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viernes, 22 de marzo de 2013

* EL VESTIDO DEL CAMINO


Hoy, sorprendido, me encontré en “fisbu” la fotografía que ilustra este artículo y no he podido resistir la tentación de “jurgar” en mi memoria de aquellas grabaciones  que realicé para un programa que titulé “Memorias de  ayer”, dedicado a mi catedrático de cultura popular el nonagenario Juan Brito…

Mucho habíamos hablado sobre este programa que representaba una de las tantas páginas de la historia de Lanzarote… Juan Brito, no regateó esfuerzo, para tener todo a punto y facilitarme el trabajo…

Juan Brito, no puede estar quieto… Siempre trastiando, observando, aprendiendo o escribiendo… A la llegada del equipo de televisión Canaria, lo sorprendimos atusando su vieja camella. “Todavía quedan renglones de la historia que cuenta lo que fue el camello y los servicios que ha prestado a Lanzarote y a las islas en general… El camello vino aquí en el siglo XV. Lo trajo don Agustín Herrera y Rojas (Marqués de Lanzarote) procedente de la vecina costa africana, con el propósito de pasear a su familia y a la nobleza… Entonces, el campesino viendo al camello pasear, se dio cuenta de la fortaleza y del servicio que podía prestar y lo empleó en los campos… Ese encuentro afortunado entre hombre y camello fue un alivio para el campesino siempre carente de recursos…

A Lanzarote, continuó contándome el amigo Juan Brito, nunca llegó la industrialización… Fue el camello, de mirada altiva, arrogante, de desmedida fortaleza quien peinó con el viejo arado romano los rugosos campos isleños; quien los tableó y raspilló; quien en largas jornadas de molienda, giraba la tahona; quien transportó sobre su lomo los serones cargaditos de rofe; quien en tiempos de vendimia llevó  las cajas y barricas sobre la silla de brazos y quien nos llevaba, endomingaitos a las fiestas y romerías… Además el camello era parco en el comer y extenso en el trabajo… Fue, una auténtica bendición…

Juan Brito, había conseguido que le plantaran de cebada una larga extensión de terreno y cuando estuvo a punto para recogerla, en colaboración con su hija Carmen Gloria, me avisaron para la faena de “arrancar” (en Lanzarote como en Fuerteventura, la mies no se siega con hoz, se arranca)… Numerosos fueron los colaboradores que se sumaron a la faena… Con anterioridad, cada uno se hizo su vestidito de faena en un taller donde cada tarde se reunían las mujeres… Y con todo dispuesto, aparecieron con la fresquita en la plantación… Las mujeres para evitar las miradas de los hombres, formaban un corro para quitarse la ropa del camino y sustituirla con la vestimenta de faena… Todo, era un recreación de lo antiguo… Y Carmen Gloria, siempre atenta, se le ocurrió la idea de recrear a la mujer que con sus hijos escarranchados en el cuadril, acudían a la faena… A veces, los niños eran pequeños, de teta y la madre le disponía, en lugar cercano, un cesto de pírganos que lo acolchaba con trapitos. Y claro, el recién nacido dormía a pierna suelta…



Bellísima estampa que Carmen Gloria Brito endulzó con un arrorró,  interpretado con el sentimiento  que tienen los que viven con intensidad, el latido de la costumbres… Luego, en lugar cercano, camello y burros trillaban para separar la espiga del grano…

Son recuerdos de aquellos momentos vividos, junto a la familia Brito…

ALFREDO AYALA OJEDA

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