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lunes, 24 de abril de 2017

* LA PRESA DE LAS GARZAS Y CONSTRUCCIONES RELACIONADAS CON LA AGRICULTURA.- (GUÍA G.C)

La presa de las Garzas está ubicada en el barranco del mismo nombre, en Guía de Gran Canaria, fue construida en 1924. En 1940 fue adquirida por la Comunidad de Regantes del Noroeste.
El citado barranco debe su nombre, según nos comentaron los más viejos del lugar, hace más de sesenta años, a un grupo de amigos, que en nuestras correrías, nos dedicábamos a transitar por los más emblemáticos lugares existentes en nuestro pueblo, entre ellos el hermoso vivero de plantas autóctonas, que se encontraba en el margen izquierdo de la entrada del muro de contención de la presa, que tenía una anchura aproximada a 2,5 metros, -a la gran cantidad de garzas que nidificaban en la cabecera del cauce del mismo-, cuando realizaban su migración hacia el sur, en busca de lugares más templados en el continente africano, así como a su regreso a Europa al inicio de la primavera.
La presa de las Garzas, tiene una superficie de 45.500 metros cuadrados y, se edificó en una cota de 260 metros de altitud sobre el nivel del mar. La altura máxima de la obra de contención que tiene forma curvilínea, desde el fondo del barranco hasta la cúspide es de 32 metros y, una capacidad de 612.126 metros cúbicos. Esta presa junto a la de Pinto en Arucas, fueron las primeras que se construyeron en Canarias con estas características.
En el barranco de Guía, situado en el lado opuesto a este que nos ocupa, se encuentra una pequeña presa que era propiedad de la familia Hernández Jiménez, don Manuel y doña María. Esta contrajo matrimonio, con don Manuel Fernández Oliva y Pérez, un capitán que vino destinado al Regimiento de Guía procedente de La Orotava, que incluso llego a ser alcalde de nuestro pueblo.
El enlace matrimonial, de doña María y don Manuel Fernández, conocido por los guienses, por el apelativo afectivo y cariñoso del “capitán”, propició que la presa siempre conocida por la del barranco de Guía, pasara a conocerse en todos los estamentos como la del capitán, especialmente en el círculo que formaban los diferentes repartidores de agua de la comarca, (Manuel Rodríguez, Felipe Miranda, Valentín Castellanos, Francisco Padrón, Manolo Castellanos, Bartolo Mendoza), que se reunían todos los días en la Plaza Grande, para hablar de la existencia del rico elemento en metros cúbicos en los embalses de la zona, apta para el regadío, y en base a este dato poder determinar el precio hora/agua, a consumir en el riego de sus fincas los agricultores.
Nosotros con 14 o 15 años, solíamos desplazarnos a la parte baja de la presa, donde siempre y motivado por el desbordamiento de la misma, en los años lluviosos, se formaban gran cantidad de charcos, que le servía de hábitat a gran cantidad de “batracios”, especialmente “ranas”, con el único fin de coger la mayor cantidad posible de estos “asquerosos” especímenes, ya que don José Bolaños, farmacéutico y analista nos pagaba una peseta por cada uno.
En una de las visitas que hicimos a esta zona, a la cual arribábamos a través de la espesura del barranco, especialmente de cañaverales otras plantas menores, nos tropezamos con un señor mayor perteneciente a una familia apodada por los “yerbanegra”, que habitaba en una cueva al pie de la obra, que había trabajado en la construcción de la presa, recuerdo que le preguntamos, ¿usted vive aquí tranquilo, no tiene miedo que la presa un día reviente?, nos contestó, -eso no me preocupa ya que esta obra esta tan bien hecha que no hay peligro de ocurra un accidente de esas características-. Han pasado 93 años desde su construcción y ahí sigue erguida, almacenando agua sin ningún tipo de problemas.
La última vez que rebosó fue el 11 de noviembre de 2014.
Dentro de los límites de Guía, existen otras presas, y embalses a los cuales se le llamaban “maretas”, cuyas dimensiones eran evidentemente más pequeñas, que indudablemente merecen ser citadas, las de los Padrones, ubicada en la parte alta del barrio de San Juan, en el cruce de Moya y Montaña Alta, la de Mondragones, en el Palmital, en la parte izquierda de la carretera, dirección Guía a Moya, la del Paso, en carretera antigua de Guía a Las Palmas, la del barranco Valerón, construida por los agricultores de San Felipe, liderados, por los señores Pérez-Afonso y los Duartes.
En un lateral de la presa de Mondragones, existía una oquedad bastante amplia conocida por la Cueva del Bernegal o Bernagal, donde se solían celebrar bailes de taifas, a los cuales tuve el placer de asistir en más de una ocasión, como “bailador” y tocador, junto a mis compañeros del grupo rítmico Tirma, José González Moreno, conocido por Pepe el rubio, bandurria, Mariano Chirivella León, Juan Aguiar Moreno, Francisco Vega Dávila, guitarras, el que suscribe con el contrabajo tradicional, como vocalista o cantante Jesús Moreno González, conocido como Campanera, hermano de Pepe.
Por aquella zona de las medianías, existían una serie de pozos artesanos y galerías, que le rendían a sus propietarios grandes cantidad de asadas de agua dulce, entre los que más destacaban eran los pozos de la Realidad, la Felicidad, el del Calabozo, el del Barranco de las Garzas en un lateral del Instituto, en tierras de don Salustiano Álamo, el del barranco de Guía, a la altura de las tierras de don Rafael y José Jiménez, el de Junquillo y Verdejo. En Barranquillo Frío, había una galería, propiedad de una comunidad de regantes, que presidía, don Federico Pérez León, la cual visité en muchas ocasiones acompañado de los hijos de este, Federico y Juan Ramón, fallecido recientemente.
Por aquellos años era muy común que se juntaran una serie de personas y formaran una pequeña Comunidad de Regantes, y así fueron surgiendo bastantes pozos al, amparo de muchos propietarios de tierras “baldías”, que no les producía ningún tipo de beneficios, dada su aridez. En estas tierras citadas, se solían hacer catas, con el fin de buscar agua en el subsuelo, si la prueba era positiva, se perforaba hasta dar con el ansiado líquido, que en los años de sequía adquirían precios bastantes sustanciosos, y que se utilizaban para regar de los diferentes plantaciones, de los cultivos existentes en la zona especialmente de plataneras.
Algunos de estos pozos, alcanzaban grandes profundidades, era normal alcanzar los 450 y 500 metros. En su perforación se utilizaban picos y palas, en casos excepcionales se hacía uso de la dinamita. La extracción de los escombros se realizaba en un balde de grandes dimensiones, que era izado a la superficie por medio de una máquina que funcionaba de forma manual llamada wincher.
Recuerdo que de Las Palmas especialmente, arribaban a la comarca unos señores que se dedicaban a “salar” los pozos. Entre estos recuerdo a un señor conocido por, Martín Vera, que gano mucho dinero realizando este tipo de “irregularidades. Salar un pozo no requería ninguna preparación por parte del sujeto que lo llevaba a efecto, se perforaba 15 o 20 metros y durante varias noches se vertía gran cantidad de agua en el mismo, por la mañana llegaban los trabajadores, observaban los charcos y la humedad, y le avisaban a los comuneros de la pronta aparición de una veta acuífera, lo que no sucedía. Con el paso del tiempo, los miembros de las Comunidades de Regantes, aprendieron a distinguir un pozo “salado” de uno normal, lo que propició el inició una cadena de denuncias ante la Guardia Civil, que intentó erradicar a los saladores, metiéndolos en la cárcel.
En las inmediaciones de nuestro pueblo existían una serie de “troneras”, en Tenerife se llaman “tajeas”, que tenían una construcción muy lucida, que se utilizaban para la distribución, del agua a las diferentes zonas a regar, mediante el cambio de dirección de salida de la misma, operación que citaba como “viraje de las tornas”.

Una estaba situada en el margen izquierdo del camino que iba hacia el Capellán, frente a la entrada de la finca del Drago y, la otra en la Montañeta entre el Gallinero y la carretera de San Juan. Estas pequeñas estructuras deberían tener un reconocimiento cultural, por el protagonismo que tuvieron en el regadío de los diferentes cultivos, que abundaban en la zona donde sobresalían, las plataneras, papas, maíz, legumbres y gran cantidad de árboles frutales.

JUAN DÁVILA-GARCÍA

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