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miércoles, 14 de diciembre de 2011

* SOBRE RANCHOS Y NACIMIENTOS (2ª PARTE)


LA RECUPERACIÓN DE LOS TRADICIONALES NACIMIENTOS
Aún vagan por mi memoria imborrables recuerdos infantiles. Historias y vivencias, curiosidades y estampas de un ayer que el progreso ha ido dándole dentelladas hasta casi engullirlo por completo… Recordar, es revivir el pasado… un pasado que, cuando se avecinan las Pascuas, irremediablemente, cobra vigencia. Mi infancia, con estrecheces incluidas, puedo considerarla feliz… Hace unos días, recalé por la casa donde nací y viví durante décadas. Los recuerdos de aquéllos primeros años me invadieron… “Guayetes” que salían desde sus “jaimas” jugueteando y moros que, procedente de la vecina costa africana, establecían su campamento y territorio comercial, en las dunas que hacían frontera entre los barrios de Guanarteme y las Alcaravaneras. Casi a trasmano, se erguía, en medio de pelados terrenos, la iglesia del Pino. La chiquillería, entre la que me cuento, vivía con los tiempos: la playa, se disfrutaba desde el cuarenta de mayo y, finalizaba la época de baño desde que llegaban las mareas del Pino, en septiembre. 

En diciembre, en casi todos los hogares, se pensaba en el Nacimiento: una mesa cubierta con mantel o con papel seda… las escasas figuritas, guardadas sobre el ropero y protegidas por un revoltillo de periódicos, se desenvolvían cuidadosamente… Algunas, dañadas, eran rápidamente reparadas o colocadas estratégicamente para  disimular la rotura…

La mesa, se colocaba en lugar próximo a un enchufe… Una lamparita, situada dentro del portal, servía para dar carácter y sentido al nacimiento… Solo contábamos con un buey, una burrita, San José y la Virgen, algún pastor con sus ovejitas y una cunita vacía que todos esperábamos con impaciencia la llegada de la noche de Pascuas para colocar el niño Dios en su cunita…

Con anterioridad, cada uno se las arreglaba para traer lo necesario… Durante días, el rancho de chiquillos, buscaba por distintos lugares algunas piedras porosas o volcánicas, musgo, hojitas de siemprevivas, corteza de pino, rubia arena, caracolillo, picón, platina, alpiste que previamente sembrábamos en aquéllas cajitas de madera de conserva “Conchita” hasta que empezara a brotar las “orejitas”… Un día, mi tío Feluco, amañadito como él solo, trajo una concha de vieira y tras disimularla con mucha delicadeza entre las matitas de alpiste, la cubrió con una hoja de ñamera, la llenó de agua que le daba un toque de distinción. Sacó de su bolsillo dos patitos, que a duras penas se mantenían en pie y los colocó en el borde… Aquel añadido, fue algo extraordinario por su innovación. 

Durante esas señaladas fiestas el tránsito por la casa aumentaba. Recalaban por ca´ Solita Ojeda, mi madre, familiares, amigos y curiosos. Se brindaba a los visitantes en la misma habitación donde el Nacimiento era el protagonista principal de las fechas en que se vivía. Las visitas, solían traer algunas golosinas, repostería, bebidas… También, alguna figurita que rápidamente se incorporaba al Nacimiento…La familia, en torno al Nacimiento, se apiñaba y estrechaba lazos… 

De antiguo, lo decían mis padres y andando el tiempo lo comprobé, el día 13 de diciembre, festividad de Santa Lucía, coincidía el cese de la actividad en el campo con el inicio del montaje del Nacimiento. Ese día, ni se enhebraba una aguja, ni se uncían las bestias. Era fiesta de guardar que se respetaba a rajatabla… 

Recuerdo, que en cierta ocasión acudimos a grabar para la serie “Senderos Isleños”, a la localidad de Tias (Lanzarote) una vieja costumbre que se mantenía inalterable en el tiempo. Por esa época, las mujeres jóvenes dedicaban sus tardes a practicar “Corte y Confección”. En la sala de costura, se respiraba una actividad febril. Se mantenía una lucha contra el tiempo porque por Santa Lucía, crecen las noches y menguan los días y el modesto local no disponía de luz artificial… Una vez realizado el trabajo, se retiraban las largas mesas, se ponía cara a la pared a la Sagrada imagen, cómo queriéndose ocultar de su mirada y a sus espaldas festejar el momento con un baile que se prolongaba hasta clarear el día.  De esa manera, a la Santa, se le aplicaba eso otro dicho popular: ojos que no ven, corazón que no siente. 

Al día siguiente, todos sin exclusión, caminaban por esos andurriales en busca del material necesario para crear el nacimiento. Me contaron también que allí era tradición mantener el Nacimiento hasta principio del mes de febrero víspera de la festividad de la Virgen de las Candelas o Candelaria.

Efectivamente, eran otros tiempos. Se vivía más en familia hasta que llegó el turismo, comenzaron los cambios y algunas tradiciones fueron languideciendo. Así, presidiendo el paseo de la playa de Las Canteras un monumental árbol de Navidad paso a ser tradición y el Papá Noel comenzó, auspiciado por el negocio de los centros comerciales, desplazó a los Reyes Magos y hasta el paisaje cálido de nuestras islas empezó cambiarse por otro más gélido de los Países Nórdicos.

El Nacimiento isleño, pasó por una época de olvido que, afortunadamente, en estos últimos años, parece despertar del letargo gracias a la impagable y altruista labor de un puñado de hombres y mujeres que enarbolando la bandera del rescate de lo propio han realizado una labor digna del más sonoro aplauso. 

Los nacimientos, los Ranchos, la devoción a la Virgen de la Peña, son algunas de las tradiciones que nos llegaron de manos de los Franciscanos y  aún continúan vigentes en Canarias. 

Pero de una manera u otra, poco o nada importa en la actualidad la fecha de inicio de las Pascuas. Digo que poco o nada importan porque ya, los Centros Comerciales y no la tradición, son quienes la fijan… Desde mediados de octubre, podíamos ver estanterías repletas de productos típicos de las fiestas… “La crisis obliga”, comentaba una dependienta en el supermercado…

Para no salirme de lo que puntualmente dictaba la tradición me viene a la memoria las rutas que hacía, en compañía de mi madre por los distintos rincones de Gran Canaria… Nacimientos majestuosos unos y otros más íntimos y recogidos, invitaban a visitarlos… Siempre arrancábamos rumbo a la plaza de San Gregorio, en Telde. Un Nacimiento entrañable que reflejaban estampas isleñas donde no faltaban ni las agarradas de los legendarios luchadores de la “pila” de Telde ni la demostración de poder del Faro de Maspalomas levantando el arado… Seguíamos rumbo a Ingenio y nos deteníamos en el Museo de Piedra. Allí, nos esperaba un nacimiento viejo y nuevo a la vez realizado con mimo, con profundo sentimiento… Al día siguiente, otra ruta programada que arrancaba con visita obligada y solidaria con la obra social de los Hermanos de San Juan de Dios, en la mismita cresta de la montaña del Lasso. El Nacimiento de San Juan de Dios, por fortuna, continúa gozando de numerosas visitas. 40.000 almas se desplazaron hasta el lugar para admirarlo. Este año, la Asociación de Belenistas, nos muestra un sencillo Nacimiento realizado en cartón y ambientado con alarde de iluminación…  

Merece distingo especial, por su dimensión, creatividad y juventud –seis años de existencia-  el Nacimiento que, en la mismita playa de Las Canteras, ocho de los mejores especialistas del mundo en la técnica escultórica del modelado de arena, se den cita para sorprendernos y obsequiarnos con un majestuoso belén de arena que, a la vez que exalta y recrea  estampas de la natividad, hace un guiño a lugares emblemáticos de nuestra isla… 

Tampoco faltan belenes vivientes ni concursos en distintas localidades isleñas…

Hoy, afortunadamente, después de una etapa de abandono y decaimiento de nuestros nacimientos, le sucede otra de florecimiento gracias a la impagable y altruista labor de asociaciones y colectivos que han dado un  paso al frente para conservar la tradición de nuestro Nacimientos.


ALFREDO AYALA OJEDA

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