Seguidores

Buscar este blog

domingo, 30 de mayo de 2010

* MIS PRIMEROS PASOS EN LA TELE

Yo comencé a trabajar en la Tele, allá por 1.968, por una coincidencia. Estaba en la redacción del hoy desaparecido periódico “el Eco de Canarias”, cuando sonó el teléfono. Buscaban a alguien que pusiera en marcha un magnetofón, copiara “el parte” (1) de Radio Nacional, lo transcribiera en papel y se lo entregara a los locutores para que lo leyeran en los informativos, vamos en los Telecanarias. Era, la televisión que acababa de llegar a la isla, una televisión carente de medios que no tenía teletipo, ni conexión vía satélite y cada emisión parecía más un milagro, que otra cosa.

Pero había una gran dosis de buena voluntad. Las noticias del mundo -las que llevaban un soporte de imagen- se emitían con 24 horas de retraso y los partidos de fútbol podíamos disfrutarlos viéndolos al día siguiente. Pero teníamos que darnos con un canto en el pecho porque, por fortuna, había llegado la televisión a las islas. Pronto se hizo realidad aquel dicho: “lo dijo la tele”, como argumentando que lo que decía la tele era palabrita del niño Jesús.

Allí, conocí un poco más a Pascual Calabuig, hombre fuerte del deporte, a la locutora de moda: Loli Rosales, aquella locutora que se aprendía las cosas de memoria y las contaba a la cámara, sin leer el papel donde tenia el guión; a Marisa Naranjo y fui testigo de los primeros pasos de Paco Montesdeoca, en la Tele.

Conmigo otra persona recogía los demás “partes” de Radio Nacional de España. Se llamaba Lino Chaparro y llegaba a la Tele, allá en lo alto de la Casa del Marino cargando con una máquina portátil de la marca Olivetti. Él, alquilaba esa máquina a la Tele por 500 pesetas… Con eso se da una idea, de la carencia de material que tenia la incipiente televisión. Dos programas, acaparaban la atención: Bonanza y Cancionero y en torno al televisor, nos reuníamos la familia y algún que otro "agregao" que recalaba con el motivo de hacer una visita, que era la disculpa para quedarse a ver la tele. Muchas veces, incluso, vencidos por el sueño y las horas ante el televisor, nos quedábamos dormidos y familia y visita amanecíamos delante de la tele que emitía un chisporreteo de sonido y una imagen repleta de nieve.

Recuerdo, cosa que conté recientemente en Barcelona, cuando me entregaron el Premio Talento 2.009, por toda una vida trabajando detrás de las cámaras… Mi abuelo, vivía en la calle, aunque no se llamaba así la conocían por este nombre, “calle del cuerno”, paralela a Molino de Viento. Cuando yo empecé a trabajar en televisión, como colaborador, le dije: “Abuelo, estoy trabajando en la Tele” y mi abuelo que no se fiaba de nada ni de nadie, se puso a ver la tele. Claro, no me veía. Cuando crucé al día siguiente para pedirle “la bendición”, me dijo: “¡los niños, no son mentirosos!”…

¿Y eso, abuelo?

- Usted me dijo que trabajaba en la televisión y yo ayer, me puse para ver a mi nieto y no lo vi…

Abuelo, es que yo trabajo dentro, y no salgo en imagen…

- ¡Entonces, tú no trabajas en la tele! ¡Tú eres oficinista!

Cualquiera lo sacaba de su error… Además para más Inri, mi abuela que sabia leer le decía: ¡¡ahí esta Alfredito!! Y a él que no sabia,  se le saltaban los ojos y no me veía…

- Felisa, ¿dónde está?

- ¡¡En las letras!!

- ¡¡¡¡¡¡Vete pal ca…!!!!


(1) el “parte” era el boletín informativo de radio Nacional.

ALFREDO AYALA OJEDA

1 comentario:

  1. Que bello relato Don Alfredo, entrañable como usted. Quien vería a su abuelo desederándolo por mentirle y no verlo en la tele......Que bellos comienzos y con el que nos hace recapacitar sobre todo lo que tenemos hoy en día que damos por hecho y normal....pero bueno, si es que va a ser que eso de darle a un botón y que salga la imágen es poco más que un milagrito...y como ha cambiado la credibilidad....ya TODO lo que dice la tele NO es palabrita del niño Jesús (A Dios gracias). Enhorabuena Don Alfredo, por esos poquitos años en la tele y por ofrecernos tantas cosas lindas a lo largo de todos estos años....una época al fin y al cabo.

    ResponderEliminar