Seguidores

Buscar este blog

sábado, 28 de noviembre de 2009

* ¿QUIÉN LO FORNICÓ A USTED?, PARA QUE ME FORNIQUE A MI

De cuando... a Andrés le preguntaron y a usted ¿quién lo fornicó?

Segundina es una mujer de las de siempre. Viuda desde muy joven, conoció a un matrimonio amigo mío Andrés-Julia, y rápidamente intimaron. Ambos se contaron sus problemas y necesidades. El matrimonio demandaba alguien responsable que velara por los intereses de la familia y Segundina, ofrecía sus servicios a cambio de ayuda económica. Y como cada uno tenía lo que le faltaba al otro, sellaron el pacto… Más de veinte años de existencia dura esta transación comercial. Andrés y Julia, constituyen un matrimonio excepcional y Segundina que es abnegada como una madre, no se queda a la zaga. Son, desde el inicio de la relación como una familia. Todos se respetan y partiendo de esa base es fácil que reine la armonía. Segundina es lo que podríamos llamar, a estas alturas de la vida, en la que todo son triquiñuelas: una joya.

Segundina es como el barómetro de la calle. En ocasiones Andrés conversador y dicharachero como él solo y que sabe darle a las sobremesas un calor especial y que quiera a Nina como el que más nos comentaba como lo corrige y sentencia cualquier conversación: “ayer la tele dijo…”, como si todo lo que la tele diga vaya a misa. Y Andrés, calla…

Segundina, es de esas mujeres que cuando niña acudió al colegio y los padres, por necesidad tuvieron que interrumpir sus clases para que trabajara y echara una mano a la casa. Confunde las palabras, y le pega, con frecuencia sus patadas al diccionario.

En cierta ocasión, el matrimonio estaba almorzando, acababan de llegar de su trabajo y se disponían a degustar los platos que amorosamente Segundina les había preparado. Segundina, sin más preámbulo se dirigió a Andrés.

. Don Andrés, ¿me gustaría que me dijera quien lo fornicó a usted para que me fornique a mi?

Don Andrés, sorprendido, pero acostumbrado a estas preguntas a bocajarro, replicó: ¿qué está diciendo Segundina?

. Sí, hombre… Aquí no estuvo el otro día un hombre a fornicar y echó unos polvos para matar las cucas.

El matrimonio no pudo contener las carcajadas y Don Andrés, le aclaró: El hombre que vino aquí, lo que hizo fue fumigar, que equivale a echar insecticida para eliminar a los insectos; usted me pregunta por fornicar y fornicar es hacer el amor.

Don Andrés, ¿usted me entendió? Pues no, hay palabra mal dicha , sino mal comprendía….

Y así es Segundina….

ALFREDO AYALA OJEDA

6 comentarios:

  1. QUE SIMPATICA HISTORIA MAESTRO,ME HA ECHO REIR,QUE GRACIOSA LA SECUNDINA.
    SALUDOS ALFREDO

    ResponderEliminar
  2. Buenísimo!!! Él la entendió. Eso está claro. Jajaja :)

    ResponderEliminar
  3. Gracias Mercedes, gracias Nisamar por dedicar unos minutos a estas estampas isleñas que sólo preteden eso: esbozar una sonrisa.
    Son situaciones a las que le he dado un "toque" a veces nostálgico y otras he pretendido, casi sin conseguirlo, hacer un retrato que refleje mi educación de "hablar poco y escuchar mucho", afinando el oído para que no se me escape el más mínimo detalle... como aquella de un "listillo" que en una zona cumbrera, me enseñaba el paisaje. La vista era tremenda y te sentías Ícaro, antes de dar el salto... el guía, escueto, me dijo: aquí es donde yo traigo a las mujeres que se me resisten... y dejó la frase en el aire como esperando despertar mi curiosidad... Y entré al trapo: ¿..y eso?... yo les enseño el paisaje y las empujo al vacío y a ellas les entra tal cariño ¡que se me abrazan! abrazaditas
    Asi que repito Gracias amigas... ahora otra Díaz, pero de nombre Lydia, me dijo que iba a publicar otro relato corto de dos célebres personajes de los que no he querido dar sus nombre... el título es atrativo: "GORRÓN", Y CUENTA NUEVA... que lo disfruten.

    ResponderEliminar
  4. Me encantó la historia Alfredo. Por cierto, vaya coñazo poner una opinión ¿ehhh?

    ResponderEliminar
  5. Me encanta leerte, primo. La frescura con que escribes no tiene precio.

    ResponderEliminar
  6. Me encanta leerte, primo. La frescura con que escribes no tiene precio.

    ResponderEliminar