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miércoles, 11 de mayo de 2011

* SE LE ACABÓ EL VIVIR

Durante mucho tiempo, en radio, en televisión, en prensa en blog, he venido escribiendo algunos artículos sobre nuestros árboles con historia. Así, conté la del Ombú del olvido, en Santa María de Guía, recientemente herido y mutilado por un rayo; el árbol del responso, situado hasta hace poco en la línea fronteriza entre Vegueta y el popular barrio de San José y que eso que la política para justificarlo todo que los políticos llaman progreso, lo cambiaron de sitio; el árbol Campanario, en la zona de Arico ( Tenerife), el árbol de la Virgen, en la isla de la Palma; la palmera de San Diego de Alcalá; los pinos gordos de Chasna; El pino aprendiz de Sabina; Los gemelos de la Galga; el árbol de Casandra y numerosos artículos más.

Intenté inculcar, cosa que por lo visto no he logrado, una brisa de sensibilidad a cuantos tienen la posibilidad de hacer algo por estas únicas y singulares bellezas vegetales.

Señalé, queriendo poner el acento en la vocal adecuada, el tremendo despropósito de plantar, sin orden ni concierto, de manera indiscriminada, algunas especies como el ficus que ha quedado a trasmano, casi lejos de la circulación, en las proximidades del antiguo centro penitenciario de Las Palmas de Gran Canaria. Pero es el Drago el que se ha puesto de moda, el que aparece en todos los paisajes de nuestras islas. Plazas repletas de esta especie, en la entrada de casas, en las autopistas. Se planta, con tanta facilidad y alegría como si de un croto se tratara. Parece como si una fiebre colectiva se hubiera apoderado de todos nosotros. Se me antoja la similitud con el capricho de los niños con un animalito y los padres, para evitar la perreta, se lo ponen en las manos… Días más tarde, la criatura se ha olvidado del animalito: ni lo cuida, lo saca ni le pone la comida. Entonces, es cuando el capricho se convierte en problema…


Con los Dragos está pasando lo mismo. No se entiende que el árbol es un ser que está anclado en un lugar concreto; que no puede caminar para buscar su comida ni puede evitar que las continuas obras le pongan límites... Este que aparece en la foto y del que dio la voz de alarma mi amigo Alfonso Serrano, tocó techo. El progreso, le prohíbe crecer… Sin hacerse viejo, se le está acaba el vivir… Lo hemos condenado a morir… sus días parecen contados…En silencio, agoniza el coloso… el que nació para ser un Hércules, no pasará de ser el emblema de la ingratitud de los hombres…



¡Qué pena que tengamos que depender de la sensibilidad del político de turno!

ALFREDO AYALA OJEDA

1 comentario:

  1. Este llamamiento a la sensibilidad de los políticos de turno, también lo hago extensivo al municipio de Guía, en el noroeste de Gran
    Canaria, lugar donde este drago, vive su dramática lucha… El drago, es un símbolo. Especie mítica en nuestro Archipiélago. Su linfa roja, recogida en la copla “Mi sangre, sangre de drago/mi cuerpo, monte de
    brezo”. Al márgen de la eterna discusión milenaria, su savia era apreciada para tintes, barnices, curar la hernia y otras enfermedades.
    Dice a leyenda que los drago-nes, al morir se convertían en dragos.
    Durante algunos años, en su juventud, su estilada figura resulta llamativa, pero con el paso del tiempo, su tronco empieza a ramificar
    raíces aéreas hasta lograr un perímetro considerable. De ahí mi llamamiento para que se plante, sí, pero con sentido común, con
    criterio.
    ¡Salvemos este drago!

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