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miércoles, 1 de febrero de 2017

* “ERES TAN RUINITO QUE NI EL MAR TE QUIERE...”

Un amigo, al que hacía tiempo que no veía, me lo tropecé de sopetón, allí en la calle de los encuentros donde las noticias de última hora circulan de boca en boca de punta a punta... Todas las islas, tienen estas arterias... En La Palma, en su capital Santa Cruz de La Palma, la calle Real invita a conocer el pulso de la isla. Toda la información se difunde. Se dan noticias de amigos, de movimientos, fallecimientos, bodas, nacimientos, fiestas... Incluso, el palmero del interior, cuando se traslada desde su municipio en dirección a la capital te dice: “voy a La Palma...” son las curiosidades... Pero bueno para no perder el hilo de lo que iba a contarle, el amigo al que me tropecé es natural de la ciudad de Los Guanartemes... Nos veíamos cuando mi madre, Solita Ojeda, venía a visitar a sus parientes y nosotros nos dedicábamos a dar vueltas por las distintas fincas buscando cualquier cosilla para entretenernos... Después, claro, pasa el tiempo y cada uno enfila su singladura... Él, mi amigo, siguió al soco de las plataneras y de la agricultura... Era trabajador como el solo y un día se vio preso en el fumeque de marihuana y poco a poco fue subiendo de “categoría” hasta que quedó enganchado en la droga dura... Entró en prisión y poco a poco fue perdiendo estima propia, familia, una casita modesta y terminó deambulando por distintos lugares de nuestra geografía...

Su aspecto era francamente deplorable... Desdentado, harapiento, flaco como un podenco, mirada empañada y un tic nervioso en el hombro igualito al que tiene Soria... Pero yo no sé que virtud tienen estos drogatas, que nada les pasa desapercibido. Ven a lo lejos a quien sea y lo conocen, y uno, que ni fuma, ni bebe, le cuesta Dios y ayuda ver, sin gafas o lentillas...

La última vez que lo vi fue allá por el 92, cuando yo me disponía trabajar en las Olimpiadas de Barcelona... Me dijo en tono prudente, bajando la voz, “tienes algo con que ayudarme...” y sin encogerme le puse 2.000 ptas en la mano y salió mas “privao” que novia con buen pretendiente...

Me contó, en el rato que nos vimos, sus aventuras y desventuras... los golpes que da la vida y después de hacer un larguísimo recorrido por entradas y salidas en el trullo, sentenció: necesito cariño; nadie me quiere...

Fíjate si es verdad lo que te digo, que ni el mar me quiere. Hace poco, cuando me buscaba la vida, lapiando, con una mar brava, un golpe de mar me tiró de la furnia* y caí a plomo quedando a merced del encrespado mar norteño... dos horas más tarde, el mismo mar me devolvió a la orilla. Ya me lo decía mi madre: “eres tan ruinito, que ni el mar te quiere...

*Sima abierta en dirección vertical y por lo común en terreno peñascoso

ALFREDO AYALA OJEDA

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