Hoy, me desayuné con una triste noticia: “Cagancho”, el
famoso caballo que revolucionó el mundo del rejoneo, ha fallecido con poco más
de 30 años de edad, a consecuencia de un ictus… Cagancho, se había retirado de
los ruedos en 2002. Desde entonces hasta el momento de su fallecimiento, anduvo
suelto, a su aire, gozando de un bien ganado retiro sin que nadie lo montara.
Animal entero solo se ocupaba de su función de semental, cubriendo a numerosas
yeguas en estado receptivo.
Cagancho, cuenta en su amplio historial con enfrentamiento
exitoso ante más de mil toros…
Hace
algún tiempo, en este mismo blog, que atinadamente dirige Lydia Díaz, me adentré
en una tierna y sentida historia de un caballo de triste, esquelética y
enclenca estampa. De aspecto desgarbado, era lo más parecido a un saco de
lástimas. Negro, azabache, “Cagancho”, que así se llama, tenía la sangre pura
de sus padres pero su figura carecía del porte y la templanza de su raza… De
apariencia desagradable, toreros y rejoneadores, entendidos y tratantes, nunca
repararon en él… Pasaba el tiempo y todos le vaticinaban un penoso final…
Cierto día, un navarro, de limitados recursos
económicos, buscaba un caballo para destinarlo al rejoneo… Ojeó numerosos
ejemplares de rico porte… Todos, estaban valorados en cantidades inalcanzables…
“Tengo uno, le dijo un criador valorado en 1.800€. Es el único que se ajusta a
su presupuesto.”. Sellaron el trato y Pablo, el nuevo dueño de “Cagancho”, lo
trasladó a su modesta cuadra… Pablo, según cuentan numerosas crónicas, cuando
regresó a casa, su padre, con ojos de asombro, le dijo: “¿De dónde has sacado
“eso”…? ¡Cosa fea!”
Una tarde, luminosa, en plena faena de rejoneo, uno de
sus caballos se lesionó y “Cagancho” salió a sustituirlo… Llegó, ¡por fin! su
debut en el ruedo de la verdad, escenario donde te juegas el todo o la nada.
“Cagancho”, dispuesto, decidido, alegre, desenfadado, se convirtió en la
prolongación del jinete… Gambeteos, elegancia, filtreos… los resoplidos del
astado le hacían disfrutar del momento… Los toros, en fallidas acometidas,
parecían embestir una sombra… Tanto arte desplegó que el público puesto en pie,
aplaudía a rabiar su arrogancia, valentía y destreza… “Cagancho”, no solo era
arte. También espectáculo. Así paso “Cagancho” del anonimato a la aclamación
popular… “Cagancho”, desde aquel entonces, continuó durante más de dos lustros
enamorando a los aficionados… Su despedida fue una auténtica peregrinación por
los distintos ruedos del mundo… Se cuenta que en las tardes del adiós, como si
de un diestro se tratara, se le cortaba una parte de la “coleta”…
Hoy, como diría el “Tío Simón”, “Cagancho” es un caballo
viejo que sestea por La Sabana, dándole tiempo al tiempo, esperando poner su
semilla en la potranca que le brinde la oportunidad…
ALFREDO AYALA OJEDA
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