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viernes, 5 de febrero de 2016

* RAÚL TRUJILLO "EL DE VENTOSO"

Estábamos haciendo todos los preparativos para grabar uno de los tantos programas de “La Bodega de Julián”, allí en el improvisado plató natural de Julio “El Tiznao”, en La Padilla Alta, en la cueva que me simbolizaba las entrañas mismas del municipio de Tegueste. Era una tarde-noche cruda, de esas que no se olvidan. Llovía insistentemente, con fuerza. Ninguno de los componentes del equipo de montaje estaba a la intemperie. Mejor dicho, todos estábamos en la pequeña cocina, buscando el calorcito de los fogones, apurando un vasito de vino de la zona... De pronto, aguantando el aguacero apareció Raúl Trujillo González “El de Ventoso” elevando la voz y pidiendo un vaso de vino y pincho... Venía escurriendo…

Yo no sé ponerle edad a la gente pero yo creo que Raúl estaba, por ese entonces, picando los ochenta. Traía, bajo el brazo, un saco donde guardaba, celosamente, numerosas cañas para obsequiar a amigos y conocidos. Tenía en su mano un callo enorme que reflejaba la cantidad de parrandas vividas y disfrutadas. Cabeza despoblada, sacudiéndose... Pero estaba animoso:


Si hay que cantar, aquí estoy. Me siento en una esquinita, me ponen una jarrita de vino, un poco de “conejo volador”” (Conejo volador, no era otra cosa que pollo al salmorejo)...

Para mí, todo el que llegaba a ese improvisado plató televisivo era como un pariente que regresa a su isla tras un larguísimo viaje de ultramar... Por eso, ni la copita de vino y el poquito de conduto o ayanto, no podía faltarle. Yo soy así. Mi hogar. la Bodega de Julián y Tenderete, para mi era como la casa del pueblo, el trato, la conversa y el vino entre amigos era como nuestra tarjeta de presentación... Dándole un toalla para que se secara, le dije: Ventoso, (apodo por el que era conocido en la isla por haber sido medianero en la finca Ventoso, en Santa Cruz de Tenerife...) Voy a intentar traer al “Mosquito”, apodo de otro incansable parrandero, timplista él y de nombre Sixtito, también conocido como Bocanegra...

Antonio Acosta “El Puncha”, en cierta ocasión, le hablé de estos dos personajes: Sixtito y el Ventoso. Quería tenerlos a los dos, juntitos en La Bodega... Sixtito, debutó junto al grupo Araguaney haciendo, en su actuación, su clásico malabarismo con el timple: tocando con el instrumento en el cogote, dándole vueltas... Sin interrumpir el ritmo, con caída incluida, desde el suelo... Fue espectacular... El de Ventoso, sin embargo, con su improvisación y su inseparable caña cantó junto a lo más florido de nuestro folclore, en aquel programa que se me ocurrió invitar a los 32 distinguidos solistas que denominé “Ellos”, “Ellas”, “Ellos y Ellas”... La copla se la dedicó a Sebastián Ramos “El Puntero”...

Y aquí los tienen. Los dos juntitos, inseparables, unidos por los aires de la tierra... Y ese estribillo: “Así están los lagartos/ en las paredes/ soñando con las piedras/ y no se mueven”

Hoy, días después de su fallecimiento he querido recordarlo tal como era: “Un torbellino”.


Descansa en paz amigo Raúl Trujillo González “El de Ventoso”.

ALFREDO AYALA OJEDA

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