Hoy, sorprendido, me encontré en “fisbu” la
fotografía que ilustra este artículo y no he podido resistir la tentación de
“jurgar” en mi memoria de aquellas grabaciones que realicé para un programa que titulé
“Memorias de ayer”, dedicado a mi
catedrático de cultura popular el nonagenario Juan Brito…
Mucho habíamos hablado sobre este programa que
representaba una de las tantas páginas de la historia de Lanzarote… Juan Brito,
no regateó esfuerzo, para tener todo a punto y facilitarme el trabajo…
Juan Brito, no puede estar quieto… Siempre
trastiando, observando, aprendiendo o escribiendo… A la llegada del equipo de
televisión Canaria, lo sorprendimos atusando su vieja camella. “Todavía quedan
renglones de la historia que cuenta lo que fue el camello y los servicios que
ha prestado a Lanzarote y a las islas en general… El camello vino aquí en el
siglo XV. Lo trajo don Agustín Herrera y Rojas (Marqués de Lanzarote)
procedente de la vecina costa africana, con el propósito de pasear a su familia
y a la nobleza… Entonces, el campesino viendo al camello pasear, se dio cuenta
de la fortaleza y del servicio que podía prestar y lo empleó en los campos… Ese
encuentro afortunado entre hombre y camello fue un alivio para el campesino
siempre carente de recursos…
A Lanzarote, continuó contándome el amigo Juan
Brito, nunca llegó la industrialización… Fue el camello, de mirada altiva,
arrogante, de desmedida fortaleza quien peinó con el viejo arado romano los
rugosos campos isleños; quien los tableó y raspilló; quien en largas jornadas
de molienda, giraba la tahona; quien transportó sobre su lomo los serones
cargaditos de rofe; quien en tiempos de vendimia llevó las cajas y barricas sobre la silla de brazos
y quien nos llevaba, endomingaitos a las fiestas y romerías… Además el camello
era parco en el comer y extenso en el trabajo… Fue, una auténtica bendición…
Juan Brito, había conseguido que le plantaran de
cebada una larga extensión de terreno y cuando estuvo a punto para recogerla,
en colaboración con su hija Carmen Gloria, me avisaron para la faena de
“arrancar” (en Lanzarote como en Fuerteventura, la mies no se siega con hoz, se
arranca)… Numerosos fueron los colaboradores que se sumaron a la faena… Con
anterioridad, cada uno se hizo su vestidito de faena en un taller donde cada
tarde se reunían las mujeres… Y con todo dispuesto, aparecieron con la
fresquita en la plantación… Las mujeres para evitar las miradas de los hombres,
formaban un corro para quitarse la ropa del camino y sustituirla con la vestimenta
de faena… Todo, era un recreación de lo antiguo… Y Carmen Gloria, siempre
atenta, se le ocurrió la idea de recrear a la mujer que con sus hijos
escarranchados en el cuadril, acudían a la faena… A veces, los niños eran
pequeños, de teta y la madre le disponía, en lugar cercano, un cesto de
pírganos que lo acolchaba con trapitos. Y claro, el recién nacido dormía a
pierna suelta…
Bellísima estampa que Carmen Gloria Brito endulzó
con un arrorró, interpretado con el
sentimiento que tienen los que viven con
intensidad, el latido de la costumbres… Luego, en lugar cercano, camello y
burros trillaban para separar la espiga del grano…
Son recuerdos de aquellos momentos vividos, junto a la
familia Brito…
ALFREDO AYALA OJEDA
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