Noviembre,
lo reconozco, me tiene atrapado. Con el rabillo del ojo miro los
últimos días de Octubre, con sus lunas que enamoran... Las fiestas
en torno a las castañas con las tafeñas herreñas, como calendario
que marcan los tiempos...
Los finaos, en toda nuestra breve y
accidentada orografía... “San Simón, pequeñito y barbudito”,
intenso festejo del pueblo más cercano a tierras americanas:
Sabinosa... hasta desembocar en el ya tradicional “Tenorio” que
polariza la atención en la capital grancanaria.
Y,
mientras todo esto sucede, en la intimidad de las bodegas isleñas,
rugen los nuevos caldos y empiezan a aromatizarse las calles de Icod
de los Vinos, la Guancha, el Amparo, con el roce y fricción de las
tablas de tea con el asfalto. Es la fiesta de los mas jóvenes que se
deslizan por las pinas calles de estos municipios... Y allá, en el
municipio más pequeño de las islas, en el Puerto de la Cruz, las
calles van siendo invadidas por los cacharros, otra de las
tradiciones de nuestro archipiélago...
También
comienzan a escucharse los ensayos de villancicos y las animadas
parrandas que hacen sus preparativos para estar dispuestos cuando
lleguen las navidades. Y para esas fechas ya empiezan los ranchos de
pascuas a preparar su repertorio, en Valsequillo, en los Arbejales,
en Teguise, y las tandas en distintos lugares de la provincia
tinerfeña.
Tampoco
podemos olvidarnos del “Baile del niño” que se representa el día
24 de diciembre en Bajamar, El Sauzal, etc. o el "baile de la
cunita", en el interior de la iglesia de Santa María de Guía...
Mientras,
en la arena de la playa de Las Canteras, distintos artistas unen sus
fuerzas y conocimiento para dar forma al monumental y tradicional
Belén de arena.
ALFREDO AYALA OJEDA
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