Echando la vista atrás y poniendo orden en mi memoria, lo mucho vivido y lo mucho leído, termino dándole las gracias a la pandemia.
Hoy, como siempre, casi esperando que den las siete de la tarde, estamos como agazapados detrás de la ventana o el balcón, para asomar el flequillo y aplaudir, tocar el bucio, cantar el "Hola, Don Pepito" o el "Resistiré". Todos a una, nadie llega tarde a esta cita de apoyo, a cuantos de una manera u otra, arriesgan su vida en beneficio de todos.
Antes, las casas estaban casi abiertas de par en par, por si se recibía alguna visita, o algún vecino precisaba algo. Pero los tiempos fueron cambiando y muchos se ufanaban diciendo, vivo en un bloque de veinte plantas, casi unas mil personas y tengo la felicidad de no conocer a nadie. ¡qué triste!
Pues bien, desde que estamos en este recogimiento necesario y salimos a hacer piña, con los vecinos, con los médicos, enfermeros, empleados de supermercados, farmacéuticos, carteros etc., parece que se ha vuelto a aquellos viejos tiempos. Ahora, todos salimos a la hora en punto, a mostrar nuestra gratitud a todos y aunque a veces no veamos a los vecinos, sí sabemos que están ahí, al lado, arrimando el hombro y dispuestos a echar una mano si es necesario.
La pandemia, no solo trae la desgracia. También ha llegado para recordarnos, que todos somos necesarios y que juntos, resistiremos.
ALFREDO AYALA OJEDA
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