Los
molinos eran unos artilugios que servían para moler grano y en
algunos casos se usaban incluso para sacar agua del subsuelo.
Los
que yo voy a tratar en este trabajo se refieren exclusivamente a los
que molían granos y que abundaron en Guía durante un largo periodo
de tiempo.
Estos
ingenios tenían como fuente de alimentación al agua. En la Aldea de
San Nicolás existían algunos que se alimentaban de la energía
eólica al igual que sucedía en Castilla La Mancha, donde el
Caballero de triste figura “Don Quijote” atacó a más de uno
lanza en ristre creyendo en su loca imaginación que se trataban de
monstruos.
El
agua que se servía a estos molinos como fuerza motriz provenía de
Fontanales de donde venía canalizada recorriendo una gran distancia
kilométrica hasta llegar a nuestros molinos. La acequia por donde
circulaba el agua estaba totalmente descubierta lo que propiciaba un
cierto grado de evaporación.
Funcionamiento
de la estructura del molino
El
agua que circula por la acequia (que es bastante abundante) entra con
fuerza en el caidero, que consiste en una tubería de 30 cm de
diámetro y de 12 a 15 metros de altura y cae sobre unas paletas
poniéndolas en movimiento y mediante un eje de transmisión hacen
que se muevan unas ruedas o rotores estos a su vez le imprimen un
movimiento circular a dos enormes piedras redondas superpuestas cuyo
peso de cada una oscila entre los 500 y 600 kilos que rozan entre sí
siendo este rozamiento con más o menos presión entre ellas los que
muelan el grano más fino o grueso según así lo requiera el
cliente. El grano se introduce entre las dos piedras “moledoras”
a través de un pequeño conducto conectado entre estas y la “torba”,
que es donde se introduce el producto a moler (maíz tostado, trigo,
cebada, centeno, etcétera…. Debajo de las pesadas piedras hay un
depósito en forma de pirámide invertida con una abertura al final
de la misma que es por donde sale el producto molido, sea gofio o
harina.
El
agua procedente como he dicho de un naciente de Fontanales, después
de ser utilizada como fuerza motriz en los molinos de Guía, que
comenzaban en el de La Palma en las medianías de mi pueblo y
finalizaban en el de Orihuela en el lomo de la carretera hacia Gáldar
y allí alimentaba al de Bartolito seguía su curso hacia otros
lugares donde terminaba embalsada.
Los
molinos de agua subsistieron en Guía durante muchos años, incluso
compitieron con el llamado “Molino de fuego” de Faustino García
del Pino, denominado así por utilizar la electricidad como fuerza de
alimentación.
Esta
acequia que transportaba el agua citada que movía a los molinos
ubicados en mi pueblo nos servía a mis amigos y a mí de diversión
ya que la misma al pasar por dentro de las fincas que regentaban Paco
Ayala y Francisco Miranda, hacíamos una balsa o muro de contención
dejando el agua de circular y allí nos bañábamos.
Recuerdo
que un señor de la montaña de Gáldar, llamado Virgilio que era el
encargado del mantenimiento de la acequia, cuando notaba que el agua
mermaba venía a por nosotros, ya que nos conocía bien porque éramos
reincidentes y nos perseguía por medio de las plataneras.
El
mantenimiento de los molinos de agua no era muy complicado, solo
requería una limpieza exhaustiva de sus diferentes piezas; las que
si requerían un cuidado especial eran las dos enormes piedras
circulares, ya que había que picarlas con frecuencia para que la
superficie de ambas se mantuvieran muy “rugosas” para que así
pudieran moler bien, pues si estaban lizas no hacían bien su
trabajo. La persona que estaba especializada para llevar a cabo este
picado de las piedras era mi tío Camilo García Ossorio, herrero de
profesión y que utilizaba una “picareta” para realizar este
trabajo.
Al
cobro de la molienda se le llamaba “makila o maquila”. Los
precios no eran muy elevados y oscilaban entre los 25 o 30
céntimos/kilo.
En
el término municipal de Guía existían seis molinos de agua; el de
La Palma, La Laja, el de Luisito, el de Paco Roque, el de Lolita
Tovar y el de Orihuera.
Félix
Rodríguez Falcón era el propietario del molino de “La
Palma”
que estaba ubicado en el lugar conocido con el nombre del citado
lugar y se encontraba por encima de San Juan. Félix tenía además
un pequeño comercio donde vendía: pan, latas de conservas, agua,
cigarros, y también embutidos. En muchas ocasiones cuando iba con mi
padre a coger pájaros canarios del monte, solíamos abastecernos de
provisiones allí.
El
callejón del molino es la prolongación de la calle Luis Suárez
Galván, y al fondo del mismo camino de la Cañada y de las
Boticarias se encontraba el molino de “La
Laja” que era
propiedad de Florencio Galván, atendía a numerosos vecinos de la
zona moliéndoles su gofio y harina.
Por
debajo del molino anteriormente citado, camino hacia San Roque,
estaba situado el de “Luisito”,
que era una persona muy querida y estimada por todos sus vecinos a
los cuales servía todos los productos que salían de su ingenio, que
tenían una gran calidad y que aparte de gofio y harina también
producía “frangollo”, que consistía en maíz poco molido con el
cual se hacían platos típicos del lugar, y muy reconocido en toda
la comarca noroeste.
Una
vez que el agua salía del molino de Luisito seguía hacia latitudes
más bajas de la periferia de Guía. Atravesando el barranco de un
lado a otro en un amplio canal; caminaba inexorablemente hacia otros
molinos que se encontraban bastantes más abajo. Esta canalización
recorría la parte alta de una finca que regentaba un tal Vicentito,
que era una persona muy violenta que tenía su vivienda al lado de la
acequia cuando esta “allanaba” en un lugar conocido por el
“salón” donde tenía su finca los Saavedra.
El
agua antes de introducirse en el molino de “Paco
Roque”
era utilizada por una serie de señoras que allí lavaban sus ropas,
sábanas, etcétera…..En este lugar existen hoy varias
construcciones deportivas e incluso allí se está construyendo el
edificio principal de la Universidad Portuguesa “Fernando Pessoa”.
Dejando
atrás este lugar donde hacían sus labores las lavanderas, el agua
se introducía en una tubería de 30 cm. De diámetro que formaba
parte de la estructura del “caidero” (caída de agua) que con una
altura de más de 12 metros caía con fuerza sobre las paletas del
molino que eran las que le imprimía a los rotores el movimiento
necesario al resto de los mecanismos del mismo. Generando la
suficiente energía para llevar adelante su trabajo que era moler
los diferentes granos. Este molino citado era el de Paco Roque, que
estaba ubicado en la cuesta inicial del camino que va a Ansofe y a la
Montaña de Guía.
Paco
Roque vendió su molino a Pedro Jiménez “conocido como Pedro el de
los Andenes”, padre de Bonifacio y Pepe, que estudiaron en el
colegio Santa María de Guía. Este ingenio también lo trabajó y lo
regentó Antonio Godoy.
Todavía
hoy sigue en pie el edificio que albergo el molino de Paco Roque que
habita un tal Barroso de Agaete, que lo ha convertido en un pequeño
museo.
A
unos 250 metros del molino de Paco Roque en dirección hacia Guía,
se encontraba el molino de “Lolita
Tovar”.
Era un ingenio pequeño, pero que tenía una numerosa clientela y
hacia un gofio de excelente calidad, lo que le dio una reconocida
fama en toda la comarca.
El
agua deja atrás el molino de Lolita Tovar y sigue avanzando hacia
otros ingenios, atraviesa nuevamente el barranco mediante la
utilización de un canal, que utilizaban los residentes de Ansofe y
la Montaña, cuando estaba corriendo el barranco, para pasar de un
lado a otro descalzándose y remangándose los pantalones hasta que
años más tardes se construyó el puente de dos ojos, siendo
alcalde Juan García, gobernador civil José García Hernández y
presidente del Cabildo insular Matías Vegas Guerra.
La
singladura de esta agua procedente de un naciente de Fontanales, que
después de recorrer bastantes kilómetros en dirección a la zona
baja del norte de la isla termina al menos en Guía en el molino de
“Orihuela”,
que estaba situado en el lomo, en una entrada que había a la
derecha del mismo en la dirección Guía-Galdar. El citado molino
estaba ubicado en el margen izquierdo del barranco de Las Garzas. Al
igual que el de Lolita Tovar era un establecimiento pequeño, pero
hacia un buen gofio y sus clientes eran los vecinos de la zona.
Orihuela
era un buen hombre muy apreciado por cuantos le conocíamos, cojeaba
un poco y era pescador profesional, todos los días iba a vender
pescado a las medianías, utilizando para ello un burro de su
propiedad.
Cuanto
aquí he expuesto, es en síntesis la historia de los molinos de agua
que existieron en mi pueblo y un fiel exponente de la variopinta
grandeza que siempre acredito al mismo, donde destacaban distintas
facetas: artísticas, musicales, deportivas, festeras, etc..., que
auparon a mí pueblo al ranking del que formaban parte las ciudades
más importantes de Canarias especialmente por sus valores culturales
y artísticos. Donde figuraban entre las más destacadas, La Laguna,
Hermigua, que juntamente con Guía eran las más alabadas en las
diferentes historias que se escribieron del Archipiélago, entre
estas posiblemente la más importante como es la de Viera y Clavijo.
Mi
pueblo ha ido perdiendo su constatada categoría y hasta sus símbolos
prehispánicos, que según los criterios de muchos historiadores son
obviados, aún siendo los más importantes de cuantos existen en
Canarias, ¿Quiénes tienen la culpa?, sin lugar a dudas los
moradores de mi pueblo que desde hace algunos años no le exigen a
las autoridades que defiendan los intereses de nuestra querida
ciudad, exigiéndoles al Cabildo y al Gobierno de Canarias que
colaboren y le ayuden a salir del marasmo y el catatónico en que se
encuentra. Les llamo desde aquí la atención a mis paisanos para que
luchemos juntos y llevemos a Guía al lugar que le corresponde y
nunca debió perder.
Me
gustaría decirle a Antonio Morales y Carlos Ruiz, presidente y
consejero de cultura del Cabildo de Gran Canaria, por si lo ignoran,
que en Guía se encuentra el monumento arqueológico más importante
de Canarias según escribió José de Viera y Clavijo en su Historia
de nuestro Archipiélago, denominado Cenobio de Valerón, conocido
por las Cuevas Canarias, y en sus inmediaciones esta el Tagoror del
Gallego y el Morro, que sin lugar a dudas deben tenerse en cuenta y
atender sus necesidades de mantenimiento y adecentamiento y no
obviarlos desde la Casa Palacio, como lo hizo en su momento Larry
Álvarez que publicó en el Canarias7, un mapa cartográfico donde
aparecían los asentamientos arqueológicos de Gran Canaria menos los
pertenecientes a Guía, y que ahora quienes gobiernan en el mismo
publican en la prensa a bombo y platillos unos presupuestos para
adecentar todos estos enclaves pero una vez más olvidan los que
existen en mi pueblo. Y para terminar recordarle a
Fernando Bañolas que si es un buen guiense defienda si es necesario
con acritud las excelencias de su pueblo, que cuenta en su haber con
cosas muy interesantes como puedan ser, el Camerino de la Virgen, la
Casa-Museo de Néstor Alámo, las obras de José Luján Pérez y
otras, como ser la cuna del Canónigo Gordillo (José Gordillo y
Ramos), que presidió en 1.812 las Cortes de Cádiz, que aprobó la
Constitución del 19 de marzo del año citado, conocida como “La
Pepa”, del poeta Bento (Rafael Bento) y de otros grandes
personajes de la música y la cultura. Ya es hora de que mi pueblo
salga del ostracismo en que se encuentra, y somos nosotros los
guienses donde quiera que nos encontremos, los que tenemos que luchar
con ahínco para que así sea.
JUAN DÁVILA GARCÍA
Siempre, amigo Dávila, es un placer leerlo. Ahora, con este recorrido por los molinos de la zona. Con su lectura me trasladé, mentalmente, a cierta ocasión en que recorrí por todo el Archipiélago distintos molinos de agua, de fuego y de viento, molinos machos y molinas... Viejas construcciones que estaban en desuso y desgastadas o roídas por el paso del tiempo... Pero eso es otra historia. Ahora, repito, un placer leerlo. Un abrazo.
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