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domingo, 15 de marzo de 2020

* RECORDANDO A PASCUAL CALABUIG

Cuando aterricé en la Tele, recuerdo a Pascual Calabuig, sentado en su silla y sobre la mesa, unas grandes tijeras y una tonga de periódicos. Pascual, cortaba todas las fotos que le interesaban y las guardaba en unas enormes carpetas... Eran otros tiempos. Tiempos en los que no había satélite y las noticias de alcance, se recibían vía aérea, desde Madrid. Las locales, se grababan en blanco y negro, en cine 16 mm, había que revelarlas, montarlas, adecuar un texto y esperar la llegada de la hora del informativo “Telecanarias”, para difundirlas. Tiempos que hasta había un colaborador, Lino Chaparro, que llegaba a la tele con su máquina de escribir Olivetti y le cobraba el alquiler y su sueldo, a la empresa. Vamos... que las carencias eran muchísimas. 

Pascual era un trabajador nato. Yo siempre lo tuve cerquita. Él, vivía casi pegado a mi casa, en Las Alcaravaneras y al tener la misma profesión que mi padre, Antonio Ayala, pues solíamos transitarnos con frecuencia y caminábamos juntos, hasta el Insular, a ver los partidos regionales, que en esa época, despertaban muchísimo interés. 

Foto: Pascual Calabuig y Alfredo Ayala

Después, en la tele, muchas veces compartimos programas. Fuimos juntos a aquella final en el Bernabeu, disputada entre el Barcelona de Cruyff y la Unión Deportiva de los German, Brindisi, Morete... Y mucha veces, en el Insular, me acerqué para seguir sus trabajos con los jugadores y deportistas de la época, en aquella larga serie que se sacó de la manga, titulada “De la vida y del deporte”... Una serie donde se recogían, los mejores momentos de su vida, su andadura deportiva: Guedes, Tonono, Germán... Trabajos de premio que hoy enriquecen el archivo y la historia de Televisión Española. 

Pascual Calabuig, se había propuesto levantar el acta de lo que había en aquella época, que los deportistas isleños brillaban con luz propia. 

Lo recuerdo en la isla de Lobos, cuando se nos asignó el desplazamiento de seguir a sus Majestades, don Juan Carlos y doña Sofía y él, periodista de raza, se saltó el protocolo y entrevistó a Juan Carlos. Entrevista que permanece en los archivos de TVE en Canarias, pero que la censura decidió no emitir... 

Pascual Calabuig, brilló en todos los campos deportivos o no. Sus crónicas en Palestra y en el semanario “Guiniguada”, empezaron a calar entre los lectores... Esperados eran sus comentarios de radio Atlántico y sonada su famosa frase: ¡¡Pues no faltaba más!! Y casi recitados de memoria, su columna de “Ripios”...Sentidas sus transmisiones radiofónicas, sobre la Unión... Y comentadas sus pescas nocturnas, desde los muros de la comandancia de Marina, en la Plaza de las Ferias, cuando el mar llegaba a la calle Dieciocho de julio. 

Pascual fue un hombre divertido, simpático, atento y servicial. 

En cierta ocasión, con motivo de la grabación de un programa folclórico “El Pueblo Canta”, Nanino estaba desplazado en la península para transmitir el encuentro. Yo hablé con el grupo Añoranza, para hacer las grabaciones musicales y al regreso de Nanino que hiciera las entrevistas. Me había pedido uno de los componentes y fundadores Luciano González, que lo liberara de servicio, para poder grabar porque estaba haciendo el servicio militar. Hablé con Pascual y me dijo: no te preocupes. Salí, grabé y pasado unos días, me llamó Luciano... ¡Coño! que me van a meter en el Castillo, por abandono de servicio... Llamé a Pascual... Me pasa esto, me dijo. Déjame tu teléfono, que te llamo. Y así fue, al poco, todos respiramos y el asunto quedó arreglado. 

Lo recuerdo entusiasta, coñón, en los partidillos de aquel torneo triangular, que disputábamos a beneficio de la Cruz Blanca, médicos, abogados y periodistas. Corría la banda, como si de un alevín se tratara. 

Últimamente, por la calle larga (arteria comercial del municipio de Gáldar), me lo tropezaba con frecuencia. Pascual, seguía haciendo el mismo recorrido: Comprar el periódico, ir a correos a buscar la correspondencia, y enfilar calle abajo, hasta la churrería, un par de churritos, una primera ojeada a la prensa y después, de regreso. Hacía numerosas paradas, antes de llegar a casa. Todos querían darle la mano, hablar con él... 

Ayer, mientras seguía con detenimiento las noticias sobre el Coronavirus, me sorprendió la noticia. Sabía que estaba algo delicado pero siempre pensé, que un hombre con la vitalidad del amigo, un corredor de fondo, superaría el obstáculo que le ponía la vida. 

Pascual donde estés, mi admiración y respeto, querido amigo.

ALFREDO AYALA OJEDA

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