
de unos beneficios tangibles, que en la actualidad priman en muchos
municipios de las islas totalmente reformados, ofreciendo al
visitante, unas calles hermoseadas y limpias, así como una serie de
monumentos, dignos de las ciudades más significadas del continente.
En
este aspecto, Agüimes e Ingenio, son un ejemplo palpable de cuanto
acabo de manifestar, las esculturas que poseen en sus calles,
acreditan la grandeza de estos dos municipios, que en otros tiempos
no ostentaban tanta exuberancia, en la actualidad disponen de dos
playas, la del Burrero y la de Arinaga con un excelente puerto, cuyas
hermosas edificaciones y sus ostentosas planimetrías, son dignas del
mejor urbanista.
Hay
que reconocer que la industria turística no ha beneficiado, al norte
de la isla con la misma intensidad que al sur, por eso todos estos
lugares pintorescos de antaño, siguen anclados en el tiempo, y si
nadie lo remedia fenecerán igual. Entre estos lugares se encuentra
San Felipe, con dos playas naturales que se podrían explotar,
beneficiandose este pequeño núcleo poblacional guiénse, así como
también al resto de la municipalidad. Los pecios pesqueros
existentes en el norte, son muy apreciados por los pescadores de
“caña”, dada la gran variedad de especies ictiológicas, que
abundan especialmente, en Agaete, Sardina, Caleta Arriba, que tienen
unas abundosas flotas pesqueras, dedicadas a faenar por toda la zona
pelágica.
JUAN DÁVILA GARCÍA
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