Hace un fleje de años, conocí a “Ramoncito”. Fogatero de prestigio dentro y fuera de Gran Canaria y hombre de punto. Para él, su palabra tiene más fuerza que firma de escritura. Lo conocí a finales de los 80, en el Parque de Santa Catalina, cuando con Televisión Española preparamos un amplio dispositivo para despedir el fin de año y darle la bienvenida al nuevo. Allí estaba él, con su cachorro, su amplia sonrisa y su vivaracha mirada.
Significó nuestro afortunado encuentro el inicio de una amistad que se prolonga en el tiempo.
Desde ese momento trabajamos juntos en numerosas ocasiones. En “Tenderete”, en “Senderos isleños”, en “Andar Canarias” y otros muchos programas televisivos.
La última vez que coincidimos fue en su municipio natal: Valsequillo. Con motivo de las fiestas, se celebraba un encuentro de verseadores, que presentaba el desaparecido periodista Adolfo Santana... Y como cierre del espectáculo, pegó fuego a una histórica rueda de fuego, que invitaba a regresar al pasado.
Recuerdo pasar muchas horas en su laboratorio, situado en el histórico barranco de San Miguel... Y me llamó la atención el trabajo del veterano artesano fogatero que, en soledad, absorto, en su laboratorio lo comparé con un regatista olímpico, que cuando logra la gesta se encuentra solo en el mar y no recibe el aplauso inmediato hasta que no regresa a tierra firme... Al fogatero, le sucede lo mismo. Allí, a la sombra del fuego, prepara, distribuye y vigila carcasas, voladores, gusanos, palmeras y una larguísima lista de colores, efectos y música... Solo sabe su éxito cuando al año siguiente lo vuelven a llamar para contratarlo...
En un momento, reflexionando, le comenté… ¡Qué cosas!. La riqueza de unas fiestas se miden por la intensidad o duración de los fuegos artificiales… Es, le dije, como en las bodas. Si pones mucho vino y enyesque, se comenta entre los invitados: “¡vaya destrozo!” y si pones poco: ”¡vaya miseria!”… Dar con el punto exacto, economía y vistosidad, es difícil porque depende de muchos factores…
“Efectivamente, Alfredo... A veces, llegado el momento de hacer la exhibición, el viento, la lluvia, puede empobrecer el espectáculo…”
El fogatero, ensimismado, pone todos sus sentidos en el trabajo para que todo salga bien. Trabaja a la sombra del fuego, en soledad. Casi en el anonimato… El fogatero, aunque los tiempos ha cambiado y las nuevas técnicas se han impuesto, continúa siendo pieza clave en el festejo…
En Canarias, alguien me dijo: Los fuegos, se miden por las tres palmeras y cuando no sopla el viento y las palmeras quedan impresas en el lienzo del cielo, el ¡¡¡ Ohhhhhhh !!! brota de la garganta de los asistentes. Es el aplauso, el reconocimiento al trabajo del fogatero.
Hoy, para mí, es día señalado porque al amigo Ramoncito, Ramón Martel, con motivo de las fiestas del Almendro en Valsequillo, tras el Pregón, que tendrá lugar el día 27, se le entregará el galardón que se merece : “Almendra de Plata 2.017”.
Enhorabuena querido amigo.
ALFREDO AYALA OJEDA
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