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domingo, 2 de diciembre de 2012

* JUAN QUINTERO, "EL SEÑOR DE LA ISA"

Hace algunos años, a comienzos de los 60, nacía con el nombre de Titerroygatra, un grupo que andando el tiempo se convertiría en un icono del folclore de Lanzarote… Su puesta en escena, no solo transmitía música, voces y verdad. También, su vestimenta y útiles de la faena diaria nos acercaban al balcón de la realidad que se vivía en aquellos momentos iniciales de tímidos cambios… De aquel inicial “Titerroygatra”, al poco, pasó a llamarse “Los Campesinos”… Recuerdo que mi padre, en una de sus visitas a la isla, me habló entusiasmado del grupo y de largas conversaciones con su creador Juan Brito, que andando el tiempo se convertiría en mi catedrático de la cultura popular…

En 1.971, “Tenderete”, en la Plazoleta de Milton, reunió a un irrepetible trío de voces: Fefo Corujo, Juan Betancor y Juan Quintero…
 
Era, también, un párvulo programa en blanco y negro, carente de medios… “Tenderete” y esa breve representación de “Los Campesinos”, caminaban en la misma dirección, divulgar y dar a conocer a las voces, las extraordinarias veces folclóricas que existían en el Archipiélago…

Pero “Tenderete”, después de 46 programas y sin ser sospechoso de nada, sufrió la alargada sombra de la censura y desapareció de antena… Como sustituto, se creó “el Pueblo Canta” que hablaba de faenas campesinas, de cultores de nuestro folclore, de las penas y alegrías de nuestro pueblo… Uno de los escasos capítulos tuvo como protagonistas a Juan Betancor y Juan Quintero, que arropados por “Los Campesinos” recreaba distintas momentos del vivir sucesivo… 

Juan Quintero, en Tao, araba en el enarenado y en compañía de la familia plantaba las semillas… Lo hacía con la devoción y naturalidad con la que cantaba esa isa del uno que, con el tiempo, se conoció como la isa de Juan Quintero… Juan, tenía un estilo propio y un sentimiento profundo… En cada verso, retrataba el paisaje, el sudor y el fervor de un pueblo y hasta el caminar cansino del abnegado camello…

Hoy, Juan Quintero, descansa para siempre, pero nos deja una huella imborrable que permanecerá para siempre entre todos los que amamos, sentimos y disfrutamos de nuestro folclore.

Gracias amigo Juan, por arar y sembrar lo nuestro.

ALFREDO AYALA OJEDA

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